domingo, 4 de agosto de 2024

EN LA CIMA





IIustración y cuento de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)




Una tarde primaveral tarde alguien grito señalando hacia lo alto de los cerros-¡Miren lo que se viene por la ladera!- Al mirar hacia la falda de la montaña, vimos dos bultos de regular tamaño rodando hacia abajo, dejando una estela de polvareda que iba marcando su recorrido. Conforme se iban acercando, pudimos notar que eran dos cuerpos, entonces todos los presentes corrimos a darles el alcance y averiguar de qué, o de quienes se trataba. Cuando alcanzamos a llegar al lugar, encontramos a un par de jóvenes desnudos, que a pesar de estar cubiertos de tierra y algo magullados, dejaban vislumbrar que eran de una delicada y magna belleza. Otra particularidad física, era que ambos mostraban, sobresaliendo de sus omóplatos, un par de alas desplumadas, como del tamaño de las alas de un pavo o un ganso adulto. Estas extrañas características levantaron tumulto entre el gentío, y rápidamente llegó a oídos del Párroco la noticia sobre la aparición de los fenómenos en la comarca.

Diligente en su curiosidad, el Párroco no tardó en hacerse presente al lugar de los hechos. Llegó abriéndose paso entre la multitud de fisgones. Cuando estuvo frente a los fenómenos, con voz autoritaria preguntó - ¿Quiénes son ustedes, y de dónde vienen? - …Pero no hubo respuesta; sólo miradas atónitas de ambos jóvenes -Díganme ¿Quiénes son, y de dónde vienen? – …Pero tampoco hubo respuesta. Ante esta incómoda situación, el Párroco cogió a uno por la mandíbula y lo obligó a abrir la boca; luego de analizar el interior de su boca, frunció el ceño, cogió al otro joven y lo sometió al mismo examen -A estos les han cortado la lengua. Tienen alas, pero dudo que sean ángeles…Quizás hasta sean obra de Satanás- Dicho esto, el Párroco se dio media vuelta y dijo – …Deberían deshacerse de ellos, no vaya a ser que traigan maldiciones a nuestro pueblo-

En ese momento, al unísono, los dos jóvenes se abrazaron y empezaron a gorjear una hermosa melodía. Aun cuando no podían emitir palabras, los trinos que producían sus voces resultaban un verdadero recital de canto. Las excelsas tonadas que brotaban de sus gargantas sumieron a la multitud en un trance sublime. De pronto todo el pueblo adoraba a los dos jóvenes.  El Párroco extasiado, detuvo su retirada, volvió, tomo por el brazo a ambos fenómenos, y se los llevó a la casa parroquial. Los hizo bañar y acicalar, les dio de comer, y luego sentado al piano empezó a tocar, e invitó a los fenómenos a cantar. No hubo ensayo ni previos, los jóvenes resultaron un verdadero prodigio musical.

El Párroco no cabía en su pellejo de lo entusiasmado que estaba. En unos días debía oficiar el matrimonio de la hija del Marqués del Olivar, y presentar en la boda un marco musical con los jóvenes cantores, le significarían una jugosa ofrenda económica de parte del Marqués.

Todo estaba listo como se había previsto para la boda. La ceremonia se iniciaría con unos cantos litúrgicos a cargo del par de bellos fenómenos, acompañados por las notas del gran órgano de fuelle de la parroquia ¿Qué podía salir mal…?

Pero nunca faltan los imponderables… Cuando sonaron los acordes de la introducción musical, por alguna extraña razón, los fenómenos se rehusaron a ingresar al templo de la iglesia, y cuando intentaron forzarlos a entrar, ambos jóvenes reaccionaron con ataques de histeria y pánico. Tenían los ojos desorbitados y convulsiones intermitentes. Finalmente, el Párroco, completamente decepcionado y contrariado por la inevitable perdida de la jugosa ofrenda económica de parte del Marqués, echó a empellones a los jóvenes cantores hasta los límites de la casa parroquial.

La gente que asistía a la ceremonia, alertada por el bullicio y barullo abandonaron el templo para intentar chismorrear en primera fila, lo ocurrido con los jóvenes fenómenos. Ante esta deserción masiva, el Párroco dio media vuelta e instando a su paso, a que los fieles regresaran al recinto sagrado, retornó al pulpito a terminar de oficiar la boda menos concurrida de toda la historia de la comarca.

La feligresía, casi en su totalidad, fue acompañando a los bellos fenómenos hasta que estos llegaron a la ladera de la montaña. Algunos con nostalgia, otros con extrañeza y curiosidad, pero todos se quedaron allí, con las miradas atentas a la ascensión de los jóvenes.

Cuando llegaron a la cima, continuaron ascendiendo hacia la zona del gran risco. Una vez allí, se tomaron de las manos, y ante la mirada del gentío se lanzaron al vacío. Era probable que creyeran que podrían volar, pues se lanzaron agitando desesperadamente sus alitas desplumadas. Una roca saliente su primer obstáculo, y luego otra y otra, en una caída indudablemente fatal. A muchos en la comarca le brotaron más de dos lagrimas por la muerte de los bellos fenómenos.

El Párroco, aun rumiando su ira por el fracaso de su parafernalia para la boda de la hija del Marques, se expresó sobre estos hechos finales -Si no pudieron volar es porque no eran Ángeles. Ya se murieron… asunto arreglado…-











(Pieza única. Año 2023. Medidas: 80 X 57 cms. Precio 600 dólares americanos)





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