Una rara alineación en los astros confirmaba que la antigua profecía
había empezado a cumplirse; el Redentor, hijo de Dagón, el Dios pez, había
nacido, o estaba por nacer desde el vientre de una virgen de entre los comunes
…no cabía duda.
Quien arbitrariamente, a fuego y hierro, habíase auto proclamado
Guardian de la fe sobre la tierra, reunió a su legión de obispos y cardenales
negros y se pronunció:
-Ese crío viene a echar por tierra nuestras predicas sobre el orden del
mundo. Viene a inquietar las mentes de los comunes que con tanto esfuerzo hemos
logrado oscurecer y aniquilar su poder de razonamiento. Él es un peligro
subversivo para nuestra confraternidad. Debemos hallarlo y eliminarlo antes de
que se manifieste. Debemos ser radicales. ¡En este mundo no hay espacio para él
y nosotros! –
Los obispos y cardenales negros, llamados así pues iban cubiertos de
pies a cabeza por sus sotanas negras enarbolando en sus pechos las amenazantes
imágenes de espadas como cruces rojas, partieron raudos con la consigna de
despedazar a cuanta mujer gestante hallaran en su camino, bajo la sospecha de
que la criatura que llevaban en su vientre, pudiera ser el Redentor; igualmente
tenían la orden explicita de asesinar a cuanto infante menor de cuatro años
hallaran por doquier…
A su paso, la matanza era encarnizada y despiadada; a las gestantes se
les atravesaba el vientre repetidas veces, y de todas las direcciones, luego se
les apaleaba y apedreaba como forma de asegurar que su feto estuviera muerto. A
los niños de menos de cuatro años de edad, se les cogía por los pies, y puestos
de cabeza con las piernas separadas, de un certero tajo se les seccionaba el
cuerpo en vertical, y seguidamente con otro tajo en horizontal, sus cuerpecitos
eran partidos en cuatro; igualmente eran molidos a palazos y pedradas. Ante
estas masacres, muchas madres y gestantes preferían optar por el suicidio y el
envenenamiento de sus críos.
-Estos Dioses incapaces de atender los asuntos de este mundo, pues
constantemente están ocupados en sus querellas y conflictos ególatras para
dirimir quien es más poderoso; como este Dagón que nos envía a su hijo a
redimir a los Comunes, justo ahora cuando nuestra cofradía ya tiene controlado
ese aspecto. Si hallan e identifican plenamente a ese Redentor, avísenme; deseo
ser testigo presencial en primera fila, de su final…-
Las hordas de obispos y cardenales negros creyendo haber cumplido a
cabalidad con su encomienda de sangre y muerte, fueron emprendiendo el viaje de
retorno desde diferentes partes de orbe, cuando una de estas cuadrillas de
asesinos, dada la inminente caída de la noche, decidió acampar al amparo de
unas cavernas en la ruta de Mahonda. Grande fue su sorpresa cuando entre las
penumbras de las grutas hallaron oculta a una hermosa mujer de la raza de los
Comunes, cuidando cariñosamente y con devoción de madre a lo que a ellos les
pareció un pequeño monstruo repulsivo.
El pequeño fenómeno mostraba cabeza y cuerpo de pez, pero en vez de
aletas laterales, tenía brazos rematadas en manos palmeadas, como los seres
anfibios. Sus grandes ojos no estaban ubicados en los laterales de su rostro
como los tienen los peces, sino que eran como los ojos de los comunes, es
decir, tenía vista estereoscópica.
El niño pez estaba semi sumergido en una pequeña tina horadada
naturalmente en la roca, y la mujer se afanaba por rehidratarle su escamosa
piel con un jarrito que una y otra vez lo recargaba con el líquido elemento, y
luego lo vertía sobre el lomo y la cabeza del infante.
La cuadrilla de obispos y cardenales negros rápidamente se llenó de
especulaciones sobre la idea de que esta vez tenían ante ellos al Redentor,
hijo de Dagón, el Dios pez, y con esas suposiciones, enviaron un mensajero a
por su líder, el auto nombrado Guardian de la fe.
Vanas fueron las suplicas de la mujer identificada ya como la madre.
Ella imploraba que no sacaran del agua y no maltrataran a su vástago -Su piel
no resistirá fuera del agua ¡Piedad! ¡¡Se lo suplico!!-
Cuando llegó el auto nombrado Guardian de la fe, de inmediato ordenó
confeccionar una pequeña cruz con unos troncos. La mujer que, impotente, no
cesaba de chillar, fue sometida a una fuerte golpiza, y luego ultrajada
sexualmente por toda la cuadrilla de obispos y cardenales. La intención del
auto nombrado Guardian de la fe era que, si por ser ella la escogida, si Dagón,
el Dios pez intentara reincidir en embarazarla, hallara su vientre ocupado por
otra semilla. Para rematar todas las vejaciones a que fue expuesta, la mujer
fue atada a un árbol justo frente a donde seria erigida la pequeña cruz.
El infante híbrido fue clavado sobre la pequeña cruz; un enorme clavo en
cada hombro, uno en cada palma de la mano y dos en la aleta caudal. El noble
monstruito apenas si exhaló unos quejidos y soltó unas lágrimas. La mujer no
cesaba de chillar clamando piedad por su hijo, y por ella que era
estratégicamente obligada a observar los vejámenes de que era víctima su hijo.
El lugar donde fue alzada la pequeña cruz fue bajo el sol abrazador del
mediodía, el cual fue deshidratando y luego achicharrando la delicada piel del
Redentor, friéndolo vivo y matándolo lentamente.
El auto nombrado Guardian de la fe habló:
-Que los escribas redacten un libro donde se narren estos hechos, con
una versión muy propia de nosotros, y sobre esa historia fundaremos nuestra
religión…Las religiones son dogmáticas, y los dogmas no se discuten ni
contradicen ¡¡Desde este momento, yo soy el Sumo Pontífice!!... ¡¡Soy el
Vicediós sobre este mundo!!-
Dicho esto, se hizo ceñir a la cabeza una tiara con forma de una boca
abierta de pez; montó su caballo y seguido de su tenebroso sequito emprendió su
camino de falaces predicas imponiendo su nueva religión.
Hijo del Sol Negro nada mas cierto así sean comportado las religiones en nuestro mundo con sus líderes sedientos de poder un abrazo hermano 3soeto ya no estés disgusto con un servidor
ResponderEliminarGracias por visitarme hermano mío, Siempre bienvenido.
Eliminar¡Hola, Oswaldo! Ese estilo tuyo, tan "post realista" en la forma, en el que fusionas lo fantástico, lo biológico y lo social para crear mundos de ficción, es digno de admirar. La imagen te atrapa, te hipnotiza, y la lectura duele, sí, porque a medida que avanzamos por la tragedia que nos cuenta le vamos poniendo cara, la cara de los que han dominado a los hombres autoproclamándose enviados de Dios. Sangre, dolor, espadas y sotanas. Puro realismo en el fondo.
ResponderEliminarGracias querida amiga por acompañarme en este viaje, y por obsequiarme tu gentil comentario,
Eliminar