sábado, 19 de octubre de 2024

ESCUELA DE PROFETAS





Ilustración y cuento de Oswaldo Mejía

(Derechos de autoría, reservados)

Cap. 1 del libro "Delirios del Lirio"




En un banquito de cortas patitas estaba sentada aquella niña de mirada distante y sonrisa con ausencia de alegría. Sus piernitas flacuchas, de huesudas rodillas, se unían, mientras las canillas se separaban dando forma a  esa particular figura en “A”, pues sus piececitos se hallaban girados hacia adentro, tocándose  los deditos de ambos pies. El cuadro era cómico, tierno y al mismo tiempo… desolador.

A pocos metros de altura sobre ella, una espesa y gris nube de no más de ochenta centímetros, lloraba gotas gélidas que empapaban a la niña.

¿Cómo podía ser que en un día tan soleado y atractivo para vivirlo plenamente, aquella nubecilla gris se empecinara en propinarle una lluvia exclusiva e incesante a la niña de mirada ajena y distante? ¿Es que acaso hay seres humanos que nacen y viven con tormentas sobre sus cabezas?

Largo rato estuve observando con minucioso detenimiento a la niña sentada en el banquito en medio de la plazuela con su nube gris goteando sobre ella. Por sus dorados cabellos recogidos en desordenadas trencitas y su carita de piel extremadamente blanca se deslizaban manantiales de agua que presumo, caían unificándose con sus lágrimas, casi como queriendo ocultarlas.

Pude haberme largado ¿Qué necesidad tenía de entrometerme en sufrimientos ajenos cuando tenía más que suficiente con los propios? Y sin embargo, no tuve el valor…no pude… Mi corazón oprimido me decía “Ella es”. Ni por atisbo podía sospechar quién era “ella” pero  con cada latido, mi cerebro iba obnubilándose más y más. No había modo de utilizar la razón pues a cada segundo se iba apoderando de mí la certeza de que era “ella”…ella era vital ¿Para qué, por qué? ¿Cómo podía saberlo? Desde la sinrazón, algo me impulsaba a acercarme. Cuando estuve frente a ella, a centímetros de su humanidad, no supe qué decir, escuetamente me quedé observándola. La niña de trencitas enmarañadas se rascó la rodilla derecha. Pude apreciar su rostro; la sonrisa dibujada no estaba más, la lluvia la había borrado. De repente pero con suma lentitud, elevó su cabecita hasta hundir su triste mirada en la mía. Delineó una amplia sonrisa y gritó:

- ¡Papá!- pegó un brinco y se abrazó a mi cintura. Como por obra de arte y magia, la nubecilla gris que hasta ese momento había estado sobre ella, se evaporó.

-¿Quién eres, pequeña? No te conozco- traté de liberarme de esos bracitos enclenques pero ella se aferró con más ímpetu y volvió a mirarme fijamente a los ojos.

-¿No me reconoces, papito? Soy tu hija. Te estaba esperando, sabía que vendrías por mí… y viniste.

Fue entonces que recordé que había acudido a la plazuela porque esa mañana, a la hora de afeitarme, hallé pegado al espejo con un trocito de cinta adhesiva, un papelito donde se leía “El destino aguarda por ti en la plazuela”… y aquí estaba…quizás esta niña era el destino que me estaba aguardando. No había otras personas, objetos o circunstancias a mí alrededor. Hacia cualquier punto que dirigiera mi vista y el resto de mis sentidos, no había nada, absolutamente nada, como si el espacio se limitara a ella y el banquito, como si un vendaval hubiera disipado el escenario dejándonos sólo a los dos, enfrentados, mirándonos.

Tomé a la niña de la mano y comenzamos a caminar. Mientras yo iba encerrado en un mutismo analítico que escarbaba en mi entelequia, tratando de hallar explicaciones coherentes, la niña que se decía mi hija, no apartaba la mirada de mí al tiempo que  sonreía y entonaba cánticos que revelaban penas, dolor y desamor. El monótono estribillo coreaba “Nunca me llevaron de la mano, nunca me llevaron de la mano…”

Casi sin darme cuenta, llegamos a la burbuja en la que habito, mi santuario, ese que me otorga la soledad necesaria para fabricar mundos. Le dije que se pusiera cómoda más ella se rehusó a soltar mi mano. Así, con su manito aferrada a la mía, ocupé mi sillón-santuario y empecé a fabricar mis mundos con la niña sentada sobre mis rodillas. Me resultaba extraño ya que jamás permití que profanaran esos momentos en que mi mente se desliga de mi estado de conciencia, imperiosa necesidad para crear… pero allí estaba la pequeña. Su presencia era natural, como si siempre hubiera participado de la construcción de mis fantasías. Pasé horas concentrado en mi tarea hasta que sentí hambre, ella también, entonces comimos unos bocadillos que yo mismo preparé y mi niña degustó con avidez. Estábamos cansados, nuestros cuerpos invitaban al reposo; nos acostamos uno al lado del otro y dormimos. No me soltó ni un instante. La tibieza de su manito en la mía, nos sumió en un profundo y delicioso sueño… siempre sin soltar nuestras manos.

Recogidos en ese estado de ensueño, nos internamos en un territorio tenebroso. Era obvia su peligrosidad ya que a la entrada un letrero anunciaba “Esta es LA OTRA CARA, refugio de ermitaños, transgresores, insatisfechos, abusadores y patrañeros”.

La advertencia de aquel cartel no detuvo nuestro andar; acaso porque estábamos convencidos que al estar tan fuertemente fusionados, nada malo podía sucedernos. Con recelo pero decididos, continuamos internándonos en ese presunto temible territorio. Eché una concienzuda ojeada a los alrededores y no vi otra cosa que ruinas y montículos de basura. Más, de pronto percibí movimientos, y de entre uno de esos montículos emergieron un grupo de seres con rostros de roedor y cuerpos de hiena dispuestos a atacarnos. Tomé a la niña y la aupé sobre mis hombros a la vez que extraje el alfanje que siempre llevaba al cinto…del miedo nació el coraje… Con la niña posada sobre mi cerviz y cogida a mi cuello, arremetí contra aquellos seres zoomorfos. Mi filoso alfanje iba cercenando miembros y cabezas; la lucha era desigual en número pero esa persistente necesidad de protegerla, guiaba la trayectoria del filo de mi arma y no erraba tajo ni estocada. Me resulta imposible calcular cuánto duró la lid. Cuando caí de rodillas, extenuado y jadeante, la niña y yo estábamos empapados con la sangre verde de aquellos entes que ahora no eran más que un repulsivo picadillo sanguinolento, producto de la acción de mi incisiva arma. Al bajarla de mis hombros me llevé una gran sorpresa, la niña ya no era una niña, era una mujer en todos sus sentidos aunque conservaba el rostro  infantil. Se paró frente a mí y me dijo a modo de sentencia:

-De ahora en adelante yo te cuidaré y haré de ti el león Rey que mereces ser- Luego me ayudó a levantarme pues por mis propios medios me resultaba dificultoso, aún no recuperaba las fuerzas para hacerlo.

Inexplicablemente, decenas de plumas blancas cubrían el campo de batalla.

Retomamos nuestro andar, tomados de la mano. La noche sentó presencia envolviéndolo todo en una atmósfera de tierna y a la vez, seductora complicidad. Fue entonces, que ella pronunció:

-De aquí hasta mis últimos días, iré donde tú vayas. Serás mi padre, mi marido, mi amigo, mi cómplice, mi hijo. Serás mi todo por siempre. Lo juro por Dios.

“¿Cuánto duran los días de un ángel?”

Sonreíamos todo el tiempo; nos alimentábamos con alguno que otro mendrugo de pan, y nos prodigábamos mucho amor, mientras planeábamos la construcción de mundos, con el único material que teníamos a mano… nuestra imaginación. Con ella fabricamos un corcel blanco de largas patas, y alas muy grandes. Con él hacíamos largos vagabundeos surcando los cielos de los caseríos. Ella iba a las riendas y yo detrás hablándole de la penuria de la gente al acarrear materiales como piedras, ladrillos, madera, etc. etc. pero que yo les enseñaría como hacer casas, ciudades y torres con papel, humo… o sólo con palabras. Todo era felicidad, el mundo no importaba, nosotros éramos el eje del universo. Mas al cabo de un tiempo, ella me dijo:

-Debo volver a mi banquito de la plazuela, es preciso que lo haga pero algún día regresaré por ti- Al escucharla, mis ojos se humedecieron…¿Y  si no volviera nunca más, qué será de mí?

Cuando desperté, ella no estaba más.

Día a día hallaba pegados al espejo con cinta adhesiva papelitos con escritos que me hablaban de un  amor sublime y promesas de sueños que cumpliríamos cuando ella reapareciera para irrumpir en mi tediosa vida, todos con el mismo epilogo a modo de rúbrica: “Tu destino… tu niña”

Durante muchos meses, los papelitos pegados al espejo continuaron apareciendo, siempre con el mismo talante pero de a poco los mensajes empezaron a escasear y hacerse cada vez más distantes.

Sucedió una mañana. Iba a afeitarme cuando hallé una de las notitas, y grabada en ella: “Perdóname por abandonarte, pero debo aguardar una señal…la señal que me revelará el SUPREMO más sólo yo debo descifrarla y para eso debo tomar distancia de tu mundo…”

En cinco centurias jamás había conocido la felicidad… y ahora que la supuse mía, que abrigué esperanzas, que me inventé una vida sin brujas ni escobas, ella, mi Niña felicidad, me daba un portazo en las narices.

 De un golpe de puño destrocé el maldito espejo, escogí cuidadosamente uno de los trozos más filosos y con habilidad de cirujano abrí mi pecho. Introduje mi mano temblorosa en el hueco, justo en el centro de mi arrojo y me arranqué el corazón; él hambriento de amor aún latía en mi puño cuando lo arrojé al excusado. Desangrándome caí de rodillas. Mientras jalaba la llave del paso de agua pensé: “Tenía una cita con mi destino… ¿Soledad es el nombre de mi destino?”. Caí de bruces al piso, todo se tornó negro, muy negro… sentí que me deslizaba en medio de esa lobreguez. Lo último que pensé fue “¿Por qué la vida me hizo esta broma…?” ¡Claro! Debería reírme pero se vería ridículo hacerlo mientras mi existencia se va consumiendo con cada gota roja que riega el piso… estoy muriendo.

¡OH!…una luz celeste al final del túnel… ¿Y si no es mi momento? ¿Y si no me está permitido atravesarlo? ¿Sucumbiré en la eterna penumbra del purgatorio por no haber sabido esperar la señal?

No importa, ya estoy en camino…no puedo ni debo retroceder…

Continúa...


(Pieza única. Año 2012. Medidas: 80 X 52 cms. Precio 600 dólares americanos)




sábado, 12 de octubre de 2024

RAPSODIA DE MANOS MUDAS



                 Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)


"Soy un ARTISTA. Por ello tengo el rol imperativo y la facultad de inventar sueños, inquietar sensibilidades y crear mundos alternativos en las mentes de quienes asisten a la convocatoria de mi propuesta"...

 

*-¡¿Le vamos a permitir que nos contamine con su magia?!

¿Dejaremos que mordisquee nuestras mentes con sus toxicas fantasías?

¡…Maldito embustero que pretende hacernos creer que puede fabricar universos con papel; con humo…con palabras…!

¿No es más fácil apedrearle y silenciar de una vez por todas, sus predicas sobre humanizar al reptil que llevamos dentro?

¡Él es tan infeliz como nosotros!

…Sólo que el muy desgraciado, mira hacia arriba; y allí encuentra la inspiración para proclamarse “UN DIFERENTE”.


(Pieza única. Año 2010. Medidas: 80 X 64 cms. Precio $.600 dólares americanos)




NIMROD, EL GRAN CAZADOR






Video Monólogo de Oswaldo Mejía 



Monólogo sobre una historia alucinante, con la cual, para nada tengo, ni siquiera la menor intención de atacar o herir susceptibilidades con respecto a la fe y creencias religiosas de nadie. Mi único afán es narrar y poner sobre el tapete hechos que nos estimulen al análisis, y nos puedan liberar del yugo del pensamiento dogmático.






lunes, 30 de septiembre de 2024

EVADADORA





Ilustración y poema de Oswaldo Mejía.

 (Derechos de autor, protegidos)







¡Madre! ¡Madre! ¿Estás allí?

… ¿Es que mis lágrimas no me permiten distinguirte?

Me proveíste del agua de tu mar,

Pero me falta tu cariño.

Necesito la tibieza de tu seno; tengo frío y el vivir me duele.

¡Madre! ¡Madre! ¡Vuelve a mí!

¿Quién lavará mis pánicos?

Temo dar mis pasos en soledad.

¿Quién acariciará mis escamas, para convertirlas en plumas?

No me condenes a ser reptil el resto del camino.

No me niegues la oportunidad de ser ángel.

¡Madre! ¡Madre! ¿Estás allí?

… ¿Es que mis lágrimas no me permiten distinguirte?





(Pieza única. Año 2012. Medidas: 80 X 57 cms. Precio 600 dólares americanos)




MORADA PARA LOS INSTINTOS



IIustración y prosa de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)



Su llegar fue silencioso, subrepticio; como llegan los ladrones en la noche. Llegó entre la turbia neblina del amanecer. Debía pasar inadvertido.

Probó todos los pecados del mundo. Amó y también degustó de los sabores de la piel, pues debía ser hombre y a la vez, hijo de las estrellas.

 Esparció el conocimiento entre “Los Normales”, los hizo pensantes y desató sus mentes cuando obsequió al mundo el libre albedrio.

El Dios verdadero no te quiere “Esclavo adorador”, lo que Él desea, es tu plenitud.

Los celos de los farsantes lo tergiversaron a Demonio, lo difamaron, y lo confinaron eternamente a las entrañas del subsuelo.

…Pero el fin de los tiempos esta “al doblar la esquina”; y entonces, Él emergerá de las entrañas del inframundo. Y todos veremos el brillo de sus escamas; sus ojos insectoides; sus garras reivindicatorias… y sus mandíbulas ostentando el furor de sus mordidas.

¡Que tiemblen y huyan los que se autoproclamaron guardianes de la fe!

¡Que oculten sus cabezas los Reyes, Gobernantes y Tiranos!

¡Los candados han caído; los goznes fueron forzados y las cadenas ya ni recuerdo son!

La luz del farol agrega brillos macabros a esa mancha roja que cubre el empedrado; y sobre ello se edificará el NUEVO ORDEN… libre de pecado…

Con hombres libres de cuerpo y pensamiento.

 

 (Libro de los lamentos, XIII-XLII.)





(Pieza única. Año 2011. Medidas: 80 X 57 cms. Precio $.600 dólares americanos)

SETENTA VECES SIETE



IIustración y prosa de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)




¡Corre, corre! ¡Corre TIEMPO! No pienso hincarme a esperar tu tiranía, no tengo prisa, pero no puedo detenerme a aguardarte; Estoy sentado a la vera del camino y no me puedes alcanzar. Esta hermosa mancha roja sobre mi pecho, es el sangrado de lo sublime expuesto por mi ansiedad. He probado ya del sabor de su néctar, por ello mi cabeza cayó desparramando mi pensar. Ahora mis ideas ruedan más a prisa y tú vas quedando atrás ¡Corre! ¡Corre! ¡Corre TIEMPO! Aunque no atestiguarás este placer divino. Sigo sentado, mas no te puedo esperar. Tengo asido el cuerpecito de mi Reina, hurgo en ella cada pliegue de su piel, sorbí de su tibieza a tu desdén ¡Corre! ¡Corre! ¡Corre TIEMPO! Que del níveo vestido de boda ya se despojó, y al cerrar aquella puerta imaginaria, sólo estaremos ella y yo. Y tú deberás pasar de largo… pues fue EL GRAN ORDEN UNIVERSAL quien anunció que esto ocurriría; y tú, TIEMPO… no sabes nada del AMOR…





 (Pieza única. Año 2011. Medidas: 80 X 57 cms. Precio 600 dólares americanos)



domingo, 29 de septiembre de 2024

RODÍN FUE POR CIGARROS




Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)





No sé quién ni qué soy, no sé cómo llegué a este lugar, pero me ha tocado ser testigo de lo que en este lugar ocurre. Quiero contarles y hacerles partícipes de lo que he podido ver. Vengan y echen una mirada a este mundillo raro y retorcido que anida dentro de mí, en lo más profundo de mi subconsciente.




 (Pieza única. Año 2010. Medidas: 80 X 59 cms. Precio 600 dólares americanos)



ANGIOLINA VAGA ENTRE MIS SUEÑOS



Ilustración y prosa de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)




Hay seres humanos que trazan a su rededor un círculo tan pequeño, que apenas caben ellos, y así se pasan la vida: atendiendo exclusivamente sus propias necesidades. Los hay otros que trazan a su alrededor un círculo más grande donde puede caber su familia, y los acoge. También están los que amplían el trazo de sus círculos para poder agregar a sus amigos. Mas hay algunos, que trazan a su rededor un universo… y esos... se brindan al mundo sin reparos. Lamentablemente, son tan pocos, que muchos nos iremos de aquí sin haber podido siquiera, ver a uno de ellos.



(Pieza única. Año 2010. Medidas: 80 X 60 cms. Precio 600 dólares americanos)



ATARAXIA ZERO






IIlustración y prosa de Oswaldo Mejía

(Derecho de autor, protegido)



Ellos, los Grandes señores: Los auto-nombrados guardianes de la fe, junto a los que proclaman tener respuesta a todo, nos gritan desde sus cómodos sillones...

-Es mejor que no escarbes dentro de tu subconsciente, pues no podrás soportar la culpa de ser “un ser humano”-

 Y nosotros obedecemos…




(Pieza única. Año 2009. Medidas: 80 X 60 cms. Precio $.600 dólares americanos)

domingo, 15 de septiembre de 2024

VIRUS LETAL





Video (Música e imágenes de Oswaldo Mejía)


Vídeo con una muestra de parte de mi obra pictórica surrealista, editada sobre el track  "VIRUS LETAL", canción de mi autoría en composición, letras y arreglos, y que fuera parte de la discografía de mi otrora banda "BREBAJE" , donde también 
ejecutaba la guitarra líder. 











SI CAMINAS CON ELLOS, ERES UNO DE ELLOS





Iustración y cuento de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)




De manera solapada un colega le había enterado acerca de una convocatoria “cerrada” para ocupar el puesto vacante de Administrador de aduanas, plaza que le caería como anillo al dedo, pues a pesar de su maestría en Administración, Gonzalo Pérez trabajaba como taxista a tiempo completo. Ahora el problema era cómo conseguir las recomendaciones que estas convocatorias, amañadas por defecto, exigen.

Él no tenía relaciones a ese nivel, pero, sin perder los ánimos, recurrió a su tío Juan Alatriste; un politiquero cuajado. Quizás él conocía, y podría encaminarlo hacia ese alguien que le sirviera de “padrino”. Y así fue. Don Juan Alatriste le prometió llevarlo al día siguiente ante un influyente General de la Policía Nacional.

A la mañana siguiente, el General los estaba esperando y los recibió con cortesía -Díganme ¿En qué puedo servirles? – Don Juan Alatriste le contó al detalle y pormenores toda la historia, y remató su cháchara con la verdadera cuestión que los había llevado allí -Usted, mi General, conoce al Señor Presidente de la Republica… ¿Cree Usted que podría pedirle una “recomendación” para mi sobrino aquí presente? -

- ¡No! - Dijo el General – Ese “chino” es un corrupto y descarado ladrón. No deseo deberle ningún favor a un delincuente de tal calaña…Lo que puedo hacer por Ustedes es pedirle una “recomendación” a la Procuradora de la Nación. Entre toda esa banda de delincuentes que nos gobiernan, creo que ella es la menos angurrienta… Al menos eso parece…- Con esa consigna, previa cita por teléfono, se dirigieron a las oficinas de la Procuraduría.

Hechas las presentaciones, el General puso en autos a la Procuradora, del porqué de su visita -Han venido a buenas manos. Déjenme platicar un poco con el señor- Así la Procuradora despidió al General y a Don Juan Alatriste prometiéndoles que ella se encargaría de dar por bien hecho a todo ese asunto.

Una vez a solas, la Procuradora se dirigió a Gonzalo Pérez -Señor mío; el puesto de Administrador de Aduanas es suyo- Luego escribió unas líneas en una hoja de papel, seguidamente la dobló en cuatro y se la entregó diciéndole – Aquí están sus obligaciones, espero no nos defraude. El lunes preséntese a ocupar su puesto de trabajo. Hasta pronto. Buen día-

Al llegar a su casa, Gonzalo Pérez, desdobló la hoja de papel que le entregara la Procura, y en ella había escrito, el nombre del Superintendente de Aduanas, seguido de una cantidad de dólares. Así mismo, estaba el nombre de la Procuradora, y la cantidad de dólares asignada a ella. El sueldo que percibiría Gonzalo Pérez, apenas si sobrepasaba los 5,000 dólares, y sumando las cantidades que figuraban como “obligaciones”, estas alcanzaban los 70,000 dólares… ¿Cómo haría para cumplir con esas exigencias? Don Juan Alatriste tampoco fue capaz de descifrar ese lío, y sólo le aconsejó presentarse a trabajar, y con mucha cautela indagar allí mismo, o si no, renunciar al ansiado cargo.

El día lunes, Gonzalo Pérez se presentó a las instalaciones desde donde debía administrar. Embargado por la Timidez, daba pasos dubitativos de aquí para allá, hasta que se topó con un varón sonriente y muy bien vestido -Disculpe ¿Dónde quedan las oficinas de la Administración de Aduanas…? -  A lo que el tipo, muy cortésmente respondió -Todo esto es el área de administración, y las oficinas están al fondo del corredor ¿Puedo servirle en algo más…? –

Gonzalo Pérez estaba deslumbrado con el lujo de aquellas instalaciones; apenas si evitó tartamudear – Mi nombre es Gonzalo Pérez, y vengo a ocupar el puesto de Administrador de Aduanas- El tipo le extendió la mano a la vez que se presentó como Gilmar Anduaga – Bienvenido Señor Administrador, yo soy su adjunto, estoy a sus órdenes-

Luego de más de media hora de amena charla, Gonzalo Pérez intuyó que podía confiar en su interlocutor –Amigo Anduaga, de manera muy confidencial, deseo mostrarle un documento que me dieron con lo que serán mis “obligaciones”. Estos montos me tienen preocupado- Y le mostró la hoja de papel con los nombres, cargos y cantidades.

-Señor Administrador, por esto no debe preocuparse, estos montos aquí se pagan solos, y hasta quedará mucho para nosotros. Por evadir controles, por dar celeridad a sus trámites, y otras preferencias, muchas empresas desembolsan ingentes cantidades de dinero. Yo personalmente me encargaré de hacer entrega de esas “obligaciones”. Usted, despreocúpese-

El tiempo transcurrió, y dicho y hecho, había mucho dinero mal habido, en repartija…

Así llegó el periodo de vacaciones de Gilmar Anduaga, y este se fue al Caribe por tres semanas. En ese lapso, un domingo por la mañana, Gonzalo Pérez miraba el noticiero mientras desayunaba, cuando anunciaron un “flash periodístico”, y salió en pantalla el mismísimo Superintendente de Aduanas -Señores, hemos recibido unas graves denuncias acerca de hechos de corrupción muy graves, que se están dando en el área administrativa del sector aduanero. Yo prometo hacer una exhaustiva investigación sobre estas denuncias, y no tendré miramientos en hacer rodar las cabezas de quienes se hallen implicados en estos hechos delictivos-

¿Qué había ocurrido? Se preguntaba Gonzalo Pérez, si él sólo había seguido indicaciones. Ansioso, asustado y muy preocupado, llamo a Gilmar Anduaga, su adjunto, y le comentó sobre lo expresado en el noticiero por el superintendente…

Gilmar Anduaga, sin alterarse le dijo -Lo siento Señor Administrador, olvidé llevarle su “bolo” al Superintendente; yo estoy fuera del país. Disculpe ¿Puede hacerle llegar Usted lo que le corresponde al Superintendente? Cuando regrese de vacaciones, ponemos todo en orden…-

El día siguiente, el lunes por la mañana el Superintendente de Aduanas, en rueda de prensa decía -Señores, debo anunciar al país entero que con respecto a las denuncias acerca de actos de corrupción en la Administración de Aduanas, eran simples calumnias de parte de grupos enemigos de nuestro gobierno. Con celeridad, personalmente me he encargado de hacer las investigaciones pertinentes, y puedo aseverar, que la Administración de Aduanas, cumple un funcionamiento modelo-


































(Pieza única. Año 2024. Medidas: 80 X 57 cms. Precio 600 dólares americanos)









ARTERA MEMORIA




Iustración y cuento de Oswaldo Mejía

(Derechos de autor, protegidos)




¿De dónde provenía? No lo sabía. No tenía idea de su pasado ni de su presente… menos, de su futuro. Sólo se materializó de manera intempestiva tras las cortinas de niebla en las laderas de la gran montaña, y de allí emergió. No era momento propicio para indagarse a sí mismo sobre su naturaleza, o que tipo de ser era. Tenía hambre y frío, y en esas condiciones, su desnudez le estaba jugando un revés. Era imperioso hallar algo para comer, y luego alguna forma de abrigo.

Lo primero que se posó ante su mirada fue un enorme espécimen de cuatro patas, y cuernos rematando lo que sería su cabeza. No sabía de qué se trataba, pero olía a alimento; entonces se lanzó a la carrera contra la presa. Guiado únicamente por sus instintos, de un salto se encaramó sobre el lomo del cuadrúpedo, el cual mientras corría y forcejeaba luchando por su vida, movía peligrosamente su cornamenta intentando defenderse. Él, asido a los cuernos de su víctima, hizo un rápido movimiento, bajo su cabeza por un costado, e instintivamente dirigió una certera dentellada a la tráquea del animal, y no lo soltó hasta que por asfixia este dejo poco a poco de forcejear resignándose a su inminente final.

Con sus filudas y fuertes uñas fue desollando el cadáver, a la vez que con sus enormes mandíbulas arrancaba trozos de carne y los engullía con avidez. Su hazaña le había reafirmado su fortaleza. Cuando se hartó de comer se cubrió con la piel de su víctima, y empezó a caminar. Su único equipaje era su confusión; desconocía todo… ni siquiera se conocía a sí mismo.

Así anduvo casi toda la tarde, ahora tenía sed; su olfato fue guiándole hacia un manantial. Su mirada atenta le avisó que allí no estaba solo, allí, en la caída de agua, hallábase un ser que a sus ojos le pareció muy atractivo, el equivalente a hermosamente divino.

Aquella fascinante criatura, se bañaba desnuda sin sospechar que estaba siendo observada furtivamente desde la maleza.

Cuando él lo creyó propicio, dando brincos sobre el agua se abalanzó sobre la criatura; aunque esta vez se impuso mucho esmero en ser lo menos violento posible; no quería dañarla en lo absoluto; sólo deseaba tocarla, olerla, tenerla cerca. Una mezcla de emociones y sensaciones desconocidas bullían por todo su organismo. Para ella, sentirse atrapada por un ser como él: Enorme, con tremendas manazas y garras, con un enorme hocico, y enfundado en esa piel del cuadrúpedo, fue demasiado, ante tanta impresión sufrió un desmayo.

Con hojas y ramas construyó un refugio. Cuando ella despertó, él le ofreció frutas frescas y bayas. Inicialmente, ella estaba horrorizada con el aspecto físico de su captor, mas, los ojos de este, por alguna razón, le inspiraron confianza, así es que terminó aceptándole los alimentos que con tanta devoción le ofrendaba. Él le acarició los cabellos, y ella percibió el embelesamiento que el extraño sentía hacia su persona. Pasaron los días, semanas y meses, y el encantamiento se tornó mutuo.

Hubo muchos momentos de pasión y consolidado cariño, hasta que ella quedó embarazada. Transcurrieron aproximadamente treinta y siete semanas, y él se debió ausentarse del refugio, pues los alimentos escaseaban en la zona por ser invierno, y había que recorrer largas extensiones de terreno para conseguir algo comestible.

En el refugio, ella empezó a sentir los primeros síntomas del parto, dolores que rápidamente fueron agudizándose hasta hacerse insoportables. En sus entrañas, algo dramáticamente doloroso estaba ocurriendo. Sus alaridos se podían oír en toda la zona, pero la ausencia de auxilio era reinante. Entonces cayó al piso expulsando sangre por la nariz y la boca…

Ocurría que su propio vástago había empezado a devorar la placenta y luego continúo engullendo las vísceras, y así siguió hasta abrirse paso a través de su abdomen. Una vez liberado de las entrañas de su ya difunta madre, prosiguió con la tragazón del cuerpo entero de su progenitora. Su apetito era tan voraz que hasta roía los huesos. Conforme comía, iba creciendo su corporeidad.

Cuando el recolector de alimentos regresó al refugio halló en un rincón al que era su hijo aun devorando los últimos restos de su compañera, la reconoció, pues la cabeza aún estaba intacta.

Impulsivamente, se abalanzó hacia su hijo, y de un certero mordisco le arrancó casi la mitad del cuello, matándolo instantáneamente.

Sentado en la entrada del refugio lloró desconsoladamente la pérdida de su compañera…y quizás también la pérdida de su hijo. Ahora cavilaba en que quizás él también había venido al mundo en similares circunstancias, solo que no lo recordaba.





























(Pieza única. Año 2024. Medidas: 80 X 57 cms. Precio 600 dólares americanos)