jueves, 8 de febrero de 2024

ELLOS DEAMBULAN EN MI PATIO INTERIOR.




IIustración y cuento de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)




La familia Chávez Parra era una familia jubilosa, positiva y pujante, que luchaba por salir airosa en la vida. Efrén el padre era policía; Esther la madre enfermera; Raymundo era el hijo mayor, y Victoria la menor, ambos muy alegres y extrovertidos.

Fue en Julio del año 1984 cuando la tragedia tocó a la familia. Efrén Chávez, el padre, fue muerto a tiros al intentar detener un asalto. Esto fue un golpe muy duro para la familia. Esther Parra, la madre, quedó tan afectada emocionalmente que empezó a perder la cordura hasta quedar sumida en la demencia… Los hijos quedaron a la deriva, con mucho dolor y sin nadie en quien apoyarse. A menudo repetían que les haría mucho bien poder hablar con su padre en esas circunstancias.

Un atardecer, a la hora del ocaso, cerca de una decena de amigos nos encontrábamos reunidos en la esquina del barrio, cuando Raymundo Chávez trajo a la charla el mismo comentario. -Me gustaría conversar con mi padre, y pedirle consejo sobre qué hacer en nuestra situación actual; lástima que no esté vivo…- En ese instante, una chica, que al parecer ninguno del grupo conocía, y de la cual no nos habíamos percatado como y cuando se integró al grupo, dijo -Yo sé cómo es posible comunicarnos con tu padre muerto…Sólo basta con que estén dispuestos a hacer lo que yo les pida. Mañana en la noche les haré una demostración. Los que no me creen, es mejor que no vengan, o les ira mal. –

Algunos, quizás por incredulidad o quizás por temor no asistieron a la cita. Cuando llegó la extraña chica, éramos cuatro los que la esperábamos: Raymundo, Victoria, un chico más, y yo. Serían las 21.30 horas, cuando la recién llegada, casi sin mediar palabra extrajo de su mochila, un tablero con letras y números y las palabras SÍ y NO impresas, y un tipo de lector en forma de corazón, con pequeñas patas acojinadas para evitar raspar el tablero, y pudiera deslizarse sin hacer fricción. La noche continuó su avance tiñendo con sus sombras el contexto, de por sí, ya bastante tétrico. La joven tomo el corazón, lo colocó en el centro del tablero, posó su dedo sobre el corazón y empezó a preguntar repetidas veces. - ¿Hay alguien allí…? - …Hasta que el corazón por propio impulso, se dirigió a la palabra SÍ. La chica pregunto si podía comunicarle con su tía fallecida hacía algunos años. El corazón volvió al centro, y ahora debía estar poseído por la presencia de la tía pues el corazón pareció cobrar vida propia, y a cada pregunta, se deslizaba por el tablero tocando letra por letra como si digitara las respuestas. empezó a responder preguntas que la chica iba haciéndole. Creo estar seguro de que los cuatro invitados estábamos paralizados y mudos por efecto del asombro y el terror, pero continuamos allí. Para asegurarnos que no se trataba de un juego o un truco, la chica continuó preguntando a su tía sobre asuntos personales de nosotros siete ¡Y sí! Por las caras de espanto de los otros seis, asumo que la tía fallecida, a través del corazón guía había acertado respondiendo sobre aspectos nuestros tan íntimos que, de hecho, pocos o nadie sabía.  Allí debió ser que a Reynaldo y Victoria se les metió la idea de contactar con su padre fallecido; pues terminada la sesión, la misteriosa chica, preguntó - ¿Alguno de ustedes me puede guardar mi tablero hasta mañana? - Y prestos los hermanos se ofrecieron a guardar el artefacto.

La misteriosa chica, así como apareció, así desapareció, e inexplicablemente jamás regresó a reclamar su tablero, que luego averigüé, se llamaba Ouija, y servía para abrir portales a entes que deambulaban entre el plano de los vivos y los muertos.

Repentinamente los hermanos Chávez Parra dejaron de frecuentar el grupo; dejaron de hacer vida social; permanecían encerrados en casa, y jamás encendían luces. Un día fui a su casa, salió Reynaldo, y me atendió misteriosamente con la puerta entrecerrada. Allí, de manera muy escueta me contó que sí habían logrado comunicarse con su padre a través de la Ouija, pero también con otros entes que ahora deambulaban por su casa, y en ocasiones los poseían y les obligaban a hacer cosas… Reynaldo no terminó la frase, e inexplicablemente me cerró la puerta en las narices.

No volvimos a saber nada de ellos, hasta aquella noche en que los gritos desgarradores y carcajadas provenientes del interior de la casa de los Chávez Parra, junto con fuego que empezó a expandirse por la planta baja, sobrecogieron el vecindario entero.

Al día siguiente nos enteramos por los informes policiales en los noticieros, que los hermanos Chávez Parra habían asesinado a su madre hacia unos días; descuartizaron el cadáver y guardaron los restos en el refrigerador. Era muy posible que ambos hermanos hubieran incurrido en canibalismo con los restos de su propia madre. Luego, la noche del griterío, Reynaldo hubo asesinado a su hermana Victoria asestándole veintidós puñaladas, luego se roció el cuerpo entero con combustible y se prendió fuego; así, convertido en una tea humana, empezó a corretear por todo el salón, mientras reía a carcajadas y esparcía el fuego por todo el mobiliario.

Que en paz descansen las almas de los Chávez Parra.




  (Pieza única. Año 2023. Medidas: 80 X 57 cms. Precio 600 dólares americanos)



2 comentarios:

  1. Ahora le van a echar la culpa a la pobre ouija por el crimen de unos locos.

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    1. La utilizacion de estas llaves hacia portales extraños, es siempre un albur, y no se puede anticipar las consecuencias. Gracias por venir.

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