Estoy en
medio de esta maraña de carreteras entrecruzadas y de niveles ondulantes, hay
subidas y pendientes, algunas más y otras menos pronunciadas por todo su
recorrido… En el ambiente hay un estricto silencio; no hay ruidos ni sonido
alguno. En este contexto no tengo ruta ni idea de hacia dónde desplazarme, mas
no debo detenerme, lo que busco puede estar en cualquier lugar.
Sorpresivamente
hace su aparición un vehículo muy destartalado, lo más parecido a un mini bus.
precipitándose a toda velocidad por una de las pendientes, siempre en silencio.
El impulso de la bajada lo hace superar la siguiente subida, y nuevamente pendiente
abajo, pero al inicio de la siguiente empinadura, se agota el impulso y el
remedo de carro se detiene. Acto seguido, se bajan los ocupantes y empiezan a
empujarlo cuesta arriba; al llegar a la cima, todos se apresuran en volver a
subir al vehículo, siempre en el más profundo silencio; el último en subir da
un empujón, y el vehículo nuevamente a toda carrera. Repitiendo una y otra vez
esa misma operación, finalmente desaparecen de mi vista.
Continúo mi
caminata topándome con otros vehículos en iguales condiciones, con individuos
empujando, y aprovechando las pendientes para deslizarse con sus vehículos,
siempre en silencio. Aquí nada es capaz de provocar el menor ruido, excepto yo,
que puedo hablar, vociferar, y mis pasos provocan sonidos de pisadas:
inobjetablemente soy un forastero ajeno a este mundillo; aquí nadie me toma en
cuenta, ni me miran, si alguien pasa, es porque está ocupado en hacer rodar su
vehículo…
Llevo días
recorriendo esta maraña de carreteras en sube y baja, sin saber hacia dónde me
dirijo; estoy tentado a detenerme, me siento muy agotado.
Vaya, al fin
veo entre una parte baja de la carretera a una persona que no va tras un
vehículo. Esta sentada de espaldas a mí; me acercaré, quizás sepa qué lugar es
este. Me aproximo silbando, no deseo asustarle con mi intromisión. Mis silbidos
sirvieron, ha volteado a mirarme - ¿Gloria? – Ella asiente con la
cabeza…- Llevo toda esta vida buscándote –
*-…Yo
llevo toda esta vida aquí esperándote-
Gloria lleva
tacones altos color rojo, un jean vaquero, y una chaqueta color purpura, desabotonada,
lo que me permite ver que sus senos y abdomen van desnudos. Su ondulada
cabellera y lo prolijo de su maquillaje resaltan su figura. Gloria luce con el
porte y la belleza de una Diosa ¡Esto debe ser un sueño!
*-
¡Hagamos el amor aquí y ahora mismo! Necesito tu semilla para parir esos
pequeños ángeles azules que nos tenemos pendientes-
Gloria se
apresura a bajarse el pantalón hasta la altura de las rodillas. Yo también hago
lo mismo; no pregunto ni objeto nada, es evidente que nuestros ímpetus
contenidos no aceptan postergación alguna…Sobrarían las palabras. Sólo atino a
acomodarme detrás de ella y con devoción beso y lamo su cuello y mejilla,
mientras manoseo sus caderas preparándome para invadir sus entrañas… ¡Oh, no! Repentinamente,
y en silencio, aparece una gruesa turba de personas en la cima de la ondulante
carretera, vienen hacia nosotros. ¡Deben ser miles, quizás millones! …Es
preciso subirnos los pantalones. La multitud nos alcanza en ese trance, y por
inercia nos empujan a caminar con ellos. -¡¡GLORIAAAAAAAAA!!
¡¡GLORIAAAAAAAAAAAA!!- La he perdido de vista, y esta multitud no cesa de
caminar hacia adelante, parecen autómatas, sólo miran fijamente hacia adelante.
Llevamos
horas caminando, Caminamos toda la tarde, parte de la noche, pronto amanecerá, pero
ni siquiera puedo caer rendido, estoy apretadamente rodeado por esta gente
¡Gloria! ¡¿Dónde quedó Gloria?!
Cuando al
fin la multitud empieza a dispersarse, caigo de rodillas. Mientras trato de
reponerme, me doy cuenta que al intentar mirar donde estoy, no puedo distinguir
nada. El suelo resplandece con tal fulgor que anula mi visión. Ahora me doy
cuenta que estoy arrodillado sobre un extenso manto de blanca sal, que rebota
los rayos solares sobre mis ojos, no distingo nada. No veo horizonte, sólo el
reflejo enceguecedor.
-¡¡GLORIIIIAAAAAAAAAAA!!-
…Es que nuevamente
la he perdido… Esperaré a que caiga la noche para intentar salir de este mar de
sal no sé si lo logre… O tendré que volver a morir aquí, para continuar
buscándola en una vida posterior…
La única
certeza que tengo, es que esto no es un sueño ni una pesadilla, pues en el
mundo onírico no hay olores ni sabores, y yo aun tengo impregnado el aroma de
su piel, y el sabor de su maquillaje en mi paladar…
-¡¡GLORIIIIAAAAAAAAAAAAAAA!!-
¡Muy original y bello tu relato, Oswaldo!
ResponderEliminarMuchas gracias por la visita.
EliminarMe pareció una experiencia onírica. No cabe duda de que sabes externar tus anhelos en tus letras.
ResponderEliminarLa subjetividad de tus relatos hacen que uno se transporte a otras dimensiones.
Gracias por completar el ciclo de los viajes que propongo y sugiero.
ResponderEliminarMuy bueno!
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarSueño? No. Definitivamente hay hilos que no se rompen y llega el momento de la unión perfecta cuando ya hemos trabajado todos los apegos del yo. Cómo siempre... Felicitaciones!
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