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De manera solapada un colega le había enterado acerca de una
convocatoria “cerrada” para ocupar el puesto vacante de Administrador de
aduanas, plaza que le caería como anillo al dedo, pues a pesar de su maestría
en Administración, Gonzalo Pérez trabajaba como taxista a tiempo completo.
Ahora el problema era cómo conseguir las recomendaciones que estas
convocatorias, amañadas por defecto, exigen.
Él no tenía relaciones a ese nivel, pero, sin perder los ánimos,
recurrió a su tío Juan Alatriste; un politiquero cuajado. Quizás él conocía, y
podría encaminarlo hacia ese alguien que le sirviera de “padrino”. Y así fue.
Don Juan Alatriste le prometió llevarlo al día siguiente ante un influyente
General de la Policía Nacional.
A la mañana siguiente, el General los estaba esperando y los recibió con
cortesía -Díganme ¿En qué puedo servirles? – Don Juan Alatriste le contó
al detalle y pormenores toda la historia, y remató su cháchara con la verdadera
cuestión que los había llevado allí -Usted, mi General, conoce al Señor
Presidente de la Republica… ¿Cree Usted que podría pedirle una “recomendación”
para mi sobrino aquí presente? -
- ¡No! - Dijo el General – Ese “chino” es un
corrupto y descarado ladrón. No deseo deberle ningún favor a un delincuente de
tal calaña…Lo que puedo hacer por Ustedes es pedirle una “recomendación” a la
Procuradora de la Nación. Entre toda esa banda de delincuentes que nos gobiernan,
creo que ella es la menos angurrienta… Al menos eso parece…- Con esa
consigna, previa cita por teléfono, se dirigieron a las oficinas de la
Procuraduría.
Hechas las presentaciones, el General puso en autos a la Procuradora,
del porqué de su visita -Han venido a buenas manos. Déjenme platicar un poco
con el señor- Así la Procuradora despidió al General y a Don Juan Alatriste
prometiéndoles que ella se encargaría de dar por bien hecho a todo ese asunto.
Una vez a solas, la Procuradora se dirigió a Gonzalo Pérez -Señor
mío; el puesto de Administrador de Aduanas es suyo- Luego escribió unas
líneas en una hoja de papel, seguidamente la dobló en cuatro y se la entregó
diciéndole – Aquí están sus obligaciones, espero no nos defraude. El lunes
preséntese a ocupar su puesto de trabajo. Hasta pronto. Buen día-
Al llegar a su casa, Gonzalo Pérez, desdobló la hoja de papel que le
entregara la Procura, y en ella había escrito, el nombre del Superintendente de
Aduanas, seguido de una cantidad de dólares. Así mismo, estaba el nombre de la
Procuradora, y la cantidad de dólares asignada a ella. El sueldo que percibiría
Gonzalo Pérez, apenas si sobrepasaba los 5,000 dólares, y sumando las
cantidades que figuraban como “obligaciones”, estas alcanzaban los 70,000
dólares… ¿Cómo haría para cumplir con esas exigencias? Don Juan Alatriste
tampoco fue capaz de descifrar ese lío, y sólo le aconsejó presentarse a
trabajar, y con mucha cautela indagar allí mismo, o si no, renunciar al ansiado
cargo.
El día lunes, Gonzalo Pérez se presentó a las instalaciones desde donde
debía administrar. Embargado por la Timidez, daba pasos dubitativos de aquí
para allá, hasta que se topó con un varón sonriente y muy bien vestido -Disculpe
¿Dónde quedan las oficinas de la Administración de Aduanas…? - A lo que el tipo, muy cortésmente
respondió -Todo esto es el área de administración, y las oficinas están al
fondo del corredor ¿Puedo servirle en algo más…? –
Gonzalo Pérez estaba deslumbrado con el lujo de aquellas instalaciones;
apenas si evitó tartamudear – Mi nombre es Gonzalo Pérez, y vengo a ocupar
el puesto de Administrador de Aduanas- El tipo le extendió la mano a la vez
que se presentó como Gilmar Anduaga – Bienvenido Señor Administrador, yo soy
su adjunto, estoy a sus órdenes-
Luego de más de media hora de amena charla, Gonzalo Pérez intuyó que
podía confiar en su interlocutor –Amigo Anduaga, de manera muy confidencial,
deseo mostrarle un documento que me dieron con lo que serán mis “obligaciones”.
Estos montos me tienen preocupado- Y le mostró la hoja de papel con los
nombres, cargos y cantidades.
-Señor Administrador, por esto no debe
preocuparse, estos montos aquí se pagan solos, y hasta quedará mucho para
nosotros. Por evadir controles, por dar celeridad a sus trámites, y otras
preferencias, muchas empresas desembolsan ingentes cantidades de dinero. Yo
personalmente me encargaré de hacer entrega de esas “obligaciones”. Usted,
despreocúpese-
El tiempo transcurrió, y dicho y hecho, había mucho dinero mal habido,
en repartija…
Así llegó el periodo de vacaciones de Gilmar Anduaga, y este se fue al
Caribe por tres semanas. En ese lapso, un domingo por la mañana, Gonzalo Pérez
miraba el noticiero mientras desayunaba, cuando anunciaron un “flash
periodístico”, y salió en pantalla el mismísimo Superintendente de Aduanas -Señores,
hemos recibido unas graves denuncias acerca de hechos de corrupción muy graves,
que se están dando en el área administrativa del sector aduanero. Yo prometo
hacer una exhaustiva investigación sobre estas denuncias, y no tendré
miramientos en hacer rodar las cabezas de quienes se hallen implicados en estos
hechos delictivos-
¿Qué había ocurrido? Se preguntaba Gonzalo Pérez, si él sólo había
seguido indicaciones. Ansioso, asustado y muy preocupado, llamo a Gilmar
Anduaga, su adjunto, y le comentó sobre lo expresado en el noticiero por el
superintendente…
Gilmar Anduaga, sin alterarse le dijo -Lo siento Señor Administrador,
olvidé llevarle su “bolo” al Superintendente; yo estoy fuera del país. Disculpe
¿Puede hacerle llegar Usted lo que le corresponde al Superintendente? Cuando
regrese de vacaciones, ponemos todo en orden…-
El día siguiente, el lunes por la mañana el Superintendente de Aduanas, en rueda de prensa decía -Señores, debo anunciar al país entero que con respecto a las denuncias acerca de actos de corrupción en la Administración de Aduanas, eran simples calumnias de parte de grupos enemigos de nuestro gobierno. Con celeridad, personalmente me he encargado de hacer las investigaciones pertinentes, y puedo aseverar, que la Administración de Aduanas, cumple un funcionamiento modelo-
La honradez es una virtud olvidada, golpeada y confinada en un lugar de castigo sin derecho a fianza.
ResponderEliminar¿ Alguien ha visto por ahí a la honradez ?..
Gracias por su visita.
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