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Los
planos entre las que transitaba Federico, eran cada vez más alucinados ¿En qué
momento empezó a ser invadido por estas fantasías? Para él mismo era difícil
establecerlo; le parecía que siempre había sido así; en su presente no podía
concebir que existiera una visión de vida diferente. Vivía entre sus fantasías
y la realidad. El transitar entre esos estados se le hacía normal. Para él
resultaba imposible identificar cual estado era real y cual era ficticio. Sus
allegados sí iban notando su patología, por sus cambios de conducta;
constantemente entraba en estados depresivos, casi no se aseaba, y cada vez era
más difícil entablar una conversación sensata con él. En sus desvaríos empezó a
creer que podía escuchar lo que, a lo lejos, las personas murmuraban sobre él,
y además decía recibir mensajes y ordenes divinas.
Federico
bordeaba los cuarenta años, era un solterón que fácilmente hubiera podido ser
un tipo simpático… en sus momentos de lucidez lo era, pero estos lapsos eran
cada vez más escasos. Tenía alucinaciones auditivas, delirios, y trastornos de
pensamiento. Sus propios familiares directos le rehuían. Lo instalaron en una
habitación con puerta a la calle y tapiaron todo acceso colindante con el resto
de la casa, lo abandonaron a su suerte. Federico aprendió a sobrevivir
costeando su alimentación en base a esporádicos trabajos de carpintería que los
vecinos le encargaban, más por piedad que por necesidad.
Como
una forma de llamar la atención hacia los servicios de carpintería que ofrecía,
todas las mañanas sacaba a su puerta un banco largo de madera, unas sillas, y
una perezosa algo destartalada. Más que clientes, ese mobiliario atrajo
rápidamente a los vagos y desocupados del barrio. Estos se apostaban desde
temprano en los asientos y se la pasaban compartiendo bromas y risotadas.
Federico se lo permitía, pues no tenía carácter para echarlos y porque además
le tenía mucho respeto a el más veterano, Don Joselillo, apodado con acierto
“Chistes crueles”. Para él estaba adscrita la perezosa, desde allí, cómodamente
lanzaba sus chistes, la mayoría muy malos y/o redundantes, pero todos se los
festejaban, pues Don Joselillo, siendo pensionado por jubilación, era él quien
invitaba algún refresco, o algún cigarrito.
La
Lucha era un gay que cocinaba y vendía comida clandestinamente pues no tenía un
local ni ninguna licencia de salubridad, pero aplacaba el hambre de su
clientela a módicos precios, y eso era lo que importaba. Siempre que pasaba
frente a la puerta de Federico saludaba a todos con una amplia sonrisa, y
siempre Don Joselillo le decía -Cada vez que te veo pasar, te veo tan feliz,
que me provoca volverme maricón…- como si se tratara de un guion, alguno de
los presentes decía -Pero Usted ya está mayor para eso Don Joselillo- Y
este contestaba -Nunca es tarde para ejercer hijo mío- …Y empezaban las
risotadas. Igual le metía sorna a Federico preguntándole con su marcado talante
ateísta -…Y Federico ¿Sigue llamándote Diosito por teléfono? – Y las
carcajadas celebrando la ocurrencia. Federico ni se inmutaba, Él seguía sumido
en sus fantasías.
Una
mañana, Federico no sacó el mobiliario que ocupaban los desocupados burlones.
Entre sus delirios y alucinaciones había recibido un mensaje –“Ve a la
tienda de la vuelta de la esquina, que allí encontrarás a la mujer que te tengo
designada para ti…”- Esa mañana se lavó la cara rápidamente, se acomodó los
cabellos con las manos y fue a la tienda indicada, pero no había ningún
cliente, ni tampoco la tendera dueña…sólo estaba la menor de sus hijas, una
niña de once años. Federico no tuvo la menor duda que esa niña era la prometida
por la voz que retumbó en su cabeza esa mañana. Pasaron unos instantes y llego
la señora propietaria de la tienda, madre de la niña. Federico henchido de
valor, se dirigió a la señora, y luego de contarle todos los previos, le pidió
la mano de su hija, argumentando que él esperaría unos años hasta que la niña
tuviera edad suficiente para casarse. La tendera se armó con una escoba y lo
persiguió a palazos mientras le lanzaba todo tipo de insultos e improperios.
“Lengua larga”, como toda tendera, la señora corrió el chisme entre toda su
clientela, y en pocas horas, el acto de petición de mano por parte del pobre
Federico, estaba en boca de todo el mundo.
Lógicamente
asustada por la descabellada proposición se Federico, la señora tendera,
apresuradamente envió a su pequeña hija a la lejana Norteamérica donde la
acogería una de sus hermanas mayores. Esto sumió a Federico en una de sus más
severas depresiones. Ya no sacaba el mobiliario para que se sentaran los vagos
y desocupados. Sólo abría su puerta, y los vagos eran los que sacaban las
bancas y sillas, él ni pronunciaba palabra, permanecía ajeno a todo,
ensimismado es su frustración y dolor…
Entre
sus acostumbradas ocurrencias, Don Joselillo “Chistes crueles” le dijo -Federiquito
¿Y qué dice Diosito de tu novia? …Para mí que se ha burlado de ti. Deberías
denunciarlo por estafador …Yo soy tu amigo, si deseas te presento un abogado- Y
-¡¡Ja-ja-ja-ja-jaaaaaaa…!!- Las risotadas.
Al día
siguiente, Federico ya no abrió la puerta, al día siguiente tampoco. Pasaron
seis días, y los vagos que continuaban reuniéndose en el lugar, aunque de pie o
sentados en el piso, notaron que de adentro de la habitación salía un fuerte
olor a putrefacción; por ello dieron parte a la policía.
Cuando
descerrajaron la puerta, hallaron a Federico colgado de una de las vigas del
techo. Tenía la lengua afuera, el rostro color violáceo, y su cuerpo inflado como
un globo. En la habitación, el aire estaba tan enrarecido, que el Fiscal dio fe
de todo mirando apenas desde la calle.
Don
Joselillo “Chistes crueles” dijo -Dicen por ahí que el que muere por amor,
se va directo al Cielo…como el Jesucristo ese, que también era carpintero…-
Caballero Oscuro la enfermedad mas cruel sabes perdí a mi mejor amigo que era esquizofrénico lleva 10 años perdido me gustó este cuento recordé tantas anécdotas aunque el final es triste así es por desgracia ésa enfermedad un fuerte abrazo hermano saludos
ResponderEliminarUn gran abrazo hermano mío.
EliminarDura realidad que estremece. Siempre hay gente perversa en esta sociedad que hiere deliberadamente a los más débiles y después hace chanza de ello.
ResponderEliminarSaludos, Oswaldo.
Gracias por visitarnos, María Pilar, querida amiga.
EliminarOswaldo, leí tu nota en Foro de Literatura y ahora he visto tiu relato.
ResponderEliminarComo siempre, un relato bueno, conciso y sustancioso.
Me alegra ver que sigues activo. Soy Charly Elvis Rocker, no sé si te acuerdas de mi.
Un placer tu visita hermano mío. Muchas gracias.
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