Lo despertaron unos sollozos. Era muy de
madrugada, apenas si empezaba a azular el cielo. Ella estaba arrodillada frente
al forado que fungía de entrada. En la penumbra apenas si era algo más que una
silueta.
*- ¿Qué pasa, amor? ¿Cómo es que llegamos aquí?
El asombro de hallarse de pronto en otra
realidad, fue reemplazado por la angustia que le provocaba el llanto de ella,
quien casi sin inmutarse apenas si movió la cabeza de un lado a otro, como
negando, sabe Dios que…
Él hizo a un lado las mantas que lo cubrían,
se puso de pie, y fue hacia ella con la intención de abrazarla, mas, como
respuesta, ella se sacudió de sus manos y giró en una actitud empecinada en
darle la espalda. Él insistió, la rodeó y nuevamente se puso frente a ella…
Fue allí que se percató de aquel anillo de
brillante oro que ella se empeñaba en atesorar y ocultarle entre sus manos.
*- Yo te ofrezco una vida nueva, pero tú aún
le recuerdas y aún esperas con ansias su regreso ¿verdad?
Ella, con los ojos llorosos volvió a girar su
cuerpo en un vano afán por esquivar que él viera su llanto y lo que contenía
entre su puño, a la vez que movía la cabeza de un lado a otro en repetitiva
negativa…
*- ¿Entonces le temes…?
Cuando ella volteó, su rostro había mutado, era
como el de un ave zancuda, rematado en un largo y filoso pico con el que se
lanzó a atacarlo, picoteándolo despiadadamente mientras él sólo atinaba a
interponer inútilmente sus manos y brazos, y a retroceder, pero el rincón en el
que él busco guarecerse era muy pequeño, por lo que quedó atrapado a merced de
su enfurecida atacante.
Su cuerpo sangraba profusamente por múltiples
heridas en el tórax, costillas y brazos.
Ella recobró su aspecto físico original, volvió
a ubicarse frente a la entrada, y retomó su posición de plegaria.
Sintiéndose a salvo de los picotazos e
ignorando el dolor que le causaban las heridas volvió a preguntar - ¿Aún esperas con ansias su retorno, o le temes? - …Y
nuevamente se reanudó el ataque a picotazos…
Por el forado que fungía de entrada, hizo su
aparición un ojo escudriñador, miro toda la escena, luego lentamente fue
ingresando al recinto, dejando ver que estaba unido a un tórax del cual
emergían cuatro pares de extremidades alargadas y muy delgadas, lo que le daba
el aspecto de un enorme arácnido. El recién llegado examinó minuciosamente con
su único ojo a la mujer, que atónita lo seguía con la mirada; entonces sin
emitir sonido alguno comunicó telepáticamente a sus mentes: - “Nunca
ofrezcas ni prometas más de lo que realmente quieres y/o puedes dar, o inevitablemente
estarás engendrando una mentira”.
Seguidamente, con el andar pausado que le
permitían sus ocho patas se dirigió hacia donde estaba él. Igualmente, de
manera telepática expresó: -“Los sentimientos que no existen, ni vale la pena
empeñarse en darles vida, pues solo te expondrás a que te mientan, y las
mentiras suelen partir corazones…”.
Luego de su telepático discurso, el extraño
ser con un solo ojo y patas de araña, trepo por la pared y desafiando la
gravedad se fue caminando cabeza abajo por el techo hasta perderse en la
oscuridad del fondo del recinto.
Quizás fue mucho tiempo, o quizás sólo un
instante…Con dificultad, él se puso de pie, estaba muy adolorido y había
perdido mucha sangre producto de las heridas que le infirieron los picotazos.
Pasó delante de ella rumbo al forado de salida, evitando en todo momento hacer
contacto visual con ella.
Ella se irguió, nuevamente provista del enorme
y filudo pico, y de un certero picotazo le perforo el pulmón y el corazón.
El cayó al piso mortalmente herido, y en su
agonía quiso volver a preguntar: - ¿Aún esperas con ansias su retorno, o le
temes? - …Pero ya no pudo.
Muy bueno.
ResponderEliminarMuchas gracias.
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