El filo de la hoja inicia su premeditado recorrido abriéndose paso entre el ruido de la muchedumbre y el espacio propiedad del viento. La piel no le detiene, el tejido pulmonar tampoco. Limpiamente, el frío metal se aloja en el mismo centro del corazón, susurrando que su mensaje es el último, que luego de ello no habrá más…
Un ¡OH!, y luego, el dictatorial silencio. El hombre empieza su lenta caída. Desde su cuerpo erguido hasta el suelo, hay una eternidad… Y sí, todos pueden ver al detalle cómo se desploma. Él es una leyenda y las leyendas caen lentamente, pues tras su caída arrastran todo un orden, una filosofía, un modo de interpretar y enfrentar la vida…Está cayendo un ejemplo a seguir.
Cuando su boca abierta, por fin mordió el polvo, miles de manos cubrieron millares de rostros pletóricos de estupor. Ya nada sería igual. Quien trajo el mensaje del fin, puede descansar y gozar la satisfacción de ver su obra cumplida.
“Nunca mates a quien hace la historia, si no eres capaz de continuar escribiéndola tú, o muchas almas quedarán gritando en el vacío”.
Preciosos texto e ilustración, poeta. Es un placer acceder a tus obras.
ResponderEliminarPara mi es un honor tu visita. Gracias por ello.
EliminarMuy bueno amigo. Felicidades.
ResponderEliminarGracias por tu visita hermano.
EliminarDe nuevo lograste un gran relato. Un saludo amigo desde ANTIGÜEDADES DEL MUNDO
ResponderEliminarGracias por estar aquí hermano mío.
EliminarCorto relato pero grande en hermosura, lleno de maestría, asombro y sabiduría. Me encató!
EliminarGracias por tu gentil visita.
EliminarMe gustó.
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarEl hombre busca respuestas de lo desconocido.
ResponderEliminarEso es intrinseco al humano. Gracias.
EliminarFelicidades, bueno.
ResponderEliminarGracias.
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