viernes, 28 de marzo de 2025

EXTRAVÍO










Ilustración y cuento de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)



Todas las noches es lo mismo; ocurre luego de que me obligan a ingerir ese cóctel de pastillas que me suministran después de concluida mi cena - ¡Yo no quiero dormir! – Temo a lo que me tocará vivir entre mis sueños.

El inicio es siempre similar al de los sueños de las noches anteriores: Yo deambulo muy mal trajeado por entre los pasillos de una enorme y lujosa casona atestada de hombres y mujeres muy elegantes y de porte distinguido. Camino buscando un rumbo; sé que no pertenezco a ese ambiente. Sin darme cuenta me extravío y termino en la oscura y desolada calle. Repentinamente, sopla un fuerte viento, y cuando este empieza a amainar, todos los elementos del paisaje han variado…Hasta aquí, salvo algunos detalles, todo es recurrente y repetitivo en cada uno de mis sueños de cada noche, mas, esto es solo el preludio del nuevo y desconocido horror que seguirá a continuación…

Aquí afuera llueve torrencialmente, el piso de tierra es un lodazal; la zona es rural, cubierta de agreste vegetación. Apenas si mi vista puede distinguir a unos metros, más allá, la negrura de la noche lo devora todo. Estoy empapado y tiritando de frío. Ahora puedo distinguir un claro libre de árboles y maleza. Aquí hay una tenue iluminación que me permite ver un rustico granero con una gran caja en la entrada, y una destartalada cabaña a lo lejos, cerca de un risco –¡Que bueno! quizás alguien allí pueda auxiliarme… -

Iba a apurar mi paso rumbo a la cabaña, cuando de pronto, del granero, emerge un ser por demás intimidante. Tiene una enorme cabeza, con la frente prominente; muchos de sus rasgos son como los de los enanos acondroplásicos, pero este debe sobrepasar los 2mts. De estatura, y sus brazos extremadamente largos le permiten caminar apoyando los nudillos de las manos en el piso, tal como lo hacen los gorilas. Su mirada denota furia y odio. Alza la cabeza y aspira aire por la nariz, quizás ha detectado mi olor.

Apenas si respiro, intento no hacer el menor ruido, quiero pasar desapercibido. El monstruoso ser, procede a abrir, cual si fuera una puerta, la mitad de la caja, y puedo atisbar que dentro hay varios niños presas de pánico. El monstruo, aunque lento y torpe de movimientos, coje a uno de los niños con una mano, y con la otra le retuerce el cuello, haciéndole girar la cabeza como si se tratara de la tapa-rosca de una bebida; en el segundo giro ya separó por completo la cabeza del cuerpo. El monstruo sorbe la sangre que mana del cuello del niño decapitado. Cuando la hemorragia mengua, el monstruo sigue lamiendo. Yo, horrorizado, doy unos pasos hacia atrás y hago crujir una rama suelta - ¡Está mirando hacia aquí! ¡¡El monstruo me ha descubierto!!- Sin dejar de otearme, con su enorme mano derecha coje por los pies a dos de los pequeños y jalándolos a rastras viene hacia mí. Como si se trataran de unas boleadoras, los revolea con claras intenciones de golpearme con ellos.

Calculo que puedo esquivarlo, cruzar el claro a la carrera, y buscar protección en la cabaña al pie del risco. Corro… corro, con toda la energía que la adrenalina genera en mi organismo. El monstruo me sigue, afortunadamente para mi, su desplazamiento es lento.

Cuando llego a la cabaña con intenciones de tocar a la puerta y pedir ayuda, me doy cuenta que la puerta está entreabierta; ingreso sin más miramientos; mi corazón parece amenazarme con explotar, estoy horrorizado con lo que he visto, y me siento embargado por el miedo superlativo. Para mi suerte la puerta cuenta con unos pasadores de cerrojo, y a un lado hallo el tablón; lo coloco sobre los pasadores. Me siento muy asustado, pero intuyo que por ahora estoy a salvo de ese energúmeno.

De pronto siento repetidos golpes violentos contra la puerta, la cual los soporta con firmeza; definitivamente es muy resistente. Guiado por mi curiosidad, atisbo por una rendija y veo que el monstruoso ser golpea la puerta estrellando repetidamente los cuerpos de los niños, impactando con sus cabecitas los recios maderos, hasta reventarles los cráneos. Finalmente desiste de su empeño, y se retira bufando y rumiando su gran ira.

Lamento el sangriento final de los niños, pero por ahora parezco estar a salvo. Respiro profundamente y…¡¡Oh!! Una mano fría y huesuda me toca el hombro. Volteó espantado, y es una anciana desdentada, de cabellos canos y alborotados - Le temes a Wilfredo, ¿Verdad? - …Y perdí el conocimiento.

Cuando recobro la consciencia, estoy tendido en el piso, hay un joven en silla de ruedas a mi derecha -Madre, el forastero ya se va recuperando. Sírvele una taza de café caliente y ofrécele ropa seca, está empapado por la lluvia…-

La anciana de pie, a mi izquierda, responde con macado enfado - ¡No le daré nada a este cobarde que le teme a tu hermano Wilfredo! –…Ella blandía un tirabuzón saca-corchos en su mano derecha -Madre, Wilfredo está muerto; no insistas con ese tema- Replicó el joven desde su silla de ruedas. La anciana enfurecida empezó a levantar la voz, hasta gritar como una desquiciada - ¡¡No es cierto!! ¡Wilfredo vive! ¡¡Wilfredo vive en el granero!! Solo que tú prefieres ignorarlo ¡¡Por eso él se esconde en el granero!! –

Súbitamente la anciana saltó por encima de mí y con fuerza inusitada, clavó el saca-corchos en el ojo derecho del joven discapacitado. Yo me erguí ante tan macabro espectáculo, y corrí hacia la puerta. La anciana insistía en tirar del saca-corchos, que al parecer se había atascado entre los huesos de la cavidad ocular del joven. Abrí la puerta, y empecé a correr, sin rumbo ni destino…

Ya están aquí los médicos y enfermeros sujetándome y tratando de calmarme-

Ya pasó todo…hasta que vuelva la noche…











(Pieza única. Año 2014. Medidas: 80 X 53 cms. Precio: 600 dólares americanos)


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