miércoles, 12 de octubre de 2022

LA PREDICADORA




Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)



El tiempo empezó a detenerse; a cada segundo su andar se hacía más lento. Podía mirar y escudriñarlo en su pausado transcurrir. El vaso de limonada que blandía en mi mano derecha fue inclinándose de manera paulatina, pero pausadamente, derramando el líquido contenido hasta vaciarse por completo sobre el suelo desnudo; pareciera como si la tierra lo hubiera requerido para saciar su necesidad de beber algo dulce.

Fue entonces que me sentí asaltado por una extraña energía y me apresté a correr. Inicié mi carrera de un modo violento; di varios trancos y tras cada uno de ellos rejuvenecía. Más y más joven, hasta ser un niño… Mi rumbo se vio interrumpido por una gran mesa de tablero circular. De un salto estuve sobre ella y sin detenerme volteé mi mirada hacia la izquierda; allí estaba mi padre, con su carita sonriente, aplaudiendo mi proeza física, disfrutando al advertir cuán hábil y saludable era su crío.

Un salto y ya estaba nuevamente en suelo firme sin siquiera trastabillar. Rematé mi carrera haciendo una ruta cíclica para volver a donde había estado mi anciano padre, pero al llegar él ya no estaba, en su lugar sólo hallé un gran vacío aturdiendo mi alma.

El sonido de una risa femenina, solapada, me obligó a mirar hacia atrás. Quien la emitía era una sombra que se hallaba recostada en un sillón. Me fui acercando y cuanto más próximo estaba, más se develaban ante mí la desnudez y las turgencias de una fémina. Con mis manitos de niño le hice cosquillas entre sus costillas, más no reaccionó como yo esperaba, ella no río ni sonrío.

- Quieres olvidar ¿Verdad? Aquí se puede olvidar absolutamente todo, pero para eso, deberás seguir mis instrucciones al pie de la letra:

“Lo único que debes hacer es recordar a diario lo que deseas olvidar. Ya verás como no se te olvidará eso que viniste a olvidar”

Me dio de beber de su seno unos sorbos de limonada sin dulce, luego se puso de pie, y revoleando sus caderas y nalgas desnudas se fue alejando riendo a carcajadas, hasta perderse de mi vista...

 



(Pieza única. Año 2015. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


8 comentarios:

  1. Buenísimo, excelente trabajo, de un recuerdo de infancia , podría ser... Felicitaciones.

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  2. Perfecto, a si puede entender lo sucedido en una historia no olvidar lo que deseas olvidar

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  3. Realmente impactante!!! Saludos cordiales querido amigo Oswaldo Mejía.

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  4. Me encanta tus escrito gracias por compartirlo

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