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La
familia Chávez Parra era una familia jubilosa, positiva y pujante, que luchaba por salir airosa
en la vida. Efrén el padre era policía; Esther la madre enfermera; Raymundo era
el hijo mayor, y Victoria la menor, ambos muy alegres y extrovertidos.
Fue en
Julio del año 1984 cuando la tragedia tocó a la familia. Efrén Chávez, el
padre, fue muerto a tiros al intentar detener un asalto. Esto fue un golpe muy
duro para la familia. Esther Parra, la madre, quedó tan afectada emocionalmente
que empezó a perder la cordura hasta quedar sumida en la demencia… Los hijos quedaron a
la deriva, con mucho dolor y sin nadie en quien apoyarse. A menudo repetían que
les haría mucho bien poder hablar con su padre en esas circunstancias.
Un
atardecer, a la hora del ocaso, cerca de una decena de amigos nos encontrábamos
reunidos en la esquina del barrio, cuando Raymundo Chávez trajo a la charla el
mismo comentario. -Me gustaría conversar con mi padre, y pedirle consejo sobre
qué hacer en nuestra situación actual; lástima que no esté vivo…- En ese
instante, una chica, que al parecer ninguno del grupo conocía, y de la cual no
nos habíamos percatado como y cuando se integró al grupo, dijo -Yo sé cómo es
posible comunicarnos con tu padre muerto…Sólo basta con que estén dispuestos a
hacer lo que yo les pida. Mañana en la noche les haré una demostración. Los que
no me creen, es mejor que no vengan, o les ira mal. –
Algunos,
quizás por incredulidad o quizás por temor no asistieron a la cita. Cuando
llegó la extraña chica, éramos cuatro los que la esperábamos: Raymundo,
Victoria, un chico más, y yo. Serían las 21.30 horas, cuando la recién llegada,
casi sin mediar palabra extrajo de su mochila, un tablero con letras y números
y las palabras SÍ y NO impresas, y un tipo de lector en forma de corazón, con
pequeñas patas acojinadas para evitar raspar el tablero, y pudiera deslizarse
sin hacer fricción. La noche continuó su avance tiñendo con sus sombras el
contexto, de por sí, ya bastante tétrico. La joven tomo el corazón, lo colocó
en el centro del tablero, posó su dedo sobre el corazón y empezó a preguntar
repetidas veces. - ¿Hay alguien allí…? - …Hasta que el corazón por propio
impulso, se dirigió a la palabra SÍ. La chica pregunto si podía comunicarle con
su tía fallecida hacía algunos años. El corazón volvió al centro, y ahora debía
estar poseído por la presencia de la tía pues el corazón pareció cobrar vida
propia, y a cada pregunta, se deslizaba por el tablero tocando letra por letra
como si digitara las respuestas. empezó a responder preguntas que la chica iba
haciéndole. Creo estar seguro de que los cuatro invitados estábamos paralizados
y mudos por efecto del asombro y el terror, pero continuamos allí. Para
asegurarnos que no se trataba de un juego o un truco, la chica continuó
preguntando a su tía sobre asuntos personales de nosotros siete ¡Y sí! Por las
caras de espanto de los otros seis, asumo que la tía fallecida, a través del
corazón guía había acertado respondiendo sobre aspectos nuestros tan íntimos
que, de hecho, pocos o nadie sabía. Allí
debió ser que a Reynaldo y Victoria se les metió la idea de contactar con su
padre fallecido; pues terminada la sesión, la misteriosa chica, preguntó -
¿Alguno de ustedes me puede guardar mi tablero hasta mañana? - Y prestos los
hermanos se ofrecieron a guardar el artefacto.
La
misteriosa chica, así como apareció, así desapareció, e inexplicablemente jamás
regresó a reclamar su tablero, que luego averigüé, se llamaba Ouija, y servía
para abrir portales a entes que deambulaban entre el plano de los vivos y los
muertos.
Repentinamente
los hermanos Chávez Parra dejaron de frecuentar el grupo; dejaron de hacer vida
social; permanecían encerrados en casa, y jamás encendían luces. Un día fui a
su casa, salió Reynaldo, y me atendió misteriosamente con la puerta
entrecerrada. Allí, de manera muy escueta me contó que sí habían logrado
comunicarse con su padre a través de la Ouija, pero también con otros entes que
ahora deambulaban por su casa, y en ocasiones los poseían y les obligaban a
hacer cosas… Reynaldo no terminó la frase, e inexplicablemente me cerró la
puerta en las narices.
No
volvimos a saber nada de ellos, hasta aquella noche en que los gritos
desgarradores y carcajadas provenientes del interior de la casa de los Chávez
Parra, junto con fuego que empezó a expandirse por la planta baja,
sobrecogieron el vecindario entero.
Al día
siguiente nos enteramos por los informes policiales en los noticieros, que los
hermanos Chávez Parra habían asesinado a su madre hacia unos días;
descuartizaron el cadáver y guardaron los restos en el refrigerador. Era muy
posible que ambos hermanos hubieran incurrido en canibalismo con los restos de
su propia madre. Luego, la noche del griterío, Reynaldo hubo asesinado a su
hermana Victoria asestándole veintidós puñaladas, luego se roció el cuerpo
entero con combustible y se prendió fuego; así, convertido en una tea humana,
empezó a corretear por todo el salón, mientras reía a carcajadas y esparcía el
fuego por todo el mobiliario.
Que en
paz descansen las almas de los Chávez Parra.
Ahora le van a echar la culpa a la pobre ouija por el crimen de unos locos.
ResponderEliminarLa utilizacion de estas llaves hacia portales extraños, es siempre un albur, y no se puede anticipar las consecuencias. Gracias por venir.
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