domingo, 26 de marzo de 2023

UNA PRISION MENOS




Ilustración y cuento de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)




Eran muchos cuando se internaron en el desierto árido y hostil, empujados por la promesa de su Dios, quien les había prometido premiarlos con unas tierras donde manaba leche y miel todo el tiempo.

Llevaban más de treinta años de caminata, y la fertilidad de sus mujeres había super multiplicado el número de miembros de esta nación errante; ahora eran lo más parecido a un enjambre de parias, mas, ello no era problema, su Dios los protegía del sol inclemente con una nube que viajaba a la par sobre ellos. La comida tampoco era problema, esta caía del cielo en forma se copos, y era rica en nutrientes.

Una noche acamparon cerca de las laderas de una montaña, y un grupo de trece descontentos, ansiosos de comer carne, abandonaron el campamento y se internaron en las grutas de la montaña con la finalidad de atrapar unos cuantos murciélagos y devorarlos. Con el estiércol de los mismos murciélagos hicieron brasas y sobre ellas los asaron. Luego del festín, se acurrucaron entre ellos y se quedaron dormidos. Cuando despertaron a la mañana siguiente y salieron al exterior de la gruta, grande fue su sorpresa, pues sus congéneres ya habían partido prosiguiendo su caminata por el desierto, al amparo de su Dios.

Sin la protección de su Dios, intentar alcanzar al grueso de la nación habría sido un suicidio. Sin agua, sin alimento, sin la nube que les proveía de sombra, no hubieran sobrevivido muchas horas, por lo que se resignaron a quedarse al cobijo que les brindaba la gruta. Al fin y al cabo, allí tenían sombra, y podrían alimentarse con los murciélagos, y las cucarachas y larvas que pululaban entre el estiércol de los murciélagos. Para proveerse del líquido elemento, reciclarían sus propios orines. Así aguardarían a que su Dios en algún momento les echara de menos y volviera a rescatarlos.

En esa tediosa espera transcurrieron miles de años. Habían caído en una paradoja de tiempo exclusiva para ese lugar; no envejecían ni morían, como si su condena fuera vivir en ese aburrimiento perpetuo.

Una mañana fueron despertados por unos ruidos desconocidos; eran los motores de dos camiones cargados de armatostes y mantos de colores chillones, y a la vanguardia venía conduciendo un tipo rechoncho de cabellos y bigotes rojizos, el cual bajó secundado por otros tres hombres y una mujer.

-Soy el gran mago Merlino ¿Me pueden decir hacia donde está el pueblo más cercano? – Preguntó a gritos, dirigiéndose a los trece, que creyendo serían enviados de su Dios con la consigna de venir a rescatarlos, bajaron a la carrera desde la gruta de su confinamiento.

El gran Merlino les volvió a preguntar por la ruta hacia el pueblo más cercano, a lo que casi al unisonó los trece respondieron -¡¡No sabemos nada del mundo!! – Luego continuaron contándole la historia de cómo y porqué quedaron varados en esa gruta.

El gran Merlino se disculpó de no poder llevarlos, pues los camiones ya llevaban sobrepeso, y tampoco había espacio, pero antes de partir les obsequió un reloj, de unos treinta centímetros de diámetro que, según él, tenía el poder de retrasar, detener, o adelantar el tiempo, y se fue en busca de algún poblado propicio para mostrar su espectáculo.

Los trece con el supuesto reloj mágico a cuestas volvieron descorazonados a la gruta.

Abatidos por la desazón de saber que su existencia continuaría en la gruta, los trece se miraban entre ellos sin pronunciar palabra alguna. Ya estaba empezando a oscurecer, y las colonias de murciélagos empezaban a moverse hacia el exterior en bandadas, cuando uno de los trece que jugueteaba con el supuesto reloj mágico, trabó las manecillas de este con sus dedos ¡Entonces ocurrió! ¡El tiempo se detuvo en la zona! Las moscas y los murciélagos quedaron suspendidos en el aire, igualmente las cucarachas y las larvas que pululaban entre el estiércol se quedaron estáticas ¡El reloj mágico si funcionaba!

- ¡No quites los dedos de esa cosa! - Gritaron los más acuciosos, los demás observaban atónitos el fenómeno; cuando reaccionaron, empezaron a atrapar y devorar vivos a los murciélagos, intercalando con la ingesta de cucarachas y moscas que atrapaban en el aire directamente con la boca, como si se tratara de un juego.

Una vez, con los estómagos repletos, surgió la gran idea -Que no quite los dedos de esa cosa, estamos casi a oscuras, sin el sol abrazador sobre nosotros, podemos salir de aquí y buscar a nuestra nación que debe estar gozando de la leche y miel que mana de la tierra que prometió nuestro Dios-

Todos aceptaron la idea, tomaron unos cuantos murciélagos como provisiones, y entusiasmados se pusieron en marcha. Por donde iban, la noche se tornaba una constante.

“Pero los imponderables también son una constante en la vida…”

Entre la penumbra, el que iba con los dedos trabados entre las manecillas del reloj mágico trastabilló, y al no poder equilibrarse por tener las manos ocupadas, este se fue de bruces, y en su caída se precipitó sobre el reloj mágico partiéndolo en pedazos, entonces bruscamente el sol abrasador reclamó su posición desplazando a la noche.

Bajo el sol ardiente, los trece empezaron a envejecer, y a cada instante se arrugaban más y más, se estaban achicharrando, hasta que quedaron convertidos es resecas figurillas de arcilla que luego se desmoronaron desintegrándose, luego vino un viento del desierto y se llevó sus restos confundiéndolos con las arenas del desierto…  

¿Aún estará su Dios aguardando por ellos? …O ya los habrá echado al olvido…

¿Alguien sabe en qué lugar están esas tierras donde mana leche y miel todo el tiempo?



 (Pieza única. Año 2016. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)




4 comentarios:

  1. Caballero Oscuro me hiciste recordar al pueblo de Israel y su travesía hacia la tierra prometida y ese castigo por abandonar a su Dios es siempre el mismo quedar en el olvido gracias hermano me gustó mucho saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Tienes razín hermano, la alusión a esoa pasajes bíblicos es directa.

      Eliminar
  2. Saludos cordiales amigo Oswaldo Mejía. Feliz inicio de semana.

    ResponderEliminar