Siete hermanos:
Beatriz, Braulio, Bruno, Berenice, Bertha,
Brandon y Benjamín. Hijos de Doña Andrea y Don Carlos.
Don Carlos debió viajar al otro lado del mar,
pues aquí no había trabajo, y allá había gran demanda para las labores de
estibador.
Durante dos años, Don Carlos estuvo ausente,
pero cada fin de mes enviaba dinero y víveres más que suficientes para sostener
a su familia.
Al cabo de dos años, Don Carlos retornó a
casa. Había acumulado fortuna. Podría sembrar sus tierras y comprar ganado.
Cuando llegó al rancho, sus siete hijos corrieron
a recibirlo apenas lo vieron descender de la carreta.
- ¿Y dónde está Mamá Andrea? - Preguntó Don
Carlos, extrañado por la ausencia de su amada esposa…
Casi al unísono, los siete hijos dijeron:
-Está dando de mamar al recién nacido. – ¿Cómo podía haber un recién nacido? …Si
él estuvo ausente dos años…
Cuando Don Carlos ingresó a la habitación,
efectivamente, Doña Andrea estaba recostada en el lecho mientras daba de lactar
a un recién nacido.
*- ¿Qué significa esto?
**- ¡No lo sé!
*- ¿Es que no puedes explicarme qué sucedió?
**- No sé cómo ni porqué, pero ocurrió…
*- Está bien… Pero mientras no me expliques
“ese asunto”. No lo quiero aquí en mi habitación, ni tampoco cerca de mis
hijos.
Para el recién nacido no hubo búsqueda de un
nombre que empezara con la letra “B”.
En un rincón del enorme comedor pusieron una
caja de cartón, y dentro al recién nacido. Nadie en la familia se le volvió a
acercar, excepto Doña Andrea. Todos lo ignoraban, y si por algún motivo debían
mencionarlo. Se referían a él como “Ese asunto”.
El tiempo transcurrió, la prosperidad y la
algarabía se hicieron una constante para la familia, menos para “Ese asunto”.
El sólo se limitaba a mirar desde su caja de cartón. No se movía ni emitía
sonido alguno. La misma Doña Andrea terminó perdiéndole interés. Que ya ni
ropas le ponía. Apenas si se acordaba de arrojarle, de vez en cuando, algún
trozo de pan.
Hasta aquella tarde en que el pequeño Benjamín
tropezara jugando, y cayó de bruces sobre la caja del rincón.
-¡Mamáaaaaaa! ¡Papáaaaaaaaaaaaaa! “Ese asunto”
está apestando y su caja está llena de hormigas.
Doña Andrea con toda la familia tras de sí,
llegaron al rincón ¡Y sí! Miles de hormigas habían invadido la caja, y también
cubrían parte del cuerpecillo de “Ese asunto”.
Doña Andrea se apresuró en levantarlo y
sacudirle las hormigas. Entonces notó su frialdad y rigidez. “Ese asunto”
estaba muerto, y las hormigas habían devorado casi la totalidad de sus piernitas. Con el cadáver entre brazos,
Doña Andrea giró dejando expuesta a la vista de su familia, la espalda desnuda
de “Ese asunto”. Acto seguido, Don Carlos y sus siete hijos cayeron de rodillas
y empezaron a orar.
De los omóplatos de “Ese asunto” sobresalían
un par de alitas blancas.
Iun gran poema ♥️♥️♥️
ResponderEliminarGracias por acompañarnos.
EliminarQue relato más bonito queridö amigo Oswaldo.una historia triste también de Intriga .¿ por que si este hombre estaba trabajando al otro lado de la Island ¿ de quien era el bebe.que tenía su esposas? También da pena de que le dejara a un lado al bebe.y se le comieran las hormigas.
EliminarQuerido amigo Oswaldo Mejía, debes mandar a editar estos cuentos tan reflexivos, profundos y sobrecogedor. Me conmovió el corazón. Saludos cordiales.
ResponderEliminarEs tan difícil lidiar con las editoriales...Saludos amiga mía.
EliminarAy terriblemente triste,impactante😓😰
ResponderEliminarGracias por venir.
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