Caín
era pastor, tenía un reducido rebaño de cabras y un par de asnos, todos un
tanto famélicos, las pasturas en la zona eran escasas, y a diario debía
recorrer largas distancias en agotadoras jornadas buscando pasto para su
rebaño. Las siete cabras, a menudo perdían sus crías debido a la escasa leche
que producían. Todo se le mostraba desalentador. En contraparte, su hermano Abel, quien moraba
a cierta distancia, era agricultor, y su suerte era alentadora, sus cosechas
eran fructíferas; por ello se mostraba agradecido con los Vigilantes que venían
del cielo; ellos se habían pronunciado como los hacedores del todo y los
guardianes de los destinos. Abel les rendía pleitesía; por ello, de vez en
cuando lo visitaban.
Caín,
con su suerte adversa, sentía celos de su hermano, y poco a poco fue haciéndose
presa de la envidia. Un atardecer, a la hora del ocaso, Caín espiando a Abel,
lo halló en un claro de sus sembríos arrodillado, orando e invocando a los
Vigilantes que venían del cielo. La noche no tardó en caer. Armado con la parte
ósea de la mandíbula de un asno, aprovechó un descuido y raudo se abalanzó
sobre su hermano asestándole un duro golpe en la nuca. Abel cayó muerto al
instante, mas, Caín no se detuvo, Siguió golpeándole la cabeza hasta
destrozarle el cráneo. Cuando sólo quedó una masa sanguinolenta, recién se percató
de que tenía los brazos, el rostro y el pecho empapados en una mezcla de sesos
y la sangre de su hermano. Entonces tuvo miedo, la ira viró al pánico. Tuvo
temor de las represalias por parte de los Vigilantes que venían del cielo… pero
más tuvo miedo de sí mismo; de los demonios que acababa de descubrir, habitaban
en su propio interior. Ahora era un homicida, un fratricida…un maldito…
De un
tirón, como si repentinamente le quemara, se deshizo del arma homicida, y
empezó a correr, sin rumbo fijo, sólo corría como un enajenado… Como si fuera
posible huir de sí mismo. En su inútil carrera tropezaba, caía, se volvía a
levantar y continuaba corriendo meneando la cabeza de un lado a otro. Así pasó
la noche entera.
Al
amanecer, tendido de bruces y desfalleciente, fue hallado por una mujer, quien
piadosa, le ayudo a reincorporarse y le llevó al interior de su casucha. Su
marido hacía unos meses salió de cacería y no volvió, no sabía que suerte había
corrido, Todos en la aldea le daban por muerto. En medio de la soledad
circundante, un poco de compañía, aunque fuese un forastero le venía bien.
Aunque
no hubo amor, la convivencia y la pasión mitigaban en ambos sus carencias y
temores. Pero los buenos momentos son volubles y muy sensibles a cambiar. Una
tarde apareció a la puerta el marido temporalmente desaparecido - ¿Y este, quién es…?- Preguntó señalando a Caín.
Caín,
con un sorpresivo movimiento cogió el cuchillo que estaba sobre la mesa, y se
abalanzó sobre el recién llegado clavándole la filuda hoja en el abdomen. Lo
cogió por el cuello, y sin soltarlo fue subiendo el tajo cortando a su paso
piel tripas y vísceras, hasta llegar al esternón. Ambos, victimario y víctima
se miraban fijamente. Uno se estaba yendo y el otro estaba condenando su alma.
Al
igual que la primera vez, Caín salió corriendo, pero esta vez su huida era más
calculada, ya no había remordimientos que lo atormentaran; sólo huía para
evitar represalias.
La
primera vez mató por envidia, la segunda por pasión… Ahora era un despiadado
psicópata capaz de segar vidas ante la menor contrariedad.
Hola Oswaldo, tremendo relato, y con cuántos mensajes... A partir de una emoción negativa, en este caso, la envidia, se abrió en Caín la caja de todas sus sombras. Y cuando se pierde el primer temor y empieza el gusto de lo insano, ya todo es imparable. Y Caín murió una primera vez y una segunda, y su alma está más muerta que las almas de sus víctimas.
ResponderEliminarUna genialidad de relato, en el que muestras la debilidad en la que puede caer fácilmente el ser humano. La ilustración hace buen complemento.
!Felicidades!!
Que tengas un estupendo fin de semana.
Amiga mía. Un placer tu visita, y la gentileza de obsequiarmee tu comentario. Gracias querida amiga.
EliminarFeliz semana, querido amigo.
EliminarUn gran abrazo.
EliminarIntenso y realista todos estamos a un paso de convertirnos en sicópatas si dejamos que nuestro ego nos domine hacerlo la primera vez y ya no vuelta atrás los demonios internos toman el control gracias por fasinante lectura hermano un fuerte abrazo Caballero Oscuro
ResponderEliminarLo que no castiga la ley humana, la castigan nuestros propios demonios, más tarde o más temprano. Gracias por venir hermano.
EliminarOswaldo, maravilloso relato, es difícil combatir los demonios pero si no lo hacemos nos convertimos en uno, una delicia leerte.
ResponderEliminarCariños
Muchísimas gracias por tu gentil visita.
EliminarMe sentí como un testigo invisible en el lugar de los echos, realmente disfrute la historia, gracias y felicidades!
ResponderEliminarGracias a Usted por su geentil visita.
EliminarBuen relato, me gustó su lectura
ResponderEliminarGracias
Gracias a Usted por llegar hasta aaquí.
EliminarExcelente prosa e ilustración. Saludos cordiales querido amigo y excelente poéta y artista plástico Oswaldo Mejía. Un abrazo.
ResponderEliminarGracias querida amiga. Eres muy gentil y generosa. Un abrazo.
EliminarPobre Kain
ResponderEliminarGracias por comentar,
EliminarQuién es culpable Caín o los seres del espacio por no visitarlo y que le fuera bien, otra reflexión Abel ofrecía ofrendas de sangre y Caín de frutos lo cual no le agradaban a los vigilantes , pregunto por que en todas las historias ellls seres divinos les gusta la sangre
ResponderEliminarQuizás sea por el mitológico ADENOCROMO. Gracias por su visita.
Eliminar