“La
Plaza del mudo; desmesuradamente enorme y capaz de albergar de sobra a los
varios miles de personas que en contraste a los lujos que se prodigaban sus
gobernantes, miserablemente habitaban a los alrededores. Ubicada en el mismo centro de gran villorrio
y, con una vista directa a la casa de gobierno, colindante con la iglesia. Ambas
de erigían en ese estratégico emplazamiento como símbolos del poder humano y el
poder divino conjugados para mantener el orden mediante un régimen totalitario,
injusto y avasallador.
La
llamaban “La Plaza del mudo”, pues en el mismo centro de ella había un poste de
hierro, del cual emergían unas cadenas rematadas en grilletes de hierro, que
sujetaban por los tobillos a un hombre desnudo, el cual jamás emitía palabra
alguna. Nadie recordaba cuál de los anteriores dictadores lo condenó a esa
pena, ni porqué motivo. Ninguna autoridad se ocupaba de él; era un caso legal
de esos que se olvidan adrede, pues es útil perennizarlas como muestra de
escarmiento.
Alrededor
del encadenado se había construido un pequeño amurallado de tres ladrillos de
altura y nadie debía cruzar esa barrera o sufriría el mismo castigo. Los
viandantes solían pasear por la gran plaza, algunos se sentaban a retozar y a
charlar a la sombra de los árboles ignorándolo, pero no faltaba algún
caritativo que, a desdén de su pobreza y miseria, le arrojaba algún mendrugo de
pan, o alguna fruta.
Un día
Domingo, que debió ser como cualquier otro, fue un día diferente. Allí estaba
el cerco circular de ladrillos, en medio estaba el poste de metal con sus
emergentes cadenas y grilletes. Los grilletes no habían sido rotos ni
forzados…pero El Mudo no estaba. La gente empezó a aglomerarse alrededor del
pequeño amurallado de ladrillos. Entre esa confusión apareció un oficial de
policía y dos gendarmes que se abrieron paso a empellones entre la multitud de
curiosos.
¿Cómo
era posible la desaparición de El Mudo? Los grilletes estaban intactos, pero ni
rastros del susodicho…
La
búsqueda infructuosa parecía a punto de cerrar el caso como un hecho misterioso
e inexplicable, cuando alguien, a los gritos dijo –¡¡Allí está!!- señalando
hacia arriba, en la copa de los frondosos árboles. Y sí, a unos cuatro metros,
en posición de cuclillas sobre una rama, ajeno a todo, estaba El Mudo comiendo
hojas despreocupadamente.
Todos
los curiosos se arremolinaron, y los policías gritaban - ¡Bájate de allí carajo!
- El Mudo, inmutable continuó con su ingesta de hojas. Los policías lanzaron
sogas y empezaron a remecer las ramas del árbol hasta que lograron hacer perder
el equilibrio al Mudo quien pesadamente cayó al piso sobre su hombro izquierdo
golpeándose la cabeza en la zona del parietal. Unos momentos de inquietud y
expectativa, pero de pronto El Mudo se incorporó, y con gran elocuencia
pronunció
-Nuestra
miseria es producto de la desmedida ambición de poder y riqueza de quienes se
auto proclaman Guardianes del orden. Son ellos los que devoran nuestro esfuerzo
y trabajo a través del cobro de impuestos…-
El
gentío estupefacto escuchaba en silencio, era como si estuvieran oyendo una trascendental
revelación...
-Nos
obligan a acatar normas unilaterales y nos imponen legitimar su permanencia
mediante sufragios amañados…Y nosotros, como corderos aceptamos y obedecemos…-
La
actitud de los presentes, conforme iban escuchando el subversivo discurso, iba
variando del estupor a la indignación. Esas palabras nuevas estaban empezando a
quitarles las legañas de un engaño ancestral. Ahora había furia contra los
gobernantes.
El
otrora mudo, sin dejar de hablar emprendió camino hacia el frente, hacia la
casa de gobierno. El gentío también empezó a moverse tras su nuevo y ocasional
líder. Se estaba convirtiendo en una marcha masiva y amenazante.
Ante el
avance de la multitud, quien les salió al frente fue el Obispo quien, con un
libro supuestamente sagrado en manos, se dirigió al iracundo líder.
-
¡Hijo mío! ¡Detén esta actitud que va en contra de los mandatos divinos! Déjame
leerte un versículo que calmará tus ansias…-
El
otrora mudo de un manazo tiró el libro al piso, hizo a un lado al Obispo, y
pisoteando el libro continuó su andar y su discurso…
-La
religión es el opio del pueblo. Es cómplice y socia activa de la política, ella
es la encargada de matar nuestras aspiraciones a ser realmente libres, pues nos
cuentan historias sobre Dioses represores y castigadores, que nos exigen
soportar abusos para alcanzar su ficticio reino. –
La
multitud encabezada por su repentino líder siguió su amenazante avanzada hacia
la casa de gobierno. Entonces salió una tropa de gendarmes armados, con un alto
oficial pistola en mano.
-¡¡Detente
carajo, o te reviento el alma!!-
La
marcha, igual que el discurso y las arengas continuaron. De pronto se oyeron
dos estampidos de balas que impactaron en el pecho del líder, tirándolo hacia
atrás.
Acto
seguido, miles de rostros temerosos y un silencio sepulcral. E medio de ese
mutismo general, el otrora mudo, con una enorme mancha roja en el pecho
pronunció en su agonía:
-Sólo
son libres…los hombres…que no…tienen miedos…-
Después
de estos hechos, nada del orden establecido cambio, pero el nombre de, “La
Plaza del Mudo” varió a, “La Plaza de la Palabra.”
Sospecho que el Mudo siempre estuvo libre de esas cadenas, pero esperó el momento correcto para liberarse y hablar.
ResponderEliminarEs muy posible tu sospecha hermano. Gracias por venir.
EliminarOtro mártir más, espero que le haya merecido la pens luchar por una causa de la que muerto no se beneficiará.
ResponderEliminarGracias hermano. Los Quijotes no cambian el mundo, pero sí pueden cambiar las mentes. Un abrazo.
EliminarReflexiva prosa, pero es realmente igdinante todos los abusos, que vive el ser humano. Saludos cordiales.
ResponderEliminarSaludos amiga de mi corazón. Gracias por venir.
EliminarCaballero Oscuro extraordinario hermano reflejaste la sociedad tal cual y cuántos mudos habrá esperando el momento de despertar a ala sociedad este será de mis favoritos gracias hermano un fuerte abrazo a la distancia distancia
ResponderEliminarGracias por estar aquí.
EliminarEl mudo que tenía mucho por decir.
ResponderEliminarQuizás sólo calló espeerando el momento preciso. Gracias por venir.
EliminarEl mudo se auto proclamo lider para expresar su libre pensamiento de abuso y oprecion al pueblo.asi terminan x la policiA y politicos.
ResponderEliminarGracias po venir hasta aquí.
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