lunes, 7 de noviembre de 2022

CANCIONES CRUELES





Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)



Lo despertaron unos sollozos. Era muy de madrugada, apenas si empezaba a azular el cielo. Ella estaba arrodillada frente al forado que fungía de entrada. En la penumbra apenas si era algo más que una silueta.

*- ¿Qué pasa, amor? ¿Cómo es que llegamos aquí?

El asombro de hallarse de pronto en otra realidad, fue reemplazado por la angustia que le provocaba el llanto de ella, quien casi sin inmutarse apenas si movió la cabeza de un lado a otro, como negando, sabe Dios que…

Él hizo a un lado las mantas que lo cubrían, se puso de pie, y fue hacia ella con la intención de abrazarla, mas, como respuesta, ella se sacudió de sus manos y giró en una actitud empecinada en darle la espalda. Él insistió, la rodeó y nuevamente se puso frente a ella…

Fue allí que se percató de aquel anillo de brillante oro que ella se empeñaba en atesorar y ocultarle entre sus manos.

*- Yo te ofrezco una vida nueva, pero tú aún le recuerdas y aún esperas con ansias su regreso ¿verdad?

Ella, con los ojos llorosos volvió a girar su cuerpo en un vano afán por esquivar que él viera su llanto y lo que contenía entre su puño, a la vez que movía la cabeza de un lado a otro en repetitiva negativa…

*- ¿Entonces le temes…?

Cuando ella volteó, su rostro había mutado, era como el de un ave zancuda, rematado en un largo y filoso pico con el que se lanzó a atacarlo, picoteándolo despiadadamente mientras él sólo atinaba a interponer inútilmente sus manos y brazos, y a retroceder, pero el rincón en el que él busco guarecerse era muy pequeño, por lo que quedó atrapado a merced de su enfurecida atacante.

Su cuerpo sangraba profusamente por múltiples heridas en el tórax, costillas y brazos.

Ella recobró su aspecto físico original, volvió a ubicarse frente a la entrada, y retomó su posición de plegaria.

Sintiéndose a salvo de los picotazos e ignorando el dolor que le causaban las heridas volvió a preguntar - ¿Aún esperas con ansias su retorno, o le temes? - …Y nuevamente se reanudó el ataque a picotazos…

Por el forado que fungía de entrada, hizo su aparición un ojo escudriñador, miro toda la escena, luego lentamente fue ingresando al recinto, dejando ver que estaba unido a un tórax del cual emergían cuatro pares de extremidades alargadas y muy delgadas, lo que le daba el aspecto de un enorme arácnido. El recién llegado examinó minuciosamente con su único ojo a la mujer, que atónita lo seguía con la mirada; entonces sin emitir sonido alguno comunicó telepáticamente a sus mentes: - “Nunca ofrezcas ni prometas más de lo que realmente quieres y/o puedes dar, o inevitablemente estarás engendrando una mentira”.

Seguidamente, con el andar pausado que le permitían sus ocho patas se dirigió hacia donde estaba él. Igualmente, de manera telepática expresó: -“Los sentimientos que no existen, ni vale la pena empeñarse en darles vida, pues solo te expondrás a que te mientan, y las mentiras suelen partir corazones…”.

Luego de su telepático discurso, el extraño ser con un solo ojo y patas de araña, trepo por la pared y desafiando la gravedad se fue caminando cabeza abajo por el techo hasta perderse en la oscuridad del fondo del recinto.

Quizás fue mucho tiempo, o quizás sólo un instante…Con dificultad, él se puso de pie, estaba muy adolorido y había perdido mucha sangre producto de las heridas que le infirieron los picotazos. Pasó delante de ella rumbo al forado de salida, evitando en todo momento hacer contacto visual con ella.

Ella se irguió, nuevamente provista del enorme y filudo pico, y de un certero picotazo le perforo el pulmón y el corazón.

El cayó al piso mortalmente herido, y en su agonía quiso volver a preguntar: - ¿Aún esperas con ansias su retorno, o le temes? - …Pero ya no pudo.




(Pieza única. Año 2018. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


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