Llevaba
mucho tiempo y muchísimos kilómetros caminando en busca de la cura de la
enfermedad del insomnio. Cuando salí de mi pueblo casi todos estaban
contagiados, y podía verse oleadas de personas caminando sin rumbo premeditado;
se movían como autómatas hacia donde las turbas los empujaban. No podían
conciliar el sueño, el cansancio iba acabando con sus voluntades y pronto
morirían a consecuencia de la inanición y el agotamiento, pues no atinaban
siquiera a alimentarse.
Quienes,
como yo, habían oído hablar del Mensajero de sueños desechaban la idea de salir
a buscarlo por el mundo; algunos por desidia y otros porque no tenían certeza
de la existencia de este mítico personaje…Quizás sólo se trataba de un utópico
rumor. Yo si creí en él, por ello emprendí mi peregrinación en su búsqueda.
Por
todos los pueblos y villas que recorrí, la dramática situación era la misma,
oleadas de personas sin voluntad caminando a la deriva. Yo también era un
contagiado, pero no me resignaba a esperar mi muerte deambulando. Tampoco podía
dormir, pero me propuse no perder mis voluntades ni detener mi búsqueda, y así
continué. De cuando en cuando, sin detenerme, bebía sorbos de agua, comía pasto
y algunos insectos que hallaba en mi camino, y seguía adelante.
Un
atardecer, cuando ya estaba cayendo la noche, llegué a un caserío que al
parecer estaba desolado, no se veían grupos de errantes sin voluntad. Sólo se
veían casuchas ruinosas y deshabitadas, quizás toda su población había sido
aniquilada por la enfermedad del insomnio y la consecuente pérdida de voluntad
de los infectados.
Cuando
me interné en el caserío ya había caído la noche. Mis fuerzas y voluntades ya
iban mermando, mas, seguí rumbo a lo que sería el espacio central del
villorrio. Para mi asombro allí había una aglomeración de bultos flotantes, la
mayoría cubiertos por frazadas, sabanas y harapos, que arrastraban de manera
fantasmagórica. Sentí pánico de ver tamaño fenómeno. Todos flotaban sin rumbo,
muchos chocaban entre sí suspendidos en el aire a un metro y medio de altura
aproximadamente.
Mis
reflejos me ordenaron darme vuelta y echar a correr hacia atrás, pero ya no
tenía fuerzas, además ¿Hacia dónde huiría? Cualquier lugar estaba muy lejos.
Así es que opté por ir acercándome lentamente, hasta casi toparme con los bultos
flotantes; entonces pude distinguir que se trataba de personas en posiciones
horizontales análogas a dormir.
Seguí
adentrándome, entre todos esos durmientes flotantes hasta que noté una leve
lucecita al fondo. Esquivando los cuerpos que ondeaban a mi rededor, fui
acercándome hacia el lugar de donde provenía la luz. Era un farol de mano
colocado en el piso al costado de lo que me pareció un basural. Pero ¿Qué hacia
un farol de mano encendido en un pueblo donde todos flotaban dormidos, o quizás
muertos?
Entre
los desechos, de pronto algo empezó a estremecerse, parecía el cascaron de una
crisálida a punto de emerger. Di un salto hacia atrás aprestándome a salir
huyendo, cuando apareció la cabeza de un payaso con una calvicie parcial desde
la frente hasta la coronilla, a los costados tenía una larga cabellera
encrespada teñida en tonos verdes, su rostro estaba burda y grotescamente
pintarrajeado como el mal remedo de un clown. Con sus manos fue liberándose de su
cobertura, que resultó ser una masa de harapos. Tenía el torso desnudo, dejando
a la vista su piel arrugada y cubierta de mugre. Llevaba un pantaloncillo corto
muy ancho para su talla, sujeto a sus hombros por unos tirantes. Se puso de pie
con mucha dificultad. Quedó erguido, pero temblaba. Entonces me habló con una
voz rasposa.
-No
ganaste nunca nada ¿Verdad? Eres un perdedor más, como todos en este mundo
retorcido. Aquí nadie ganó jamás absolutamente nada. Siempre anduvieron
vagabundeando y esperando sus soluciones en los demás… Y tú eres uno de ellos
maldito bastardo. Nadie creyó en mí, en el Mensajero de Sueños… Y ahora que no
puedes dormir vienes a mí ¿Verdad? ¿Deseas que te obsequie el don del sueño?
Pues ya no tengo ese poder. Estoy muy viejo. Me estoy muriendo. ¿Ves que no
pude curar a esta gente de mi pueblo? Apenas si tuve fuerzas para darles con un
mazo de piedra un certero y seco golpe en la nuca a cada uno. Muchos cayeron
muertos y unos pocos quedaron privados sin sentido y flotando, esperando si
alguna vez alguien conseguía una cura. Ya no puedo repartir sueños…Pero soy un
Sanador, mi misión hasta hoy, fue dar cura y salud, y puedo donar mi sangre sanadora a otro cuerpo joven.
¿Quieres
mi sangre? Si crees en mí, si no eres un perdedor, bebe de mi líquido vital,
absorbe mi poder y cura al mundo del mal del insomnio.
Extrajo
de sus bolsillos una navaja de barbero, y cual si se tratara de un ritual
empezó a tasajearse los brazos, y luego el tórax, el abdomen, y el rostro, y no
cesaba de gritarme:
¡Bebe
maldito! ¡Bebe! Lame mi sangre y mis heridas ¡Bebe mi poder!
Yo me
arrodillé ante él y bebí su sangre que fluía a borbotones, lamí sus heridas
hasta que perdí el conocimiento. Cuando desperté él ya no estaba, sólo me
rodeaban los durmientes flotantes. Con tan solo tocarlos, despertaban y caían
al suelo para allí volver a conciliar el sueño, pero ya era un sueño sano,
cuando despertaban ya estaban curados
Así de
pueblo en pueblo, de caserío en caserío fui sanando a miles de contagiados,
hasta llegar a mi lugar de origen.
“El
Mensajero de sueños estaba vivo…”
El mensajero de sueños atrapa al lector con su imaginación desbordante, intriga, misterio más bien, y ese final redondo donde el poder creativo le viene dado, no sin antes trabajar hasta la extenuación para encontrar la fuente.
ResponderEliminarMuy bello escrito y con moraleja final.
GRACIAS POR OBSEQUIARME TU VISITA Y COMENTARIO QUERIDA AMIGA.
EliminarSólo será una cura pasajera; la cura verdadera para el insomnio sólo la conoce la muerte. ¿O será acaso la vigilia la verdadera enfermedad?
ResponderEliminarGracias por venir amigo mío.
EliminarBeautiful blog
ResponderEliminarPlease read my post
ResponderEliminarCaballero Oscuro alcanzar nuestros sueños a la larga nos deja la sensación de insomnio por no poderlos realizar nis enfocamos tanto en realizarlos que se van perdiendo hasta dejarnos en ese estado de letargo fasinante hermano gracias por execelente escrito un fuerte abrazo
ResponderEliminarTe agradezco infinitamente que hayas venido hermano mío. Un enorme abrazo.
EliminarUfff, agradezco a la persona que me etiquetó porque estoy fascinado en tus escritos. ¡Me encantan, que talento!
ResponderEliminarUn placer tu visita hermano mío. Gracias por llegar hasta aquí.
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