La
Reina madre parió gemelas, ocurrencia común en la especie. La Princesa
dominante y más apta, fue la primera en abrir los ojos. Estos estaban
inyectados de una precoz ira que conjugaba a la perfección con su hocico dotado
de filosos dientes y alargados colmillos. Su hermana aún hallábase en estado de
modorra, cuando una certera dentellada le arrancó la pata delantera izquierda;
un chillido corto y seco, y el segundo mordisco fue directo a su yugular. La
hermana dominante estaba segándole la vida. Acto seguido empezó a devorar su
cuerpo aún latente. Era un festín macabro, mas, la Reina madre observaba
impasible y hasta diríamos, con deleite. Sabía que su reinado era de muerte, y
le complacía haber parido a una asesina. Era la primera muestra de que era su
sucesora idónea… Quizás el inicio de ella misma fue similar.
En su
especie, el matriarcado acaparaba el poder. Los machos ocupaban los últimos
puestos de la pirámide, y apenas si eran utilizados como una herramienta
necesaria para la reproducción. Eran las hembras, al mando de la Reina madre,
las encargadas de cazar y proveer alimento para el clan, pero también las
primeras en el derecho a comer.
El
tiempo pasó, y la Princesa creció y fue haciéndose cada vez más fuerte, más
prepotente, y más cruel.
El
ciclo de tiempos se tornaba duro, y cada vez era más difícil obtener presas, el
alimento escaseaba, pero bajo la atenta tutela de su madre, la Princesa
repartía dentelladas a quienes se acercaban a lo que ella consideraba su ración
de carne y sangre de las presas recién cazadas.
La
Reina madre era guía y a la vez cruel dictadora del orden establecido. Así
mismo, era quien encabezaba la cacería para proveer alimento y arengaba desde
primera línea los ataques a los depredadores que les resultaban competencia. La
muerte convivía a diario con ellas, era lo que les generaba vida. Matar para
vivir, y la Reina madre era sobresaliente en el arte de matar…Y hallaba placer en
hacerlo.
Cuando
las circunstancias de la vida se hacen duras, es momento de imponer actitudes
más atrevidas. El alimento era cada vez más escaso y difícil de conseguirlo,
sobre todo con los enormes felinos merodeando el mismo territorio. Dos enormes
gatas habían logrado cazar una buena presa durante la noche y hallábanse
devorando su carne con deleite…Era el momento para la demostración de la osadía
de la Reina madre. Esta lanzó un chillido parecido a una risa maquiavélica que
todas sus seguidoras empezaron a imitar llenando la noche con su bullicio. Así
empezó el ataque, mordisqueando por todos lados a las gigantescas gatas que
pronto fueron llevando las de perder. Un grupo las rodeo mientras otro grupo
aprovechaba para llenar sus estómagos con la carne de la presa. Entonces
irrumpió a la carrera un enorme felino macho; todo el clan se dispersó…
Los
lideres se forjan en los momentos difíciles…La Reina madre era la líder del
clan, y este era un momento crucial. La ecuación era exacta, y como líder, le
imponía actuar.
La
Reina madre mostró los colmillos y dientes a todo lo ancho de su babeante
hocico, y emitiendo ese chillido que sonaba a risa macabra se lanzó a hostigar
al descomunal gato. Lo amenazó y lo finteó con arremetidas y agiles saltos
hacia los costados. El clan observaba esperando alguna oportunidad para continuar
robando trozos de la presa abatida. De pronto, la paciencia del descomunal gato
pareció esfumarse, dio un gran salto, y de un certero zarpazo, literalmente
partió en dos la columna vertebral de la Reina madre. Esta, mortalmente herida
empezó a arrastrarse sobre sus cuartos delanteros, pero en una segunda
embestida, el enorme gato le partió el cráneo de un mordisco.
Los
gatos se retiraron arrastrando a su presa a un lugar más seguro y menos
conflictivo.
Como un
muñeco desarmado el cuerpo de la Reina madre convulsionaba y continuó lanzando
estertores. Esto atrajo a las miembros de su propio clan, quienes ávidas de
carne y sangre se lanzaron a desgarrar sus partes blandas. Fue cuando intervino
la Princesa, a mordiscos despejó a la manada, luego introdujo su hocico en las
entrañas de su madre y le devoro las vísceras, luego se irguió, y con el hocico
aún manchado por la sangre de su madre, lanzo una risotada intimidante.
Una
nueva Reina madre reclamaba su reinado… Una nueva asesina había tomado el
legítimo control del clan.
Esto tiene mucho que ver con el mundo de las abejas o así me lo parece.
ResponderEliminarInteresante.
Un abrazo y Feliz Año
Gracias por tu presencia hermano mío.
EliminarHermosa construccion literaria.
ResponderEliminarBella obra
Gracias por su visita y comentario.
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