viernes, 6 de enero de 2023

UNA DOSIS DE LUZ PARA QUIEN VINO DE ENTRE LA NIEBLA




Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)



La Reina madre parió gemelas, ocurrencia común en la especie. La Princesa dominante y más apta, fue la primera en abrir los ojos. Estos estaban inyectados de una precoz ira que conjugaba a la perfección con su hocico dotado de filosos dientes y alargados colmillos. Su hermana aún hallábase en estado de modorra, cuando una certera dentellada le arrancó la pata delantera izquierda; un chillido corto y seco, y el segundo mordisco fue directo a su yugular. La hermana dominante estaba segándole la vida. Acto seguido empezó a devorar su cuerpo aún latente. Era un festín macabro, mas, la Reina madre observaba impasible y hasta diríamos, con deleite. Sabía que su reinado era de muerte, y le complacía haber parido a una asesina. Era la primera muestra de que era su sucesora idónea… Quizás el inicio de ella misma fue similar.

En su especie, el matriarcado acaparaba el poder. Los machos ocupaban los últimos puestos de la pirámide, y apenas si eran utilizados como una herramienta necesaria para la reproducción. Eran las hembras, al mando de la Reina madre, las encargadas de cazar y proveer alimento para el clan, pero también las primeras en el derecho a comer.

El tiempo pasó, y la Princesa creció y fue haciéndose cada vez más fuerte, más prepotente, y más cruel.

El ciclo de tiempos se tornaba duro, y cada vez era más difícil obtener presas, el alimento escaseaba, pero bajo la atenta tutela de su madre, la Princesa repartía dentelladas a quienes se acercaban a lo que ella consideraba su ración de carne y sangre de las presas recién cazadas.

La Reina madre era guía y a la vez cruel dictadora del orden establecido. Así mismo, era quien encabezaba la cacería para proveer alimento y arengaba desde primera línea los ataques a los depredadores que les resultaban competencia. La muerte convivía a diario con ellas, era lo que les generaba vida. Matar para vivir, y la Reina madre era sobresaliente en el arte de matar…Y hallaba placer en hacerlo.

Cuando las circunstancias de la vida se hacen duras, es momento de imponer actitudes más atrevidas. El alimento era cada vez más escaso y difícil de conseguirlo, sobre todo con los enormes felinos merodeando el mismo territorio. Dos enormes gatas habían logrado cazar una buena presa durante la noche y hallábanse devorando su carne con deleite…Era el momento para la demostración de la osadía de la Reina madre. Esta lanzó un chillido parecido a una risa maquiavélica que todas sus seguidoras empezaron a imitar llenando la noche con su bullicio. Así empezó el ataque, mordisqueando por todos lados a las gigantescas gatas que pronto fueron llevando las de perder. Un grupo las rodeo mientras otro grupo aprovechaba para llenar sus estómagos con la carne de la presa. Entonces irrumpió a la carrera un enorme felino macho; todo el clan se dispersó…

Los lideres se forjan en los momentos difíciles…La Reina madre era la líder del clan, y este era un momento crucial. La ecuación era exacta, y como líder, le imponía actuar.

La Reina madre mostró los colmillos y dientes a todo lo ancho de su babeante hocico, y emitiendo ese chillido que sonaba a risa macabra se lanzó a hostigar al descomunal gato. Lo amenazó y lo finteó con arremetidas y agiles saltos hacia los costados. El clan observaba esperando alguna oportunidad para continuar robando trozos de la presa abatida. De pronto, la paciencia del descomunal gato pareció esfumarse, dio un gran salto, y de un certero zarpazo, literalmente partió en dos la columna vertebral de la Reina madre. Esta, mortalmente herida empezó a arrastrarse sobre sus cuartos delanteros, pero en una segunda embestida, el enorme gato le partió el cráneo de un mordisco.

Los gatos se retiraron arrastrando a su presa a un lugar más seguro y menos conflictivo.

Como un muñeco desarmado el cuerpo de la Reina madre convulsionaba y continuó lanzando estertores. Esto atrajo a las miembros de su propio clan, quienes ávidas de carne y sangre se lanzaron a desgarrar sus partes blandas. Fue cuando intervino la Princesa, a mordiscos despejó a la manada, luego introdujo su hocico en las entrañas de su madre y le devoro las vísceras, luego se irguió, y con el hocico aún manchado por la sangre de su madre, lanzo una risotada intimidante.

Una nueva Reina madre reclamaba su reinado… Una nueva asesina había tomado el legítimo control del clan.



(Pieza única. Año 2016. Medidas: 80 X 53 cms. Precio $.600 dólares americanos)


4 comentarios:

  1. Esto tiene mucho que ver con el mundo de las abejas o así me lo parece.
    Interesante.
    Un abrazo y Feliz Año

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  2. Hermosa construccion literaria.
    Bella obra

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