Por algún motivo, todos cohibíamos nuestra
capacidad para comunicarnos oralmente; nuestras conversaciones eran casi
exclusivamente a través del contacto visual. Eran escasas las veces en que
recurríamos a algunos ademanes, y unos que otros breves sonidos vocales. Sí
estábamos dotados del habla, pero por extrañas y desconocidas razones
preferíamos obviarla casi siempre. Otra
particularidad común en el grupo era el recuerdo que todos teníamos acerca del
fuego, y de la falta que nos hacía, mas, desde que despertamos en este mundo
jamás lo habíamos visto, no lo conocíamos… Aun así, teníamos grabado en
nuestras mentes que podía dar luz y calor; y lo asociábamos al astro brillante
que alumbraba nuestros días.
Quienes nos trajeron tuvieron la precaución de
depositarnos en este lugar rodeado por estos cerros que nos protegen de los
fríos vientos que vienen del sur. Y a la salida de este albergue natural en
círculo, tenemos al río que nos provee de agua y peces.
Antes de nuestra llegada, este lugar lo
debieron habitar otros, pues cuando despertamos aquí, hallamos casuchas en
ruinas y desechos que de a pocos y paulatinamente fuimos usando para
reconstruir y acondicionarnos refugios.
Al comienzo dormíamos a la intemperie,
acurrucándonos unos a otros…Temíamos despertar, y ya no estar aquí. Pero poco a
poco fuimos intimando entre hombres y mujeres, y entonces fuimos ocupando las
casuchas para ocultar nuestra intimidad y también para forjarnos algo de
independencia con respecto del grupo. “Es intrínseco a los de nuestra especie
guardar, preservar y ocultar aspectos de nuestras vidas como secretos
inviolables ante los demás”.
Una tarde muy soleada le vimos bajar desde la
cima de los cerros. Sus pasos creaban una estela de polvo que iba marcando su
ruta de llegada.
Mas el forastero no llegó hasta nosotros. Se
quedó en una ladera a unos treinta metros por encima del nivel del suelo que
ocupábamos. Todo el día fue el centro de nuestra atención. Con curiosidad
veíamos como iba de aquí para allá recolectando y apilando rocas con las que
iba dando forma a lo que sería su refugio.
Al caer la noche, cuando todos nos disponíamos
a dormir, escuchamos su voz estentórea retumbando desde la ladera, entre la
oscuridad:
-¡Damas y Caballeros! ¡Pongan atención, pues
voy a presentarles Mi Delirante Circo De las Lágrimas Eternas…!
Y luego una gran llamarada rompió la negrura
de la noche haciendo dramáticamente visible la figura del recién llegado. Su
cuerpo desnudo reflejaba los brillos rojizos de la llamarada…Debía estar untado
en alguna sustancia oleaginosa.
Enmarcado en esa escenografía, empezó a hacer
cabriolas y dar volatines. Por momentos bajaba la intensidad de sus movimientos
y canturreaba melodías que más parecían lamentos, los cuales iba acompañando
con grotescos remedos de danza y expresión corporal. Finalmente dio un volatín
hacia atrás y cayó de rodillas. En esa posición, como si estuviera orando una
plegaria, se mantuvo hasta que se consumió la llamarada y dejamos de verlo.
Al amanecer, el extraño nos sorprendió; estaba
entre nosotros, subido sobre un banquito, esgrimiendo unas tijeras, y enfundado
en un desvencijado guardapolvo que alguna vez debió ser de color blanco.
-Buen día a todos…A ver ¿Quién desea que le
haga un buen corte de cabello? Si no tienen nada para darme a cambio, no
importa…algún día tendrán algo para compartir.–
…Y empezó su faena de esquilar a uno y a otro.
Uno por uno iba sentándolos en el banquito haciéndoles una pregunta que se hizo
de rigor: -¿Deseas con canción o con cuento?- Según lo que escogía el usuario
de turno, el extraño se lanzaba a cantar o a contar alguna historia, mientras
se daba a cortar melenas con las tijeras.
Él era tan especial, que rápidamente fue
calando entre nosotros. Nunca nos dijo su nombre, por lo que alguien al
referirse a él rompió nuestro mutismo auto impuesto, y le estampó el mote de
“Telemúsica”, y con ese apodo se quedó.
Entre las historias que narraba mientras iba
esquilando pelambreras, hubo una muy peculiar:
En ella, la protagonista era una bella
jovencita con la que se topó una tarde, mientras ella deambulaba desnuda por la
solitaria playa que él frecuentaba en busca de inspiración. Apenas la vio, lo
primero que se le ocurrió fue que algo muy malo debía haberle ocurrido, y se
apresuró en despojarse de su camisa y corrió a su encuentro, con intenciones de
cubrirla, mas, cuando estuvo frente a ella, esta le recibió indicándole con
señas que no lo hiciera.
-Vine hasta aquí para hacer el amor contigo,
para darte placer e inspiración…Y para ello no necesito estar cubierta-´
Ella traía en su mano derecha un jarrito de
cerámica…en su piel la provocación, y en su mirada muchos misterios…Pero la
situación no daba cabida a preguntas ni averiguaciones.
Hasta el siguiente amanecer, sólo hubo
sonrisas, jadeos, pasión y desenfreno.
-Sé que a ambos nos va a doler esto, pero debo
partir de retorno a mi plano, y tú debes retomar tu misión-
Mientras pronunciaba esta sentencia, la bella
joven reacomodó su cabellera con ambas manos…
-Resulta desolador perder algo sublime que
tuvimos entre manos, pero la vida es así de cruel, mas te dejaré un vivo
recuerdo del fuego que compartimos. –
Dicho esto, la joven separó sus muslos e
introdujo sus dedos en sus entrañas, y de allí sacó un puñado de brasas
incandescentes.
-Conserva este fuego encendido, y siempre
estaré para ti acompañándote en tu misión. -
Dicho esto, se fue así como vino…como un
sueño.
Dueño casi exclusivo de la locuacidad,
simpático y encantador desde su melancólica personalidad, Telemúsica se había
parte entrañable de nuestra comunidad.
Mientras nos alegraba con ocurrencias y nos
entretenía con sus historias a veces narradas como cuentos y otras veces como
canciones, a menudo se auto interrumpía para decirnos: -Mi deseo es que cuando
muera, me incineren con el fuego que traje, y arrojen mis cenizas al río.
Aquella mañana no hubo cuentos ni canciones
que rompieran el silencio de nuestra aldea. Por alguna desconocida razón,
Telemúsica había fallecido.
Todos, sin excepción, acongojados, tristes y
desconsolados nos afanamos en cumplir su póstumo deseo. Encendimos una gran
pira e incineramos su cuerpo. Depositamos sus cenizas en un cacharro de
arcilla, y en silenciosa procesión llevamos sus restos hacia la salida del
refugio natural que nos brindaba el semicírculo de cerros. Una vez afuera,
enrumbamos hacia el río…Los vientos
allí soplaban con más fuerza que de costumbre, como si la naturaleza
también estuviera dolida por la partida de Telemúsica.
Yo fui el encargado de arrojar las cenizas al
río. Tome el impulso para que estas llegaran lo más lejos posible, pero cuando
realice el envión, los vientos, extrañamente soplaron en sentido contrario y
trajeron las cenizas hacia nosotros impregnándolas en nuestros rostros e
introduciéndolas por nuestras bocas y nuestras fosas nasales. Literalmente
todos tragamos las cenizas de Telemúsica. Desconcertados, todos nos mirábamos a
los ojos, y tuvimos la imperiosa necesidad de expresarnos verbalmente…de decir
algo. Entonces descubrimos que si abríamos nuestras bocas expelíamos cucarachas
que pugnaban por salir desde nuestras entrañas.
Nuestro retorno fue fantasmal. En un mutismo
ahora obligado. Todos cubriendo nuestras bocas con ambas manos para evitar la
repulsiva salida de los asquerosos insectos.
Al llegar a nuestra estancia, ya el día
sucumbía ante las penumbras que anunciaban el reinado de la noche. A la
intemperie nos acurrucamos unos a otros hasta que nos venció el sueño, y con él
viajamos a otros lugares, a otros mundos, y a otras realidades.
Nuestro despertar fue en medio de un gran
murmullo. Todos soliloquiábamos sobre los diversos sueños que habíamos tenido.
Así fuimos desperezándonos y poniéndonos de pie… Así uno a uno, sin dejar de
hablar nos encaminamos hacia la salida de aquel lugar que hasta entonces había
sido nuestro cobijo.
Cada uno se fue por diversos rumbos, pero
todos llevábamos un sin número de historias que contar. Todos íbamos con ese
“Fuego Sagrado” dentro…
Extraordinario!!!
ResponderEliminarMe alegra que te haya gustado este cuento. Muchas gracias querida amiga.
EliminarFantástico como describes
ResponderEliminarUna sociedad que dejó de pensar y tan solo se conformó con lo básico dejando de lado los suelos la creatividad , la curiosidad y sólo hasta que llegó el mensaje o para que recuperarán todo lo que habían olvidado gracias amigo
Gracias a ti hermano por venir hasta aquí.
EliminarExcelente !
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarBuena entrada
ResponderEliminarGracias amiga mía.
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