sábado, 25 de noviembre de 2023

MARTIRES DEL DESCONTROL





Ilustración y cuento de Oswaldo Mejía.

(Derechos de autor, protegidos)







Estoy en medio de esta maraña de carreteras entrecruzadas y de niveles ondulantes, hay subidas y pendientes, algunas más y otras menos pronunciadas por todo su recorrido… En el ambiente hay un estricto silencio; no hay ruidos ni sonido alguno. En este contexto no tengo ruta ni idea de hacia dónde desplazarme, mas no debo detenerme, lo que busco puede estar en cualquier lugar.

Sorpresivamente hace su aparición un vehículo muy destartalado, lo más parecido a un mini bus. precipitándose a toda velocidad por una de las pendientes, siempre en silencio. El impulso de la bajada lo hace superar la siguiente subida, y nuevamente pendiente abajo, pero al inicio de la siguiente empinadura, se agota el impulso y el remedo de carro se detiene. Acto seguido, se bajan los ocupantes y empiezan a empujarlo cuesta arriba; al llegar a la cima, todos se apresuran en volver a subir al vehículo, siempre en el más profundo silencio; el último en subir da un empujón, y el vehículo nuevamente a toda carrera. Repitiendo una y otra vez esa misma operación, finalmente desaparecen de mi vista.

Continúo mi caminata topándome con otros vehículos en iguales condiciones, con individuos empujando, y aprovechando las pendientes para deslizarse con sus vehículos, siempre en silencio. Aquí nada es capaz de provocar el menor ruido, excepto yo, que puedo hablar, vociferar, y mis pasos provocan sonidos de pisadas: inobjetablemente soy un forastero ajeno a este mundillo; aquí nadie me toma en cuenta, ni me miran, si alguien pasa, es porque está ocupado en hacer rodar su vehículo…

Llevo días recorriendo esta maraña de carreteras en sube y baja, sin saber hacia dónde me dirijo; estoy tentado a detenerme, me siento muy agotado.

Vaya, al fin veo entre una parte baja de la carretera a una persona que no va tras un vehículo. Esta sentada de espaldas a mí; me acercaré, quizás sepa qué lugar es este. Me aproximo silbando, no deseo asustarle con mi intromisión. Mis silbidos sirvieron, ha volteado a mirarme - ¿Gloria? – Ella asiente con la cabeza…- Llevo toda esta vida buscándote –

*-…Yo llevo toda esta vida aquí esperándote-

Gloria lleva tacones altos color rojo, un jean vaquero, y una chaqueta color purpura, desabotonada, lo que me permite ver que sus senos y abdomen van desnudos. Su ondulada cabellera y lo prolijo de su maquillaje resaltan su figura. Gloria luce con el porte y la belleza de una Diosa ¡Esto debe ser un sueño!

*- ¡Hagamos el amor aquí y ahora mismo! Necesito tu semilla para parir esos pequeños ángeles azules que nos tenemos pendientes-

Gloria se apresura a bajarse el pantalón hasta la altura de las rodillas. Yo también hago lo mismo; no pregunto ni objeto nada, es evidente que nuestros ímpetus contenidos no aceptan postergación alguna…Sobrarían las palabras. Sólo atino a acomodarme detrás de ella y con devoción beso y lamo su cuello y mejilla, mientras manoseo sus caderas preparándome para invadir sus entrañas… ¡Oh, no! Repentinamente, y en silencio, aparece una gruesa turba de personas en la cima de la ondulante carretera, vienen hacia nosotros. ¡Deben ser miles, quizás millones! …Es preciso subirnos los pantalones. La multitud nos alcanza en ese trance, y por inercia nos empujan a caminar con ellos. -¡¡GLORIAAAAAAAAA!! ¡¡GLORIAAAAAAAAAAAA!!- La he perdido de vista, y esta multitud no cesa de caminar hacia adelante, parecen autómatas, sólo miran fijamente hacia adelante.

Llevamos horas caminando, Caminamos toda la tarde, parte de la noche, pronto amanecerá, pero ni siquiera puedo caer rendido, estoy apretadamente rodeado por esta gente ¡Gloria! ¡¿Dónde quedó Gloria?!

Cuando al fin la multitud empieza a dispersarse, caigo de rodillas. Mientras trato de reponerme, me doy cuenta que al intentar mirar donde estoy, no puedo distinguir nada. El suelo resplandece con tal fulgor que anula mi visión. Ahora me doy cuenta que estoy arrodillado sobre un extenso manto de blanca sal, que rebota los rayos solares sobre mis ojos, no distingo nada. No veo horizonte, sólo el reflejo enceguecedor.

-¡¡GLORIIIIAAAAAAAAAAA!!-

…Es que nuevamente la he perdido… Esperaré a que caiga la noche para intentar salir de este mar de sal no sé si lo logre… O tendré que volver a morir aquí, para continuar buscándola en una vida posterior…

La única certeza que tengo, es que esto no es un sueño ni una pesadilla, pues en el mundo onírico no hay olores ni sabores, y yo aun tengo impregnado el aroma de su piel, y el sabor de su maquillaje en mi paladar…

-¡¡GLORIIIIAAAAAAAAAAAAAAA!!-










 (Pieza única. Año 2023. Medidas: 80 X 53 cms. Precio 600 dólares americanos)


     

7 comentarios:

  1. ¡Muy original y bello tu relato, Oswaldo!

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  2. Me pareció una experiencia onírica. No cabe duda de que sabes externar tus anhelos en tus letras.
    La subjetividad de tus relatos hacen que uno se transporte a otras dimensiones.

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  3. Gracias por completar el ciclo de los viajes que propongo y sugiero.

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  4. Sueño? No. Definitivamente hay hilos que no se rompen y llega el momento de la unión perfecta cuando ya hemos trabajado todos los apegos del yo. Cómo siempre... Felicitaciones!

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