sábado, 3 de junio de 2023

DESTIEMPO




Ilustración y cuento de Oswaldo Mejía.


  (Derechos de autor, protegidos)



Desde niño yo los escuchaba, era como si martillaran el subsuelo con algunas máquinas que provocaban seguidillas de leves movimientos telúricos, pero, cuando intentaba advertírselo a mis allegados, quizás por el bullicio cotidiano, ellos decían no escuchar ni percibir los tenues retumbos. 

Una noche llegaron de manera subrepticia dos de los venidos del cielo. Los reconocimos por el fulgor azulado de su mirada. Nos fueron despertando a cuantos más podían; nos dijeron que debíamos salir inmediatamente del lugar, pues allí ocurrirían hechos catastróficos; nos indicaron llevar agua y algunos alimentos, y entre la oscuridad nos fueron guiando hacia los riscos al pie de las montañas. Éramos casi un centenar de individuos, y a todos nos fueron disponiendo en una enorme caverna de pequeña entrada. Sus recomendaciones finales fueron que no nos acercásemos a la entrada y menos que mirásemos lo que ocurriría en el pueblo con los miles de personas que allí quedaron…y se fueron.

Desobedientes nosotros, fuimos asomándonos tentados por la curiosidad, hacia la pequeña entrada. Todos nos agolpamos queriendo ser testigos de lo que sucedería.

Un fino zumbido copó el silencio nocturno; entonces vimos enormes rocas flotantes viniendo desde las canteras del sur para luego irse depositando y apilándose alrededor del pueblo, construyendo así una gran e infranqueable muralla. Todo en cuestión de minutos.

Muchos de los que estábamos en la entrada, temerosos, pero llenos de inusitada osadía fuimos bajando para tener mejor vista de los hechos. Nos manteníamos ocultos, pero estábamos yendo en contra de lo que nos indicaron los venidos del cielo.

Intempestivamente y de manera simultánea, dentro de la zona amurallada se abrieron boquetes en el suelo en diferentes lugares, dejando expeler del subsuelo luces amarillentas que alertaron a la gente del pueblo alarmándola. Un griterío general hizo presa de la noche. Todos corrían de un lado para otro. Muchos invadidos por el pánico intentaban inútilmente escalar la reciente muralla. Entonces por los forados luminosos empezaron a emerger del subsuelo, un ejército de seres grises con ojos se insecto, que fueron ocupando sitios estratégicos, y luego fueron sacando a todas las personas de sus casas y escondrijos para irlos arreando hacia la gran plaza donde los ordenaron en largas filas. Los seres grises estaban armados, pero por alguna razón evitaban efectuar disparo alguno.

Nosotros, llenos de asombro, seguíamos atentamente los acontecimientos desde nuestros escondites. Yo no me alejé mucho de la entrada de la caverna, pero me aseguré de ocupar un lugar propicio para no perder de vista ningún detalle.

Abajo la tropa de seres grises iba disponiendo filas de personas frente a frente con filas de ellos y los replicaban, por alguna razón les estaban copiando sus rasgos físicos. Los seres grises ahora tenían aspecto humano. Cuando culminaron el proceso de replicación, los seres grises replicados en humanos se retiraron por los forados por donde llegaron a la superficie.

Seguidamente, algunos de los humanos que estaban en filas empezaron a caminar en círculo, y así, uno tras otro, con la cabeza gacha fueron uniéndose a la extraña caminata, parecía que les habían arrebatado la voluntad. En instantes, todos formaban parte de una espiral en movimiento. Los que tropezaban eran pisoteados por los que venían atrás. En unas horas no había un humano en pie. Los sobrevivientes, a gatas, o arrastrándose continuaban el recorrido circular.

De pronto el cielo se llenó de objetos voladores, luces y fogonazos. Yo corrí hacia nuestra caverna refugio, y detrás de mi también el resto hizo lo mismo. No teníamos idea lo que ocurría o iba a ocurrir, pero sentimos temor. Algo nos decía que no debimos desobedecer a los venidos del cielo…

Fue entonces cuando ocurrió el gran estallido. El piso se estremeció sacudiéndonos y haciéndonos perder el equilibrio. Al mismo tiempo ingresó por la entrada una polvareda caliente, y un olor acre penetró nuestras bocas y narices. Un fuerte resplandor encegueció nuestras miradas.

Cuando recuperé la visión, pude ver gente calcinada en la entrada, otros habían quedado ciegos, con graves quemaduras en todo el cuerpo, y clamaban por ayuda. Sólo los pocos que conseguimos llegar al fondo de la caverna estábamos en condiciones de salir al exterior, y lo hicimos.

Afuera, donde antes estuvo nuestro pueblo, y la muralla que construyeron los seres grises, sólo había un enorme cráter.

Aún desconcertados por lo acontecido, los pocos que podíamos valernos por nosotros mismos, iniciamos el descenso desde la caverna, pero no pudimos llegar al llano; abajo había quedado una intensa energía que casi parecía palpable, y nos rechazó provocando convulsiones a los que se acercaron a su radiación, por ello tuvimos que bordear el cráter desde las montañas…

Y nos fuimos con nuestra historia a otra parte…




(Pieza única. Año 2023. Medidas: 80 X 53 cms. Precio 600 dólares americanos)


8 comentarios:

  1. Una lectura que te atrapa. Me ha llevado a "La guerra de los mundos" de H. G. Wells. También allí un personaje sin nombre busca la seguridad en medio de la implacable destrucción causada por los marcianos que han llegado al planeta Tierra.
    Un saludo, Oswaldo.

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    1. Gracias querida María Pilar. Muy gentil por aacompañarnos. Saludos.

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  2. Saludos Oswaldo. No he podido parar de leer hasta el final. Las ilustraciones sensacionales, como siempre. Abrazo

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  3. Menuda historia, Oswaldo. Tus ficciones tienen un enorme poder de sugestión.
    Saludos

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    1. Gracias por obsequiarme tu tiempo de lectura hermano mío.

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  4. Realmente debes llevar estos cuentos a la pantalla grande, que tal dominio para llegar al punto de no caer en un cuento aburrido, pude imaginarme y entrar a ese mundo tan siniestro. Tal vez realmente nos observan!!! Por enésima vez erés Genial!!

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    1. Es muy alentador tu comentario amiga mía. Gracias por estar.

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