jueves, 3 de agosto de 2023

NUTRIZIA




Ilustración y cuento de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)



Hasta los trece años de edad viví una vida lo más cercana a la plenitud; Tenía todo el amor que con devoción me prodigaba mi madre. Ella se sentía correspondida y recompensada con el simple hecho de verme sana y sonriente. Éramos la una para la otra, unidas en un gran amor. Creo que ambas no concebíamos una realidad que no fuera una al lado de la otra.

Fue justamente el día de mi onomástico número trece, que a la hora de mi baño matutino noté que en mi hombro derecho habían aparecido un par de pequeñas protuberancias similares a las verrugas. No le dije nada a mi madre; no me provocaban ninguna molestia, ni escozor ni dolor, por ello pensé que, así como aparecieron, también desaparecerían. Olvidado el asunto, al cabo de unas semanas, me palpé el hombro y noté que los dos bultitos habían crecido, y ahora había aparecido otro similar en mi codo. Asustada se los mostré a mi madre, y a la brevedad posible emprendimos lo que sería todo un periplo por consultorios, hospitales y clínicas. El diagnostico determinó que era un extraño síndrome ocasionado por un gen recesivo que, se manifestaba con la aparición de bulbos en el tejido nervioso, los cuales se irían multiplicando, y al seguir creciendo en tamaño me provocarían intensos dolores.

Allí se quebró nuestra alegría. Yo deseaba volver a sonreír para mi madre, pero sólo brotaban de mí, muecas. Mi cuerpo se llenaba constantemente de bulbos que inútilmente los cirujanos extirpaban, pues mientras cercenaban unos, otros aparecían, y así continuaban las interminables intervenciones quirúrgicas.

Fue a mis veintiún años cuando los bulbos empezaron a invadir la zona cerebral; entonces ya no hubo oportunidad a ninguna terapia. Me trasladaron a casa; perdí los sentidos de la vista, oído, olfato, y también la capacidad del habla. Lo último que perdí fue el sentido del tacto…Por ello aún recuerdo las lágrimas de mi madre cayendo en mi rostro.

Sé que no estoy muerta, pues aún en mi condición de inercia, percibo que mi madre está aquí a mi lado, y yo sufro porque sé que ella sufre al verme en este estado…



(Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio 600 dólares americanos)


5 comentarios:

  1. Caballero Oscuro conmovedor desgarrador don de las pruebas más grandes que la vida pone y no muchos están preparados para afrontar solo si tienes el amor necesario puedes afrontar una situación de esa magnitud me gustó mucho hermano un fuerte abrazo a la distancia

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  2. Hermosas letras Poeta ojalá y yo tuviera a mi mamá conmigo la extrañan mucho

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    1. El amor de Madre siempre se extraña, nada es suuficiente para reemplazarlo.

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  3. No entiendo, por qué en una etapa de la vida creemos que ya sabemos todo y la madre no es necesaria, yo te agradezco mami por ser mi madre y siempre contar contigo, por qué aún muerta me das consejos en mis sueños, y siento tus abrazo y tu energía, diciéndome, no esras sola, yo sigo aquí a tu lado.🙏😍

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