viernes, 3 de febrero de 2023

ESCALERAS PARA DORMIR SUEÑOS AJENOS



lustración y cuento de Oswaldo Mejía.

 (Derechos de autor, protegidos)






Llevaba mucho tiempo y muchísimos kilómetros caminando en busca de la cura de la enfermedad del insomnio. Cuando salí de mi pueblo casi todos estaban contagiados, y podía verse oleadas de personas caminando sin rumbo premeditado; se movían como autómatas hacia donde las turbas los empujaban. No podían conciliar el sueño, el cansancio iba acabando con sus voluntades y pronto morirían a consecuencia de la inanición y el agotamiento, pues no atinaban siquiera a alimentarse.

Quienes, como yo, habían oído hablar del Mensajero de sueños desechaban la idea de salir a buscarlo por el mundo; algunos por desidia y otros porque no tenían certeza de la existencia de este mítico personaje…Quizás sólo se trataba de un utópico rumor. Yo si creí en él, por ello emprendí mi peregrinación en su búsqueda.

Por todos los pueblos y villas que recorrí, la dramática situación era la misma, oleadas de personas sin voluntad caminando a la deriva. Yo también era un contagiado, pero no me resignaba a esperar mi muerte deambulando. Tampoco podía dormir, pero me propuse no perder mis voluntades ni detener mi búsqueda, y así continué. De cuando en cuando, sin detenerme, bebía sorbos de agua, comía pasto y algunos insectos que hallaba en mi camino, y seguía adelante.

Un atardecer, cuando ya estaba cayendo la noche, llegué a un caserío que al parecer estaba desolado, no se veían grupos de errantes sin voluntad. Sólo se veían casuchas ruinosas y deshabitadas, quizás toda su población había sido aniquilada por la enfermedad del insomnio y la consecuente pérdida de voluntad de los infectados.

Cuando me interné en el caserío ya había caído la noche. Mis fuerzas y voluntades ya iban mermando, mas, seguí rumbo a lo que sería el espacio central del villorrio. Para mi asombro allí había una aglomeración de bultos flotantes, la mayoría cubiertos por frazadas, sabanas y harapos, que arrastraban de manera fantasmagórica. Sentí pánico de ver tamaño fenómeno. Todos flotaban sin rumbo, muchos chocaban entre sí suspendidos en el aire a un metro y medio de altura aproximadamente.

Mis reflejos me ordenaron darme vuelta y echar a correr hacia atrás, pero ya no tenía fuerzas, además ¿Hacia dónde huiría? Cualquier lugar estaba muy lejos. Así es que opté por ir acercándome lentamente, hasta casi toparme con los bultos flotantes; entonces pude distinguir que se trataba de personas en posiciones horizontales análogas a dormir.

Seguí adentrándome, entre todos esos durmientes flotantes hasta que noté una leve lucecita al fondo. Esquivando los cuerpos que ondeaban a mi rededor, fui acercándome hacia el lugar de donde provenía la luz. Era un farol de mano colocado en el piso al costado de lo que me pareció un basural. Pero ¿Qué hacia un farol de mano encendido en un pueblo donde todos flotaban dormidos, o quizás muertos?

Entre los desechos, de pronto algo empezó a estremecerse, parecía el cascaron de una crisálida a punto de emerger. Di un salto hacia atrás aprestándome a salir huyendo, cuando apareció la cabeza de un payaso con una calvicie parcial desde la frente hasta la coronilla, a los costados tenía una larga cabellera encrespada teñida en tonos verdes, su rostro estaba burda y grotescamente pintarrajeado como el mal remedo de un clown. Con sus manos fue liberándose de su cobertura, que resultó ser una masa de harapos. Tenía el torso desnudo, dejando a la vista su piel arrugada y cubierta de mugre. Llevaba un pantaloncillo corto muy ancho para su talla, sujeto a sus hombros por unos tirantes. Se puso de pie con mucha dificultad. Quedó erguido, pero temblaba. Entonces me habló con una voz rasposa.

-No ganaste nunca nada ¿Verdad? Eres un perdedor más, como todos en este mundo retorcido. Aquí nadie ganó jamás absolutamente nada. Siempre anduvieron vagabundeando y esperando sus soluciones en los demás… Y tú eres uno de ellos maldito bastardo. Nadie creyó en mí, en el Mensajero de Sueños… Y ahora que no puedes dormir vienes a mí ¿Verdad? ¿Deseas que te obsequie el don del sueño? Pues ya no tengo ese poder. Estoy muy viejo. Me estoy muriendo. ¿Ves que no pude curar a esta gente de mi pueblo? Apenas si tuve fuerzas para darles con un mazo de piedra un certero y seco golpe en la nuca a cada uno. Muchos cayeron muertos y unos pocos quedaron privados sin sentido y flotando, esperando si alguna vez alguien conseguía una cura. Ya no puedo repartir sueños…Pero soy un Sanador, mi misión hasta hoy, fue dar cura y salud, y puedo donar mi sangre sanadora a otro cuerpo joven.

¿Quieres mi sangre? Si crees en mí, si no eres un perdedor, bebe de mi líquido vital, absorbe mi poder y cura al mundo del mal del insomnio.

Extrajo de sus bolsillos una navaja de barbero, y cual si se tratara de un ritual empezó a tasajearse los brazos, y luego el tórax, el abdomen, y el rostro, y no cesaba de gritarme:

¡Bebe maldito! ¡Bebe! Lame mi sangre y mis heridas ¡Bebe mi poder!

Yo me arrodillé ante él y bebí su sangre que fluía a borbotones, lamí sus heridas hasta que perdí el conocimiento. Cuando desperté él ya no estaba, sólo me rodeaban los durmientes flotantes. Con tan solo tocarlos, despertaban y caían al suelo para allí volver a conciliar el sueño, pero ya era un sueño sano, cuando despertaban ya estaban curados

Así de pueblo en pueblo, de caserío en caserío fui sanando a miles de contagiados, hasta llegar a mi lugar de origen.

“El Mensajero de sueños estaba vivo…”





 (Pieza única. Año 2016. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


10 comentarios:

  1. El mensajero de sueños atrapa al lector con su imaginación desbordante, intriga, misterio más bien, y ese final redondo donde el poder creativo le viene dado, no sin antes trabajar hasta la extenuación para encontrar la fuente.

    Muy bello escrito y con moraleja final.

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    1. GRACIAS POR OBSEQUIARME TU VISITA Y COMENTARIO QUERIDA AMIGA.

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  2. Sólo será una cura pasajera; la cura verdadera para el insomnio sólo la conoce la muerte. ¿O será acaso la vigilia la verdadera enfermedad?

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  3. Caballero Oscuro alcanzar nuestros sueños a la larga nos deja la sensación de insomnio por no poderlos realizar nis enfocamos tanto en realizarlos que se van perdiendo hasta dejarnos en ese estado de letargo fasinante hermano gracias por execelente escrito un fuerte abrazo

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    1. Te agradezco infinitamente que hayas venido hermano mío. Un enorme abrazo.

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  4. Ufff, agradezco a la persona que me etiquetó porque estoy fascinado en tus escritos. ¡Me encantan, que talento!

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    1. Un placer tu visita hermano mío. Gracias por llegar hasta aquí.

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