Déjame contarte una estúpida historia de amor,
tan tonta como llorar por lo que se amó y se perdió por no saberlo cuidar:
“Estaba el aprendiz de humano, tendido sobre
la losa fría, tiritando; más su hipotermia era del alma. La posición fetal
adoptada era una vana forma de buscar auto entibiarse. El dedo pulgar en la
boca, era síntoma del ansia de conexión con su origen.
Un ángel llegó provisto de falsas sonrisas y
un farolito para supuestamente guiar sus pasos, mas su afán solo era alejarlo
de afectos y atenciones ajenas. Para ello marcó territorio orinando a su
rededor. Seguidamente, con sus nudillos dio tres toquecitos en la sien del
aprendiz de humano:
-Hola
¿Hay alguien ahí?
¿Puedes oírme…?
Sé que te sientes mal, pero yo puedo aliviar
tu dolor y conseguir que tus piernas troten otra vez-
El aprendiz de humano continúa recostado en
posición fetal, sobre la losa fría, chupándose el dedo. El ángel partió con sus
falsas sonrisas y su farolito, dejando sólo el olor de sus orines que aún se
afanan en alejar los afectos y atenciones ajenas.
Brillante!!!
ResponderEliminarGentil y generosa. Gracias mi adorable amiga.
EliminarLa depresión por amor es la más dura de superar te deja vacío por dentro y sin razonamiento exelente amigo
ResponderEliminarGracias amigo mío.
EliminarMuy bueno.
ResponderEliminarMuchas gracias por la gentil visita.
EliminarHola Oswaldo, un relato que desborda sentimiento, uno quisiera poder ayudar al aprendiz de humano, alejar a ese ángel hipócrita y limpiar toda inmundicia que hace que no reciba el cariño o amor de otros. Un relato que nos llega al corazón. Tu ilustración, soberbia. Saludos.
ResponderEliminarGracias querida amiga. Siempre es un placer saberte cerca.
EliminarAplausos es real
ResponderEliminarMil gracias. Un abrazo.
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