martes, 16 de abril de 2024

CALLE DE LOS PASOS SIN HUELLAS





IIustración y prosa de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)




Caminas de prisa. Has percibido mi presencia, sabes que te sigo. Intentas perderme entre el gentío, pero ¿Cómo esquivarme? No sabes quién soy, no tienes idea de donde estoy.

No es mi intención asustarte ni perturbarte, tampoco te espío; sólo sigo el rastro de tu aroma. Apenas si aspiro a re andar las huellas de tus pasos. No temas, que mi devoción está lejos del más mínimo deseo de dañarte.

Carezco de reclamo alguno, mas, vayas donde vayas, allí iré yo. Aun cuando puedes percibirme, no puedes visualizarme caminando tras el extremo final de tu sombra…

En mi tiempo, ya es muy tarde para desearte mía. Me debo resignar a disfrutar con solo asegurarme que estas allí… Hija de la brisa.




  (Pieza única. Año 2023. Medidas: 80 X 57 cms. Precio 600 dólares americanos)



viernes, 29 de marzo de 2024

APOSTOLES DE LAS LUCES OPACAS



IIustración y cuento de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)




El antro se hallaba atestado de personas desatadas al libertinaje. La música acompañaba esa atmósfera repiqueteando cadencias algo sórdidas. El ambiente invadido por la mezcla de olores a sudor, el perfume barato de las féminas, el impertinente olor a licor, y el humo de cigarrillos velando la visibilidad de las realidades… Todo apuntaba hacia presagios de un mal final para esta noche de desenfreno. Era fácil discurrir que, generalizando, todos los concurrentes eran hampones, prostitutas, matones y gente de malos vivires. Muchos de ellos vociferaban y se jactaban de ser imbatibles, quien sabe en qué menesteres. Sólo faltaba un detonante cualquiera, por pequeño que fuera, para que esa olla de presión explotara… Y ocurrió: Unos forcejeos, empujones, ofensas desmedidas y amenazas… La gresca reclamó su rumbo.

Henry era un hampón de media monta, pero era arrogante e intentaba siempre lucir bien, lo que llamaríamos “un chulo”. Llevaba el cabello bien cortado, camisa blanca y saco de vestir.

Yuto era un homosexual solapado, de figura repulsiva; desgreñado, sucio y descuidado. Su cuello cortísimo, su abdomen abombado y sus piernas desproporcionadas le daban el aspecto de un batracio anuro.

Ambos salieron al exterior del local haciendo aspavientos y lanzándose injurias entre sí.

El exterior era un terral iluminado únicamente por el plenilunio. En un lugar marginal como este aún no había veredas, asfalto, y menos alumbrado público..

Los curiosos habían salido en tropel, y ahora formaban un círculo que delimitaba de manera dinámica el espacio de la gresca, yendo de aquí para allá azuzando a los contendientes.

Unas fintas, unas patadas, y luego, dos puñetazos certeros que hicieron sangrar las narices de Yuto.

Fue entonces que repentinamente en su mano derecha apareció la hoja metálica de la navaja destellando el brillo de su filo a la luz de la luna. Henry no se amedrento, era un tipo curtido en estas lides. Se inclinó, cogió dos pedruscos de regular tamaño, los introdujo en los bolsillos de su saco, se quito el saco, y cogiéndolo por el cuello empezó a revolearlo como si se tratara de una boleadora. Diferentes armas, pero un mismo propósito… ¡Herir, o quizás matar!

Cual si se tratara de una macabra coreografía, ambos dieron brincos y lances esgrimiendo sus armas.

Por reflejo, Henry calculó que era el momento propicio para asestar el golpe definitivo y dio un lance de derecha a izquierda con su improvisada boleadora. Yuto esquivó el golpe inclinándose hacia su izquierda, a la vez que siguió la trayectoria con la mano armada con la navaja, imprimiendo un acertado tajo de lado a lado en el abdomen de Henry. Todo fue súbito. Henry dejó continuar el vuelo de su arma, y se llevó ambas manos a la altura de su estómago. En su blanca camisa, el repentino manchón de sangre se hizo inmenso, y luego dio paso a la vista expuesta de vísceras y tripas que sus manos temblorosas ya no pudieron contener.

Ante el estupor de la multitud de testigos, Henry cayó de bruces al suelo, literalmente mordiendo el polvo.

Entre la inmediata confusión, Yuto emprendió la carrera, huyendo entre la noche. Cuando creyó estar lo suficiente lejos, arrojó la navaja a un basural… Como si existiera alguna posibilidad de ocultar el crimen que a vista de tantos había cometido.





  (Pieza única. Año 2023. Medidas: 80 X 57 cms. Precio 600 dólares americanos)



PRIMAVERA



IIustración y cuento de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)




La noche ha ido apoderándose del lugar hasta convertirlo en un recinto de oscuridad y penumbras. Tampoco es tiempo de encender luces…ha llegado el momento de acostarse, cerrar los ojos y prepararse para emprender mi viaje hacia mis mundos oníricos. Tengo una cita ineludible con una de mis pesadillas recurrentes. quisiera evadir este trámite, pero es imposible… Un profundo sopor ya se está apoderando de mí.

Los escenarios son diferentes, pero los hechos y ocurrencias serán tan intensamente terribles como las veces anteriores. En esta oportunidad soy profesor en una escuela ruinosa, encallada entre las cavernas de una montaña. Deambulo por intrincados pasadizos y grutas sin lograr identificar en que aula me corresponde dictar clases, tampoco recuerdo que curso debo impartir. Profesores y otros empleados de la escuela me observan con curiosidad; en sus miradas puedo leer que sienten aversión por mí; por ello no me atrevo a dirigirles la palabra. Sin opciones para peguntar o consultar, continúo vagabundeando entre esos vericuetos que cada vez se hacen más lúgubres y laberínticos; ya no hay aulas, solo pasadizos ruinosos y cavernas; siento un temor extremo, estoy extraviado, camino desesperado. De pronto, para mi alivio, me hallo en una plazuela iluminada y bullente de personas, todas ellas de aspecto taciturno. El paisaje aquí es menos aterrador, pero igual me es extraño. No sé cómo llegué aquí, y tampoco recuerdo donde quedó la entrada por la que llegué aquí. Oteo en todas direcciones para decidir que rumbo tomar, mas, de pronto viene un fortísimo viento que con su soplido desordena el paisaje moviendo todos los elementos. Cuando el viento deja de soplar, ya no hay vestigios de la plazuela, en su lugar hay un amplio camino de tierra iluminada por faroles de luz amarillenta ¡Mi intuición me avisa que la cacería se ha iniciado! Empiezo a correr con toda mi potencia ¡Lo sé! ¡La presa soy yo! Debo ponerme a salvo e intentar conseguir algo que me sirva de arma de ataque y defensa. ¡Corro!... ¡Corro! Necesito algo con que golpear y evitar ser golpeado, pero no hallo nada apropiado. Ahora debo correr zigzagueando pues me están apedreando. Me cubro la cabeza con brazos y manos, y continúo mi loca carrera. Volteo mi mirada rápidamente y develo que aproximadamente una veintena de pequeños hombrecillos con enormes cabezas rapadas, me persiguen intentando lapidarme. Son ágiles y veloces, pero mis trancos son largos, y la adrenalina en mi organismo hace lo suyo…les llevo una buena ventaja, mas, debo mantenerla, pues intuyo sus intenciones de asesinarme sin miramientos. El camino a recorrer se va estrechando debido a unos muros laterales que dan forma a una especie de embudo pronunciado. Correr es mi única alternativa. Hay iluminación al fondo del embudo… Corro, corro… Pero al llegar al final del embudo me hallo con una pequeña escalera descendente y en el plano de abajo hay grupos con más de estos pequeños seres demoniacos, unos sentados y otros recostados en el piso. Ya no puedo detenerme, así es que opto por dar un largo salto por sobre el primer grupo, con intenciones de esquivarlos, mas, mi impulso no es lo suficientemente largo, y caigo sobre varios que se hallaban en el extremo. De hecho, debo haber matado a algunos con mi caída, pues sentí claramente el crujir de huesos bajo el peso de mi cuerpo. Me reincorporo sobre la marcha y sigo corriendo. Ahora ha aumentado el número de mis perseguidores, pero aun les llevo algunas decenas de metros de ventaja. ¡Me estoy agotando! ¡Pero nos perseguidores siguen tras de mí! Me topo con una pila de cañas de bambú, y aprovecho para coger un par de varillas de unos dos metros, y enfrento a los hombrecillos, revoleando mis varillas voy asestando golpes a diestra y siniestra quebrando cuerpos con cada lance. Mi agotamiento físico ya se hace extremo. Me doy vuelta como buscando una salida, un punto de huida entre la nada ¡Y Sí! Se me da la milagrosa alternativa. Frente a mi aparece un laberinto de zanjas, similares a trincheras, ellas me servirán para perderme de su vista. Doy un salto para caer dentro de la zanja más próxima, mas, justo en ese momento una pedrada impacta en mi omoplato derecho, y caigo de bruces sobre el lodo, con un terrible dolor en la espalda; creo que ha llegado mi final. Me arrastro entre el fango, estoy sangrando por la boca y la nariz…me siento desfallecer. Esas infernales criaturas ya están sobre mí; desde arriba empiezan a apedrearme hasta que dejo de sentir dolor, sólo siento la seguidilla de los impactos de las piedras golpeándome, moliendo mi musculatura y machacando mis huesos. A duras penas miro hacia adelante y a unos centímetros veo unas piernas firmemente paradas en “A”, Con mucho esfuerzo sigo alzando mi miranda, y alcanzo a distinguir el rostro de mi amigo Don Percy Leandro, fallecido hace unos años atrás. Ya no hay más pedradas. Don Percy, de un salto pasa por sobre mis restos. Creo que su intención es enfrentar a las criaturas que me estaban apedreando…Ya no veo ni escucho nada…

Ahora estoy sentado al borde de mi cama, asustado y sudando frío. Son casi las diez de la mañana, saldré a mirar la calle desde mi balcón… Qué más puede hacer durante el día un jubilado y anciano escritor de literatura fantástica como yo, aparte de escribir sobre lo que acabo de soñar y esperar la noche para asistir a otra pesadilla, que alimente mi delirante fantasía.



  (Pieza única. Año 2023. Medidas: 80 X 57 cms. Precio 600 dólares americanos)



domingo, 17 de marzo de 2024

¡LOCO! ¡CRAZY!






Video (Música e imágenes de Oswaldo Mejía)

Video con muestra de parte de mi obra pictórica editada sobre la música del track "¡Loco! ¡Crazy!". Canción de mi autoría en composición y arreglos musicales, y que formara parte de la discografía de mi otrora banda "Brebaje", donde ejecutaba la guitarra lider.











domingo, 3 de marzo de 2024

CICATRICES Y DESTINO ENFRENTADOS



IIustración y cuento de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)




El asentamiento humano Pampa de Comas, un caserío olvidado en el tiempo, sin pasado que redimir, sin visos de reivindicaciones; un lugar sin siquiera la dignidad de aparecer en algún mapa. Sólo las francachelas, el chisme y la fe en Dios mantenían latente, aunque en una perenne modorra, a la población.

Las sociedades necesitan héroes o santos; si no los tienen, pues hay que inventarlos, y en este tipo de inventiva nadie le gana al folklore popular. El asentamiento humano Pampa de Comas carecía de oportunidades para generar héroes, y lo más cercano a un santo era el Padre Agustín, Párroco de la iglesia; no porque fuera un dechado de virtudes, sino, porque su nombramiento había venido del mismo Vaticano.

El Padre Agustín era simpático, encantador y dicharachero, pero al igual que todos los pobladores del lugar, era proclive a excederse con la bebida. Una fría y lluviosa madrugada, regresando de una de esas borracheras, con la sotana totalmente empapada, caminando a los tumbos y zigzagueando, terminó trastabillando y cayendo de bruces justamente en el portal de la casa de María la Costurera; llamada así por su habilidad para confeccionar vestidos, y por ser la encargada, por defecto, de vestir a cuanta cumpleañera, quinceañera, novia, o dama que desease aparentar elegancia dentro del asentamiento.

Alertada por el ruido del tropezón, María la Costurera, en bata de dormir, se asomó por su ventana, y por la sotana, reconoció que se trataba del Padre Agustín. Rápidamente abrió su puerta, lo socorrió ayudándole a reincorporarse y rodeándole con sus brazos para que no volviera a caerse, le hizo pasar al interior de su casa. Presta, le despojó de sus ropas empapadas, le cubrió con una manta, le preparó una taza de café caliente; le abrazó para sujetarlo, y así fue dándole de tomar a sorbos el café.

María la Costurera bordeaba los treinta y dos años. Siendo atractiva y de carnes firmes, era un tanto inexplicable que no tuviera marido… Claro, el asentamiento tampoco ofrecía candidatos que valieran la pena escoger.

Entre sorbos de café, el Padre Agustín fue disipando su ebriedad y recuperando sus sentidos. Cuando se dio cuenta que su cabeza descansaba sobre el seno de María la Costurera, la situación le supo enervante, pero a la vez muy acogedora. María la Costurera olía a hogar, a madre, a cómplice…a hembra en celo. Hubo rozamientos, que luego se tornaron en caricias, hasta que tanto los votos de celibato del Padre Agustín, y la abstinencia voluntaria de María la Costurera sucumbieron a la pasión y se amaron como dos desenfrenados.

Semanas después, María la Costurera acudió a la parroquia en hora que no era de culto, y emocionadísima le comunicó al Padre Agustín que estaba embarazada de él… El Padre Agustín fue rotundo en negar su responsabilidad, alegando que ello perjudicaría su sagrada investidura. Desilusionada y herida en su amor propio, María la Costurera no quiso evidenciar su lagrimeo, por ello se dio la vuelta, y se marchó presurosa.

Habían transcurrido cuatro años, María la Costurera no había vuelto a poner un pie en la parroquia; en lo posible tampoco exponía en público a su niño, mas, las personas que acudían a su casa por sus servicios de costura, cuchicheaban que el nene era el vivo retrato del Padre Agustín, y que, si María la Costurera no tenía marido, se daba por sentado que el nene indudablemente era hijo del Padre Agustín …Pero ¿Cómo concebir tamaño hecho sin desprestigiar la moral del Padre Agustín? Si su nombramiento había venido del mismo Vaticano… Entonces las habladurías dieron un giro. Se empezó a correr la voz que se trataba de un milagro, que María la Costurera había sido embarazada por el Padre Agustín, sin que este la tocara. Ni María la Costurera, ni el Padre Agustín, jamás asintieron ni tampoco desmintieron los chismorreos, y siempre esquivaron cualquier pregunta al respecto.

Así, de boca en boca, siguió creciendo el mito. El populacho, muy ocurrente, por cierto, iba agregando detalles a la fábula. Todos hablaban y a la vez creían lo que escuchaban. Se llegó a decir que el Santísimo Padre Agustín había embarazado a la inmaculada María la Costurera mediante obra y gracia del Espíritu Santo… Y que María la Costurera, a los veinte y tres días puso un huevo de medianas proporciones, y lo empolló con devoción durante treinta y cuatro semanas hasta que eclosionó el huevo y nació el niño.

En un momento dado, todos en el asentamiento humano Pampa de Comas estaban convencidos de la real ocurrencia del fantástico milagro. Muchas cartas esgrimiendo estos argumentos eran enviadas al Papa Clementina XIII, solicitando la beatificación para el trío protagonista del quimérico portento. Lógicamente, el Papa ni se inmutó ante tamañas ficciones, y jamás respondió.

Abrumada por tanto barullo, María la Costurera decidió largarse del asentamiento. El Padre Agustín al enterarse de esta decisión se apersonó a la casa. Tantas habladurías habían despertado en él un repentino instinto paternal, y el deseo de conocer a quien sabía era si hijo. María la Costurera le recibió en el portal. - ¡Quiero conocer, y despedirme de mi hijo antes de que se vayan! - María la Costurera le respondió -Mi hijo no es tu hijo, él es obra del Espíritu Santo- Seguidamente le escupió en la cara, y le despidió con un portazo…

A bordo del barco que los llevaba a algún lugar de Centroamérica, María la Costurera sentó a su hijo sobre sus piernas y le dijo -Tu padre no te conoció ni tú le conocerás, pero él era un santo…-



  (Pieza única. Año 2023. Medidas: 80 X 57 cms. Precio 600 dólares americanos)



jueves, 8 de febrero de 2024

ELLOS DEAMBULAN EN MI PATIO INTERIOR.




IIustración y cuento de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)




La familia Chávez Parra era una familia jubilosa, positiva y pujante, que luchaba por salir airosa en la vida. Efrén el padre era policía; Esther la madre enfermera; Raymundo era el hijo mayor, y Victoria la menor, ambos muy alegres y extrovertidos.

Fue en Julio del año 1984 cuando la tragedia tocó a la familia. Efrén Chávez, el padre, fue muerto a tiros al intentar detener un asalto. Esto fue un golpe muy duro para la familia. Esther Parra, la madre, quedó tan afectada emocionalmente que empezó a perder la cordura hasta quedar sumida en la demencia… Los hijos quedaron a la deriva, con mucho dolor y sin nadie en quien apoyarse. A menudo repetían que les haría mucho bien poder hablar con su padre en esas circunstancias.

Un atardecer, a la hora del ocaso, cerca de una decena de amigos nos encontrábamos reunidos en la esquina del barrio, cuando Raymundo Chávez trajo a la charla el mismo comentario. -Me gustaría conversar con mi padre, y pedirle consejo sobre qué hacer en nuestra situación actual; lástima que no esté vivo…- En ese instante, una chica, que al parecer ninguno del grupo conocía, y de la cual no nos habíamos percatado como y cuando se integró al grupo, dijo -Yo sé cómo es posible comunicarnos con tu padre muerto…Sólo basta con que estén dispuestos a hacer lo que yo les pida. Mañana en la noche les haré una demostración. Los que no me creen, es mejor que no vengan, o les ira mal. –

Algunos, quizás por incredulidad o quizás por temor no asistieron a la cita. Cuando llegó la extraña chica, éramos cuatro los que la esperábamos: Raymundo, Victoria, un chico más, y yo. Serían las 21.30 horas, cuando la recién llegada, casi sin mediar palabra extrajo de su mochila, un tablero con letras y números y las palabras SÍ y NO impresas, y un tipo de lector en forma de corazón, con pequeñas patas acojinadas para evitar raspar el tablero, y pudiera deslizarse sin hacer fricción. La noche continuó su avance tiñendo con sus sombras el contexto, de por sí, ya bastante tétrico. La joven tomo el corazón, lo colocó en el centro del tablero, posó su dedo sobre el corazón y empezó a preguntar repetidas veces. - ¿Hay alguien allí…? - …Hasta que el corazón por propio impulso, se dirigió a la palabra SÍ. La chica pregunto si podía comunicarle con su tía fallecida hacía algunos años. El corazón volvió al centro, y ahora debía estar poseído por la presencia de la tía pues el corazón pareció cobrar vida propia, y a cada pregunta, se deslizaba por el tablero tocando letra por letra como si digitara las respuestas. empezó a responder preguntas que la chica iba haciéndole. Creo estar seguro de que los cuatro invitados estábamos paralizados y mudos por efecto del asombro y el terror, pero continuamos allí. Para asegurarnos que no se trataba de un juego o un truco, la chica continuó preguntando a su tía sobre asuntos personales de nosotros siete ¡Y sí! Por las caras de espanto de los otros seis, asumo que la tía fallecida, a través del corazón guía había acertado respondiendo sobre aspectos nuestros tan íntimos que, de hecho, pocos o nadie sabía.  Allí debió ser que a Reynaldo y Victoria se les metió la idea de contactar con su padre fallecido; pues terminada la sesión, la misteriosa chica, preguntó - ¿Alguno de ustedes me puede guardar mi tablero hasta mañana? - Y prestos los hermanos se ofrecieron a guardar el artefacto.

La misteriosa chica, así como apareció, así desapareció, e inexplicablemente jamás regresó a reclamar su tablero, que luego averigüé, se llamaba Ouija, y servía para abrir portales a entes que deambulaban entre el plano de los vivos y los muertos.

Repentinamente los hermanos Chávez Parra dejaron de frecuentar el grupo; dejaron de hacer vida social; permanecían encerrados en casa, y jamás encendían luces. Un día fui a su casa, salió Reynaldo, y me atendió misteriosamente con la puerta entrecerrada. Allí, de manera muy escueta me contó que sí habían logrado comunicarse con su padre a través de la Ouija, pero también con otros entes que ahora deambulaban por su casa, y en ocasiones los poseían y les obligaban a hacer cosas… Reynaldo no terminó la frase, e inexplicablemente me cerró la puerta en las narices.

No volvimos a saber nada de ellos, hasta aquella noche en que los gritos desgarradores y carcajadas provenientes del interior de la casa de los Chávez Parra, junto con fuego que empezó a expandirse por la planta baja, sobrecogieron el vecindario entero.

Al día siguiente nos enteramos por los informes policiales en los noticieros, que los hermanos Chávez Parra habían asesinado a su madre hacia unos días; descuartizaron el cadáver y guardaron los restos en el refrigerador. Era muy posible que ambos hermanos hubieran incurrido en canibalismo con los restos de su propia madre. Luego, la noche del griterío, Reynaldo hubo asesinado a su hermana Victoria asestándole veintidós puñaladas, luego se roció el cuerpo entero con combustible y se prendió fuego; así, convertido en una tea humana, empezó a corretear por todo el salón, mientras reía a carcajadas y esparcía el fuego por todo el mobiliario.

Que en paz descansen las almas de los Chávez Parra.




  (Pieza única. Año 2023. Medidas: 80 X 57 cms. Precio 600 dólares americanos)



lunes, 22 de enero de 2024

CALLIOSTRO




IIustración y cuento de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)




En la comarca ocurrió algo muy extraño. La esposa de Don Nicanor Gonzáles, durante su embarazo desarrolló cuatro senos adicionales a los dos que por naturaleza ya tenía, mas, como solamente dio a luz quintillizos, la Señora Gonzáles tuvo la genial idea de asignar el seno sobrante a Don Nicanor, así ya no tendría que cocinar para él, y podría dedicarse casi exclusivamente a cuidar a los cinco nenes, y dar de lactar a los seis…Don Nicanor se encargaba de procurarle frutas, y mientras ella las comía, él lactaba junto con sus cinco niños…Así pasaron casi dos veranos. Transcurrido ese tiempo, la Señora Gonzáles retomó sus labores en la cocina, y continuó cuidando y alimentando a sus cinco hijos y a Don Nicanor, pero sin más leche materna…



(Pieza única. Año 2023. Medidas: 80 X 57 cms. Precio 600 dólares americanos)



jueves, 11 de enero de 2024

SKORPIONES




IIustración y cuento de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)




Luis Arteaga era apenas un adolescente pleno del candor que solía caracterizar a la gente sencilla de los pueblos de las provincias, con sus diez y siete años, rebosaba en vitalidad y simpatía, era un joven acomedido y siempre amable con las personas de los huertos vecinos. Su carisma era inspirador de confianza; razón por demás para que siempre fuera bien recibido en la humilde pero acogedora casa del anciano Don Danilo Pereira. La esposa de este, Doña Petronila, en medio de su pobreza, siempre tenía algún postre casero o un plato de comida para ofrecerle, y esta ocasión no fue la excepción. -Luisito ve a lavarte las manos que he preparado arroz con frejoles y asado- Luis, presto, se dirigió hacia el fondo de la casa donde fluía agua de un manantial, pero al pasar frente al dormitorio, vio a Don Danilo de espaldas, arrodillado frente a un montículo de antiguas monedas de reluciente oro, que Don Danilo iba limpiando una a una con un paño de franela, y luego las apilaba sobre una frazada de lana. Eran cientos, quizás unos miles de monedas.

Lo que Luis Arteaga vio aquel día cambiaría su vida para siempre. Salido de su inicial asombro paralizante, el joven Luis regresó con Doña Petronila, pálido, y sin haberse lavado las manos -Luisito. Estás pálido…como si te hubieras topado con un alma en pena-. Luis no pronunció palabra alguna, sólo se limitó a comer del plato asignado. No pudo saborear lo que iba engullendo. La comida le sabía a nada; únicamente deseaba terminar con ese trámite y salir de aquel lugar; le faltaba el aire. Una vez vacío su plato, dio las gracias cuando ya estaba de pie, y salió presuroso. Se sentía invadido por una extraña sensación agobiante, como si de pronto se le hubiera contaminado el alma.

Al llegar a su casa, no saludó a su madre y se fue directamente a su habitación, le dolía la cabeza, se recostó, mas, estaba lejos de conciliar el sueño. Estuvo varias horas lidiando con pensamientos intrusivos, hasta que finalmente cayó en un sopor profundo plagado de pesadillas. Al despertar al día siguiente, eran pasadas las cuatro de la tarde; su madre extrañada intentó indagar qué le ocurría, mas, como respuesta, sólo consiguió que Luis se pusiera de pie, y se fuera a la calle sin pronunciar palabra alguna. Luis pasó la tarde deambulando de aquí para allá hasta muy entrada la noche. Ya era la madrugada y Luis continuaba batallando con sus demonios internos. Entonces decidió entrar furtivamente, como un vulgar ladrón a la casucha de Don Danilo Pereyra. Luis conocía las ubicaciones de las habitaciones y mobiliario de memoria, así es que empezó a buscar en cada rincón donde posiblemente Don Danilo hubiese podido guardar sus tentadoras monedas de oro. La codicia se había apoderado de Luis, y lo estaba conduciendo a situaciones extremas.

De pronto apareció Don Danilo con una pequeña lampara de queroseno iluminando la habitación, lógicamente, de inmediato lo reconoció -Luis ¿qué buscas aquí, a estas horas? – Luis sólo atinó a intentar huir a la carrera atropellando a su paso al anciano Danilo, este cayó de espaldas golpeándose la nuca contra el piso. Luis sentía mucho aprecio y cariño por Don Danilo, por ello no dudó intentar auxiliarlo, pero ya no había mucho que hacer por él…el anciano ya estaba muerto. Dentro de Luis, los sentimientos se presentaban revueltos y confusos; algunas lágrimas de Luis cayeron sobre el rostro del cadáver DE Don Danilo. Entonces apareció en escena Doña Petronila, que al ver la escena empezó a chillar. Luis se abalanzó sobre ella, forcejearon y finalmente la tiró al piso. Montado sobre el abdomen de Doña Petronila, Luis pretendía hacer que cesara de chillar, pero al no lograrlo, con ambas manos empezó a apretarle el cuello, cada vez con más fuerza. Por la mente de Luis pasaban rápidamente sensaciones, emociones, y sentimientos contradictorios. Se sentía mal por aplicarle daño físico a Doña Petronila, pero a la vez deseaba acabar con su vida lo más pronto posible, y así evitarse acusaciones por sus actos. Finalmente, Doña Petronila dejó de forcejear y respirar…

Luis sintió acrecentado su riego adrenalínico y también su codicia; y con la casa a su entera disposición, pasó la noche buscando su anhelado tesoro entre los viejos muebles, cajas, paredes y pisos, mas, no logró hallar ni una de aquellas monedas de reluciente oro. Al amanecer, frustrado y abatido, procedió a retirarse a hurtadillas. La policía, inoperante, inexperta, y sin recursos técnicos ni tecnológicos cerró el caso como “Misterio sin resolver”.

Luis podía vivir libre de la más mínima acusación, pero no libre de remordimientos y su enfermiza ambición. Pesadillas delirantes invadían sus sueños, por lo que fue a consultar al Shamán del pueblo sobre una pesadilla recurrente que no le abandonaba. Lógicamente no le contó todo; sólo le dijo que en sueños él se veía con las manos y brazos embarrados de excrementos. El Shamán fue categórico en responderle -Si sueñas con caca, es porque tus manos van a tocar harto dinero. –

Enardecido por lo que le dijera el Shamán, Luis, siempre a escondidas, por las noches empezó a frecuentar la pequeña parcela de quien fuera Don Danilo Pereira, y armado con una pala se pasaba hasta la madrugada cavando aquí y allá, ávido por hallar las codiciadas monedas, mas, noche a noche la búsqueda del tesoro se repetía esquiva. Sólo faltaba cavar al pie del viejo roble, y aquella noche Luis se sintió entusiasmado, pero a la vez intranquilo, como si finalmente tuviera temor de hallar el tesoro, como un presentimiento inquietante, perturbador, e indescifrable. 

 Luis trató de disiparse y empezó a cavar al pie del roble. Había dado unas cuantas lampadas cuando se topó con una gran caja metálica. El corazón pareció querer desbocársele. Eufórico se dio a la tarea de continuar su excavación con las manos; la tierra estaba blanda, pero, aun así, le resultó difícil liberar la enorme caja, por lo que procedió a forzar la tapa a golpes de lampa; cuando logró su cometido, pudo observar que había acertado… Allí estaban las preciadas monedas de oro ¡No lo podía creer! ¡El Shamán había acertado en sus vaticinios! Unos instantes jugueteó y acarició las monedas.

De pronto una gran sombra se cernió sobre sus espaldas. Cuando Luis se dio vuelta, Un gran toro negro de filosas astas y ojos chisporroteantes como el fuego rascaba el piso con sus patas delanteras sacando chispas del piso. Por reflejo, Luis quiso salir corriendo, temiendo ser embestido por el endemoniado animal, mas, en medio del pánico, no se dio cuenta de un cepo para atrapar lobos u osos, que estratégicamente Don Danilo Pereira debió dejar como protección adicional, al entierro de su tesoro.

Los dientes aserrados del cepo se cerraron con tal fuerza sobre el tobillo derecho de Luis que instantáneamente rompieron piel, músculos, arterias, y cercenaron huesos y tendones. Así, con el pie desmembrado, Luis se arrastró hasta tocar nuevamente las preciadas monedas…fue lo último que hizo, había perdido mucha sangre, la vida ya se le iba…




(Pieza única. Año 2023. Medidas: 80 X 57 cms. Precio 600 dólares americanos)



jueves, 28 de diciembre de 2023

AFLICCION ANUNCIADA.




IIustración y cuento de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)




Los planos entre las que transitaba Federico, eran cada vez más alucinados ¿En qué momento empezó a ser invadido por estas fantasías? Para él mismo era difícil establecerlo; le parecía que siempre había sido así; en su presente no podía concebir que existiera una visión de vida diferente. Vivía entre sus fantasías y la realidad. El transitar entre esos estados se le hacía normal. Para él resultaba imposible identificar cual estado era real y cual era ficticio. Sus allegados sí iban notando su patología, por sus cambios de conducta; constantemente entraba en estados depresivos, casi no se aseaba, y cada vez era más difícil entablar una conversación sensata con él. En sus desvaríos empezó a creer que podía escuchar lo que, a lo lejos, las personas murmuraban sobre él, y además decía recibir mensajes y ordenes divinas.

Federico bordeaba los cuarenta años, era un solterón que fácilmente hubiera podido ser un tipo simpático… en sus momentos de lucidez lo era, pero estos lapsos eran cada vez más escasos. Tenía alucinaciones auditivas, delirios, y trastornos de pensamiento. Sus propios familiares directos le rehuían. Lo instalaron en una habitación con puerta a la calle y tapiaron todo acceso colindante con el resto de la casa, lo abandonaron a su suerte. Federico aprendió a sobrevivir costeando su alimentación en base a esporádicos trabajos de carpintería que los vecinos le encargaban, más por piedad que por necesidad.

Como una forma de llamar la atención hacia los servicios de carpintería que ofrecía, todas las mañanas sacaba a su puerta un banco largo de madera, unas sillas, y una perezosa algo destartalada. Más que clientes, ese mobiliario atrajo rápidamente a los vagos y desocupados del barrio. Estos se apostaban desde temprano en los asientos y se la pasaban compartiendo bromas y risotadas. Federico se lo permitía, pues no tenía carácter para echarlos y porque además le tenía mucho respeto a el más veterano, Don Joselillo, apodado con acierto “Chistes crueles”. Para él estaba adscrita la perezosa, desde allí, cómodamente lanzaba sus chistes, la mayoría muy malos y/o redundantes, pero todos se los festejaban, pues Don Joselillo, siendo pensionado por jubilación, era él quien invitaba algún refresco, o algún cigarrito.

La Lucha era un gay que cocinaba y vendía comida clandestinamente pues no tenía un local ni ninguna licencia de salubridad, pero aplacaba el hambre de su clientela a módicos precios, y eso era lo que importaba. Siempre que pasaba frente a la puerta de Federico saludaba a todos con una amplia sonrisa, y siempre Don Joselillo le decía -Cada vez que te veo pasar, te veo tan feliz, que me provoca volverme maricón…- como si se tratara de un guion, alguno de los presentes decía -Pero Usted ya está mayor para eso Don Joselillo- Y este contestaba -Nunca es tarde para ejercer hijo mío- …Y empezaban las risotadas. Igual le metía sorna a Federico preguntándole con su marcado talante ateísta -…Y Federico ¿Sigue llamándote Diosito por teléfono? – Y las carcajadas celebrando la ocurrencia. Federico ni se inmutaba, Él seguía sumido en sus fantasías.

Una mañana, Federico no sacó el mobiliario que ocupaban los desocupados burlones. Entre sus delirios y alucinaciones había recibido un mensaje –“Ve a la tienda de la vuelta de la esquina, que allí encontrarás a la mujer que te tengo designada para ti…”- Esa mañana se lavó la cara rápidamente, se acomodó los cabellos con las manos y fue a la tienda indicada, pero no había ningún cliente, ni tampoco la tendera dueña…sólo estaba la menor de sus hijas, una niña de once años. Federico no tuvo la menor duda que esa niña era la prometida por la voz que retumbó en su cabeza esa mañana. Pasaron unos instantes y llego la señora propietaria de la tienda, madre de la niña. Federico henchido de valor, se dirigió a la señora, y luego de contarle todos los previos, le pidió la mano de su hija, argumentando que él esperaría unos años hasta que la niña tuviera edad suficiente para casarse. La tendera se armó con una escoba y lo persiguió a palazos mientras le lanzaba todo tipo de insultos e improperios. “Lengua larga”, como toda tendera, la señora corrió el chisme entre toda su clientela, y en pocas horas, el acto de petición de mano por parte del pobre Federico, estaba en boca de todo el mundo.

Lógicamente asustada por la descabellada proposición se Federico, la señora tendera, apresuradamente envió a su pequeña hija a la lejana Norteamérica donde la acogería una de sus hermanas mayores. Esto sumió a Federico en una de sus más severas depresiones. Ya no sacaba el mobiliario para que se sentaran los vagos y desocupados. Sólo abría su puerta, y los vagos eran los que sacaban las bancas y sillas, él ni pronunciaba palabra, permanecía ajeno a todo, ensimismado es su frustración y dolor…

Entre sus acostumbradas ocurrencias, Don Joselillo “Chistes crueles” le dijo -Federiquito ¿Y qué dice Diosito de tu novia? …Para mí que se ha burlado de ti. Deberías denunciarlo por estafador …Yo soy tu amigo, si deseas te presento un abogado- Y -¡¡Ja-ja-ja-ja-jaaaaaaa…!!- Las risotadas.

Al día siguiente, Federico ya no abrió la puerta, al día siguiente tampoco. Pasaron seis días, y los vagos que continuaban reuniéndose en el lugar, aunque de pie o sentados en el piso, notaron que de adentro de la habitación salía un fuerte olor a putrefacción; por ello dieron parte a la policía.

Cuando descerrajaron la puerta, hallaron a Federico colgado de una de las vigas del techo. Tenía la lengua afuera, el rostro color violáceo, y su cuerpo inflado como un globo. En la habitación, el aire estaba tan enrarecido, que el Fiscal dio fe de todo mirando apenas desde la calle.

Don Joselillo “Chistes crueles” dijo -Dicen por ahí que el que muere por amor, se va directo al Cielo…como el Jesucristo ese, que también era carpintero…-




(Pieza única. Año 2023. Medidas: 80 X 57 cms. Precio 600 dólares americanos)



domingo, 10 de diciembre de 2023

VISITAS INESPERADAS




Ilustración y cuento de Oswaldo Mejía.

(Derechos de autor, protegidos)







El joven Víctor Buendía, junto a sus dos amigos Eleazar Díaz y Domingo Pérez hallábanse alrededor de una fogata, acampando en plan de aventura, en las laderas de una colina, cuando la negrura de la noche se vio quebrada por el paso de un bólido luminoso que cruzó casi rasante a las altas copas de la arboleda de la montaña y terminó estrellándose tras los cerros, provocando un gran estampido y un inmenso fulgor incandescente. Lo primero que se les ocurrió, es que se trataba de una avioneta que se había venido a pique, pues en un lugar cercano había un aeródromo.  Sin pesarlo dos veces, recogieron sus utensilios y equipajes, tomaron sus mochilas, y casi sin mediar palabra emprendieron la carrera hacia el lugar de la colisión. Agotados, por ratos detenían el paso, tomaban aire, y luego retomaban el avance, cada vez más lento. Hallábanse muy extenuados, cuando en un claro divisaron los escombros de lo que debió ser la nave estrellada…pero para nada parecían ser los restos de una avioneta. De hecho, se trataba de una nave, pero los restos eran más similares al descalabrado cascaron de un huevo. Eleazar Díaz y Domingo Pérez, dominados por el miedo ante esos restos extraños, fueron muy cautelosos, y sólo se limitaron a observar de lejos. Entre los escombros humeantes se podían ver aún titilantes algunas lucecillas. Víctor Buendía, que llevaba la delantera tropezó con un pequeño cuerpo, como el de un niño de doce años, vestido con un traje platinado…evidentemente estaba muerto. Confundido, pero alerta, Víctor barrió con su mirada el lugar, y en lo que debió ser la cabina de la nave, divisó tendido sobre el piso a otro ser similar en tamaño y vestimenta al que estaba muerto afuera, pero este sí daba muestras de estar vivo. Víctor instintivamente corrió en su auxilio. La cabeza del herido era algo desproporcionada para el tamaño de su cuerpo en relación a las medidas anatómicas humanas; sus ojos eran negros, saltones, y enormes, semejantes a los ojos de los insectos. El hombrecillo no pronunció palabra, pero Víctor percibió plenamente dentro de su cabeza la suplica - ¡Agua…agua…! - Víctor se apresuró en sacar una botella de agua mineral de su mochila y se la acercó a los labios cuidadosamente. El hombrecillo ocultaba celosamente algo en su puño derecho. Luego de empaparse lo labios, el hombrecillo pareció querer reincorporarse, pero solo fue producto de uno de sus últimos estertores, luego ladeó su cabeza, y lentamente fue abriendo su puño derecho, dejando expuesta una canica negra que por momentos emitía una débil fluorescencia color verde petróleo. Era evidente que el hombrecillo había expirado.

Víctor se apresuró en coger la fluorescente canica, la ocultó entre sus ropas, y sin mencionar nada al respecto a sus camaradas, sólo dijo - ¡Nada de esto es de este mundo! –

Cuando llegaron los militares, se llevaron a los tres jóvenes a una base, donde los sometieron a minuciosos interrogatorios. Víctor no mencionó para nada el tema de la canica. Cuando finalmente los dejaron libres, Un oficial de alto rango les dio una orden disfrazada de sugerencia -Si les preguntan algo, es mejor que ustedes respondan que lo que vieron fue una avioneta estrellada-.

Con la finalidad de evitarse problemas, Ante los periodistas y curiosos, ninguno de los tres amigos jamás contrarió la versión de la avioneta estrellada.

Entre los vericuetos de la vida, Víctor perdió contacto con sus camaradas, pues en diferentes ocasiones, primero uno y luego el otro emigraron a otros lares.

Víctor Buendía todas las noches cogía entre sus manos la canica y la observaba como emitía su refulgencia, hasta que el sueño le vencía, al amanecer la guardaba entre sus bolsillos, y continuaba con su vida cotidiana, al siguiente anochecer volvía a repetir el ritual. Habían pasado veintiséis años desde aquella noche en que halló junto con sus dos amigos aquella extraña nave estrellada, con los dos hombrecillos siniestrados. Lo más insólito era que había transcurrido ese tiempo, sin embargo, Víctor Buendía no había envejecido un ápice, tampoco su salud se había visto afectada por ninguna dolencia durante todos esos años.

Una mañana, Víctor Buendía llamó a un canal de televisión, contactó con un periodista especializado en temas paranormales, y le ofreció mostrar en exclusiva las evidencias probatorias de su historia. La entrevista fue pactada para el tercer día subsiguiente.

Por alguna extraña razón, Víctor Buendía, jamás asistió a la entrevista; tampoco nadie volvió a saber nada de él…fue como si la tierra misma se lo hubiera tragado.












 (Pieza única. Año 2023. Medidas: 80 X 53 cms. Precio 600 dólares americanos)


     

sábado, 25 de noviembre de 2023

MARTIRES DEL DESCONTROL





Ilustración y cuento de Oswaldo Mejía.

(Derechos de autor, protegidos)







Estoy en medio de esta maraña de carreteras entrecruzadas y de niveles ondulantes, hay subidas y pendientes, algunas más y otras menos pronunciadas por todo su recorrido… En el ambiente hay un estricto silencio; no hay ruidos ni sonido alguno. En este contexto no tengo ruta ni idea de hacia dónde desplazarme, mas no debo detenerme, lo que busco puede estar en cualquier lugar.

Sorpresivamente hace su aparición un vehículo muy destartalado, lo más parecido a un mini bus. precipitándose a toda velocidad por una de las pendientes, siempre en silencio. El impulso de la bajada lo hace superar la siguiente subida, y nuevamente pendiente abajo, pero al inicio de la siguiente empinadura, se agota el impulso y el remedo de carro se detiene. Acto seguido, se bajan los ocupantes y empiezan a empujarlo cuesta arriba; al llegar a la cima, todos se apresuran en volver a subir al vehículo, siempre en el más profundo silencio; el último en subir da un empujón, y el vehículo nuevamente a toda carrera. Repitiendo una y otra vez esa misma operación, finalmente desaparecen de mi vista.

Continúo mi caminata topándome con otros vehículos en iguales condiciones, con individuos empujando, y aprovechando las pendientes para deslizarse con sus vehículos, siempre en silencio. Aquí nada es capaz de provocar el menor ruido, excepto yo, que puedo hablar, vociferar, y mis pasos provocan sonidos de pisadas: inobjetablemente soy un forastero ajeno a este mundillo; aquí nadie me toma en cuenta, ni me miran, si alguien pasa, es porque está ocupado en hacer rodar su vehículo…

Llevo días recorriendo esta maraña de carreteras en sube y baja, sin saber hacia dónde me dirijo; estoy tentado a detenerme, me siento muy agotado.

Vaya, al fin veo entre una parte baja de la carretera a una persona que no va tras un vehículo. Esta sentada de espaldas a mí; me acercaré, quizás sepa qué lugar es este. Me aproximo silbando, no deseo asustarle con mi intromisión. Mis silbidos sirvieron, ha volteado a mirarme - ¿Gloria? – Ella asiente con la cabeza…- Llevo toda esta vida buscándote –

*-…Yo llevo toda esta vida aquí esperándote-

Gloria lleva tacones altos color rojo, un jean vaquero, y una chaqueta color purpura, desabotonada, lo que me permite ver que sus senos y abdomen van desnudos. Su ondulada cabellera y lo prolijo de su maquillaje resaltan su figura. Gloria luce con el porte y la belleza de una Diosa ¡Esto debe ser un sueño!

*- ¡Hagamos el amor aquí y ahora mismo! Necesito tu semilla para parir esos pequeños ángeles azules que nos tenemos pendientes-

Gloria se apresura a bajarse el pantalón hasta la altura de las rodillas. Yo también hago lo mismo; no pregunto ni objeto nada, es evidente que nuestros ímpetus contenidos no aceptan postergación alguna…Sobrarían las palabras. Sólo atino a acomodarme detrás de ella y con devoción beso y lamo su cuello y mejilla, mientras manoseo sus caderas preparándome para invadir sus entrañas… ¡Oh, no! Repentinamente, y en silencio, aparece una gruesa turba de personas en la cima de la ondulante carretera, vienen hacia nosotros. ¡Deben ser miles, quizás millones! …Es preciso subirnos los pantalones. La multitud nos alcanza en ese trance, y por inercia nos empujan a caminar con ellos. -¡¡GLORIAAAAAAAAA!! ¡¡GLORIAAAAAAAAAAAA!!- La he perdido de vista, y esta multitud no cesa de caminar hacia adelante, parecen autómatas, sólo miran fijamente hacia adelante.

Llevamos horas caminando, Caminamos toda la tarde, parte de la noche, pronto amanecerá, pero ni siquiera puedo caer rendido, estoy apretadamente rodeado por esta gente ¡Gloria! ¡¿Dónde quedó Gloria?!

Cuando al fin la multitud empieza a dispersarse, caigo de rodillas. Mientras trato de reponerme, me doy cuenta que al intentar mirar donde estoy, no puedo distinguir nada. El suelo resplandece con tal fulgor que anula mi visión. Ahora me doy cuenta que estoy arrodillado sobre un extenso manto de blanca sal, que rebota los rayos solares sobre mis ojos, no distingo nada. No veo horizonte, sólo el reflejo enceguecedor.

-¡¡GLORIIIIAAAAAAAAAAA!!-

…Es que nuevamente la he perdido… Esperaré a que caiga la noche para intentar salir de este mar de sal no sé si lo logre… O tendré que volver a morir aquí, para continuar buscándola en una vida posterior…

La única certeza que tengo, es que esto no es un sueño ni una pesadilla, pues en el mundo onírico no hay olores ni sabores, y yo aun tengo impregnado el aroma de su piel, y el sabor de su maquillaje en mi paladar…

-¡¡GLORIIIIAAAAAAAAAAAAAAA!!-










 (Pieza única. Año 2023. Medidas: 80 X 53 cms. Precio 600 dólares americanos)